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27 de abril de 2024

Erupción viruela del mono

Erupciones cutáneas provocadas por la viruela del monoEuropa Press

Todas las alertas sobre la viruela del mono que fueron desoídas

Varios informes advirtieron en los últimos años del riesgo de propagación de una enfermedad que deja ya 38.000 casos en todo el mundo

Varios informes alertaron en 2017, 2010 e incluso décadas antes de dichas fechas del riesgo de un brote global de viruela símica o del mono, enfermedad que comenzó a propagarse el pasado mayo y que ha causado ya 38.000 contagios en todo el mundo, más de 5.700 de ellos en España.
Detectada por primera vez en 1958 en un laboratorio, el primer caso en humanos no se reportó hasta 1970 en el Congo. Pero no es hasta diez años más tarde, en 1980, cuando puede ubicarse el posible origen de la eventual explosión de casos cuatro décadas después. Fue entonces cuando las autoridades mundiales declararon erradicada la viruela común, razón por la que países como el Congo dejaron de vacunar contra ella. Era el caldo de cultivo perfecto para un aumento de los casos de viruela del mono, según vaticinó en 1987 un modelo informático que establecía que, con la eliminación de la vacuna, ese indicador se incrementaría, aunque no de manera «permanente».
Y así fue. Solo entre 2005 y 2007, se confirmaron 760 casos en el Congo, casi todos entre personas nacidas tras el fin de la distribución de la vacuna en 1980. En 2003, en paralelo, un brote de poco más de un mes de duración afectó a al menos 71 personas en Estados Unidos. Sin embargo, no quedaba todavía claro si la transmisión del virus era solo de animales a personas o si podía saltar también entre humanos.
Ese lento, pero sostenido incremento es advertido en 2010 por un grupo investigadores médicos, que a través de un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU.) alertan de que los casos en la República Democrática del Congo se han multiplicado por veinte entre la década de los 80 y la de los 2000. «El mundo perderá la oportunidad de combatir el virus mientras su alcance geográfico es acotado», previnieron.
Predicaban en el desierto. Varios años más tarde, en 2017 y sin ningún cortafuegos que lo impidiera, las autoridades sanitarias de Nigeria confirmaron el primer caso en el país en casi 40 años, lo que llevó a la OMS a elaborar un nuevo informe que señalaba que «la naturaleza del contacto persona a persona que provoca el contagio debe ser estudiado, ante la sospecha de que se transmite sexualmente». Dos años después, en 2019, otra investigación del Hospital Escuela de la Universidad Delta de Nigeria concluyó que la transmisión ya era interhumana, y apuntaba a la vía sexual como la forma de contagio más novedosa y peligrosa.

Y entonces llegó la covid

La irrupción poco después de la COVID-19 eclipsó cualquier otra inquietud de carácter infeccioso. Hasta que hace unos meses, con una pandemia ya en fase de remisión, la paulatina propagación de la enfermedad puso en alerta a las autoridades. Ante esta situación, la OMS se defendió al asegurar que el organismo «viene estudiando la viruela símica desde hace décadas, antes incluso de que se identificara el primer caso humano, en coordinación con los ministerios de salud de los países, las instituciones de investigación y las comunidades afectadas», y añadió que tras el brote de Nigeria ayudó a las autoridades locales a coordinar la respuesta sanitaria.
La de 2017 no fue la última advertencia. En febrero, cabe recordar, un estudio publicado en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases también profetizó que la enfermedad se extendería y provocaría más casos allende las fronteras africanas. 38.019 y subiendo, según el recuento de los Centros para la Prevención y el Control de las Enfermedades de EE.UU. a fecha 17 de agosto de 2022.
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