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Células cancerígenas de cáncer de mama

Células cancerígenas de cáncer de mama

Las células cancerosas se defienden con un «chute de energía» cuando son comprimidas

Este descubrimiento abre un nuevo campo de estudio en el ámbito de la oncología, al identificar un vínculo directo entre estrés físico celular, actividad mitocondrial y preservación del genoma

Un equipo del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona ha descubierto que las células cancerosas activan un «chute de energía» como respuesta defensiva ante la compresión física, lo que podría sentar las bases para nuevas terapias orientadas a frenar la propagación tumoral.

El hallazgo, publicado en la revista Nature Communications, revela que las células tumorales no solo resisten entornos hostiles, sino que desarrollan mecanismos adaptativos para sortear obstáculos físicos que se presentan durante su expansión en el organismo, según ha informado el CRG este miércoles.

Los investigadores llevaron a cabo el experimento utilizando un microscopio de alta precisión diseñado para comprimir células vivas hasta un grosor de apenas tres micras, lo que equivale a una trigésima parte del diámetro de un cabello humano. En estas condiciones extremas, observaron que las mitocondrias –orgánulos encargados de suministrar energía celular– migraban hacia la superficie del núcleo y generaban una cantidad extra de adenosín trifosfato (ATP), el principal combustible celular.

«Esto nos obliga a replantearnos el papel de las mitocondrias en el organismo humano. No hablamos de baterías estáticas que alimentan nuestras células, sino más bien de socorristas ágiles a los que poder recurrir en situaciones de emergencia, como cuando las células están literalmente presionadas al límite», explicó Sara Sdelci, una de las autoras principales del estudio.

Durante los ensayos, los científicos constataron que la presión mecánica sobre las células inducía un notable estrés en el ADN, causando roturas en las cadenas y enredos en la estructura genómica. Sin embargo, aquellas células que recibían un refuerzo energético inmediato mediante ATP lograban reparar el material genético dañado en pocas horas. En cambio, las que no disponían de dicho suministro adicional de energía perdían la capacidad de dividirse con normalidad, lo que comprometía su viabilidad.

Según los autores, este mecanismo de protección y reparación demuestra una notable versatilidad de las células tumorales para adaptarse a condiciones adversas, lo que representa un desafío añadido en la lucha contra el cáncer.

La investigación sugiere que bloquear esta respuesta energética localizada podría representar una nueva estrategia terapéutica eficaz. Al impedir que las células tumorales movilicen esta fuente rápida de energía, se limitaría su capacidad para reparar daños genéticos y, por tanto, para continuar proliferando.

Verena Ruprecht, también coautora del trabajo, señaló que allí «donde encontremos células bajo presión, es probable que un impulso energético nuclear esté salvaguardando la integridad del genoma». Y añadió: «Es una capa completamente nueva de regulación en la biología celular, que marca un cambio fundamental en nuestra comprensión de cómo las células sobreviven a períodos intensos de estrés físico».

Este descubrimiento abre un nuevo campo de estudio en el ámbito de la oncología, al identificar un vínculo directo entre estrés físico celular, actividad mitocondrial y preservación del genoma, con implicaciones relevantes para el desarrollo de futuros tratamientos contra el cáncer.

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