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Poblaciones urbanas en riesgo de exposición al calor extremo en la década de 2050

Poblaciones urbanas en riesgo de exposición al calor extremo en la década de 2050Estudio The future we don't want / Centro de Simulación Climática de la NASA (NCCS)

La NASA enumera los lugares que serán inhabitables por el calor en 2050

El informe pone de relieve que, en las próximas décadas, la humanidad deberá enfrentarse a una serie de problemas que transformarán la vida en la Tierra​

Este pasado verano, una ola de calor afectó prácticamente toda España desde el 3 al 18 de agosto. En ese lapso de tiempo, muchas localidades superaron los 40 grados, incluyendo algunas que normalmente no están acostumbradas a registrar esos valores, como Oviedo –que en agosto llegó a 41,2 ºC–, Bilbao –43,5 ºC– o algunos pueblos de Cantabria –en los que se superaron los 43 ºC–.

Analizando el panorama de los últimos años, la mayoría de científicos considera que esta situación irá a más. Así lo señala el estudio El futuro que no queremos (The future we don't want, en su versión en inglés), basado en datos extraídos del Centro de Simulación Climática de la NASA (NCCS), que advierte sobre los lugares del planeta que podrían volverse inhabitables de cara a 2050, entre los que se incluyen varias zonas de España.

El informe pone de relieve que, en las próximas décadas, la humanidad deberá enfrentarse a una serie de problemas prioritarios que transformarán profundamente la vida en la Tierra y condicionarán la manera en que las sociedades organizan sus recursos.

Uno de los desafíos más alarmantes será el calor extremo. Las temperaturas récord, cada vez más frecuentes, no solo tendrán un impacto directo en la salud de las personas, sino que también modificarán los ecosistemas, alterarán los patrones climáticos e intensificarán las olas de calor en múltiples regiones. Este fenómeno no se limitará a episodios aislados, sino que pasará a convertirse en una característica recurrente del clima, con consecuencias graves para la calidad de vida, la productividad laboral y la estabilidad social.

La disponibilidad de agua constituye otro de los problemas críticos. En muchas partes del mundo, los recursos hídricos ya se encuentran sobreexplotados, y a medida que el cambio climático avance, la escasez se agudizará por la modificación de los patrones de lluvia y la creciente desertificación. El acceso al agua potable, recurso esencial para la vida, se convertirá en un factor determinante para la viabilidad de ciertas regiones. A este problema se añadirá la inseguridad alimentaria, puesto que la agricultura se verá seriamente comprometida por la disminución de cosechas y la alteración de las cadenas de suministro. Ello podría derivar en tensiones sociales y económicas a escala global, especialmente en países que dependen de importaciones de alimentos básicos.

Las zonas costeras se presentan como uno de los espacios más vulnerables. El aumento del nivel del mar, consecuencia directa del deshielo de los polos y la expansión térmica de los océanos, amenaza con desplazar a millones de personas en todo el mundo. Ciudades enteras podrían verse afectadas por inundaciones recurrentes, daños a la infraestructura y erosión costera, poniendo en jaque tanto a la seguridad de sus habitantes como a actividades económicas clave, entre ellas el turismo, la pesca o el transporte marítimo.

Otro reto ineludible será el suministro de energía. La creciente demanda global, combinada con la urgencia de reducir las emisiones de carbono, obligará a acelerar la transición hacia fuentes renovables y sostenibles. La adaptación del sistema energético será fundamental para garantizar que las sociedades modernas puedan mantener su ritmo de vida sin agravar las consecuencias del cambio climático.

Los problemas en España

España aparece en el estudio como un país especialmente vulnerable a varios de estos fenómenos. La sequía se perfila como uno de los mayores desafíos de cara a 2050. Las temperaturas en aumento y la escasez de agua pondrán en riesgo la disponibilidad de recursos hídricos, afectando no solo al sector agrícola –motor económico en muchas comunidades–, sino también al abastecimiento urbano y a la vida cotidiana de millones de personas. La magnitud del problema exigirá medidas urgentes y sostenibles, tanto en la gestión del agua como en la planificación territorial y energética.

El calor extremo es otro de los puntos críticos. Madrid ha sido señalada como la ciudad más vulnerable en los próximos años debido a su ubicación y características urbanísticas, que la convierten en un «punto caliente» frente a las olas de calor. Aunque también se verán afectadas varias localidades del litoral mediterráneo y atlántico, el impacto en estas áreas será menos intenso que en la capital.

El aumento del nivel del mar es igualmente preocupante. Estudios recientes advierten que las costas cantábricas, mediterráneas y atlánticas se encuentran en situación de alerta. Estas regiones, que suman miles de kilómetros de litoral, están en riesgo de sufrir inundaciones, erosión y otros efectos del ascenso del mar, lo que comprometería tanto la infraestructura costera como la seguridad de las comunidades que habitan en ellas. Ciudades y pueblos que hoy dependen del turismo, la pesca o la actividad portuaria podrían enfrentarse a un futuro incierto si no se adoptan medidas de mitigación y adaptación a tiempo.

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