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Vista de Huerta de Rey desde Zarrazuela

Vista de Huerta de Rey desde ZarrazuelaCreative Commons

Este es el pueblo de España donde abundan los nombres más raros

Con apenas 894 vecinos censados, este enclave castellano figura en el Libro Guinness de los Récords desde 2011 como el pueblo con mayor concentración de nombres insólitos del mundo

En el corazón de la provincia de Burgos se encuentra Huerta del Rey, una pequeña localidad que ha saltado a la fama por una peculiaridad que la distingue del resto de municipios españoles: el extraordinario repertorio de nombres propios que conservan sus habitantes. Con apenas 894 vecinos censados, este enclave castellano figura en el Libro Guinness de los Récords desde 2011 como el pueblo con mayor concentración de nombres insólitos del mundo.

Lejos de ser una anécdota moderna, esta singularidad hunde sus raíces en una necesidad práctica de siglos pasados. En aquel tiempo, la homogeneidad de la población provocaba que muchos vecinos compartieran los mismos nombres y apellidos. Esto generaba serios problemas a la hora de identificar a las personas, especialmente para los servicios postales. Para evitar confusiones, se instauró la costumbre de bautizar a los recién nacidos con nombres poco frecuentes, muchos de ellos inspirados en mártires cristianos. Esta decisión, que en su día tuvo un fin práctico, se transformó con el tiempo en una tradición profundamente arraigada.

Lo que en otros lugares hubiera quedado como una curiosidad aislada, en Huerta del Rey se ha convertido en seña de identidad colectiva. Generación tras generación, los habitantes han mantenido viva esta práctica, conscientes del carácter único que confiere a su comunidad. Esta fidelidad a los usos heredados ha consolidado al pueblo como un auténtico museo viviente de la onomástica cristiana y arcaica.

La notoriedad del municipio ha traspasado fronteras. A raíz del reconocimiento del Guinness, su historia ha sido recogida por medios de comunicación nacionales e internacionales. Incluso una conocida marca de refrescos utilizó su particularidad en una campaña publicitaria, grabando un anuncio con los propios vecinos y presentando a la localidad como un lugar donde la originalidad tiene nombre propio.

Pero más allá de esta peculiaridad nominal, Huerta del Rey es un ejemplo de cómo una comunidad puede preservar elementos culturales únicos en un mundo cada vez más uniformado. Mientras en otras regiones los nombres tradicionales desaparecen poco a poco, arrastrados por modas globales, esta villa burgalesa continúa apostando por la rareza como emblema de identidad.

El pueblo se sitúa en plena comarca de la Sierra de la Demanda, en un punto estratégico dentro de rutas históricas como la Ruta de la Lana y el Camino del Cid, vinculado a la figura legendaria de Rodrigo Díaz de Vivar. Este emplazamiento no solo le otorga relevancia cultural y patrimonial, sino también un valor simbólico como lugar de paso y de memoria histórica.

En sus calles empedradas y su arquitectura tradicional se respira el legado de siglos, con vestigios medievales que conviven con la cotidianidad de una población moderna. La iglesia del municipio, de estilo gótico tardío, y las cercanas ruinas de Clunia, antiguo asentamiento romano, aportan un contexto histórico que enriquece aún más su carácter distintivo.

La fama de Huerta del Rey no se ha limitado a su onomástica. En enero de 2012, el municipio volvió a aparecer en titulares nacionales al ser agraciado con el premio principal de la lotería del Niño, un golpe de fortuna que se sumó a su ya particular historia.

Así, entre la tradición, la historia y la casualidad, este pequeño pueblo castellano se ha ganado un lugar propio en el imaginario colectivo. Huerta del Rey no solo conserva nombres antiguos; conserva, sobre todo, la voluntad de ser diferente.