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Araña de la especie 'Dolomedes plantarius'

Araña de la especie Dolomedes plantariusWikipedia / GreenZeb

Salvadas de la extinción y del tamaño de una mano: estas son las arañas gigantes que han 'conquistado' Europa

Dolomedes plantarius es una araña araneomorfa de la familia Pisauridae que es más conocida como la araña de pantano

Hace una década, científicos y ambientalistas emprendieron una misión para salvar a una de las arañas más grandes de Europa, la Dolomedes plantarius –conocida como araña de pantano–. Su población estaba en peligro debido a la destrucción de su hábitat natural: los humedales. Para evitar su extinción, miles de ejemplares fueron criados en cautiverio y liberados en diversos lugares del continente europeo. Sin embargo, esta especie se habría multiplicado a una gran velocidad, poniendo en jaque distintos ecosistemas.

Con respecto a las peculiaridades de esta araña, sus hembras pueden alcanzar el tamaño de la palma de una mano, con patas largas y cuerpos robustos de color marrón. Se desplazan sobre el agua y cazan insectos, renacuajos e incluso pequeños peces, lo que las convierte en depredadores formidables.

El problema es que, al ser introducidas en nuevos entornos, la población de estas arañas ha crecido sin ningún tipo de freno. En Reino Unido, país donde fueron liberadas inicialmente, se estima que ya existen más de 10.000 hembras reproductoras. En Francia y España también han aparecido colonias en expansión, con registros en comunidades como Cataluña y Galicia.

El éxito del programa de conservación ha generado un enorme dilema a lo largo de los últimos años. Y es que aunque las arañas de pantano no representan una amenaza directa para los humanos, su proliferación descontrolada podría afectar la fauna local, desplazando a otras especies de insectos y pequeños vertebrados.

Las reintroducciones de especies pueden ser necesarias, pero cuando no se planifican con suficiente cautela, los efectos pueden ser impredecibles.

En el caso de esta especie de araña gigante, aunque aún es pronto para determinar si su expansión supondrá un problema ecológico serio o si la naturaleza encontrará su propio equilibrio. Sin embargo, lo que está claro es que cualquier intervención en los ecosistemas debe ser realizada con extrema prudencia.

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