Cielo rojizo en Valencia
Así se forma un candilazo, el resplandor rojizo que tiñe los cielos al atardecer
La intensidad y variedad de los colores que lo caracterizan dependen de múltiples factores atmosféricos y geográficos
La contemplación de atardeceres se ha convertido en una actividad demandada por turistas y residentes. Acantilados y miradores se llenan cada tarde de personas para contemplar el ocaso, que encandilan también a los habitantes de las ciudades más pobladas. Las redes sociales han contribuido a esta fiebre: todo el mundo quiere subir la mejor foto del cielo anaranjado.
A este fenómeno atmosférico y visual que tiñe los cielos de tonos intensos –como rojos, naranjas, rosados o púrpuras– se le conoce como candilazo y se produce debido a la dispersión de la luz solar en la atmósfera. Se trata, de hecho, de una manifestación física y óptica de cómo la luz del sol interactúa con las partículas del aire y con las condiciones atmosféricas de cada momento.
El término proviene de la palabra «candil», una lámpara de aceite utilizada antiguamente para iluminar los hogares, y el sufijo «-azo», que indica intensidad o impacto. Por ello, esta construcción indica un resplandor fuerte o un destello.
También llamado arrebol, se produce por el modo en que la luz solar se dispersa al atravesar la atmósfera terrestre. Cuando el sol se encuentra cerca del horizonte, durante el amanecer o el atardecer, sus rayos deben recorrer una mayor distancia a través del aire. En ese trayecto, las longitudes de onda más cortas, como las del azul y el violeta, se dispersan con facilidad, mientras que las longitudes de onda más largas, correspondientes a los tonos rojizos y anaranjados, penetran con más fuerza hasta nuestros ojos. Este efecto óptico es el responsable de los matices cálidos, rojizos y dorados que tiñen el cielo en los candilazos.
La intensidad y variedad de los colores que caracterizan un candilazo dependen de múltiples factores atmosféricos y geográficos. Entre ellos destacan las partículas en suspensión, como polvo, aerosoles o gotas de agua, que actúan como filtros naturales al dispersar o absorber determinadas longitudes de onda, modificando así el tono y la pureza de la luz. Asimismo, los contaminantes atmosféricos, como el smog o el humo, influyen notablemente en el aspecto del cielo, ya que interactúan con la radiación solar de forma compleja, alterando la cantidad de luz que alcanza la superficie y potenciando o atenuando los matices rojizos y anaranjados del fenómeno.
También las condiciones meteorológicas y la ubicación geográfica desempeñan un papel relevante. Las nubes, por ejemplo, pueden reflejar y refractar la luz solar, intensificando los destellos del amanecer o del atardecer, mientras que la estabilidad del aire determina la nitidez de los colores observados. La altitud y la latitud modifican igualmente la manera en que la luz solar atraviesa la atmósfera: en zonas montañosas o de aire más limpio, el candilazo suele presentarse con tonalidades más puras y definidas, mientras que en regiones urbanas o más bajas, la presencia de partículas y contaminantes puede intensificar los tonos rojos y púrpuras, creando cielos de aspecto más dramático y espectacular.
Consejos para ver el candilazo
Aunque es complicado vaticinar cuándo se producirán este tipo de fenómenos, existen varios consejos para asegurar una buena observación de los mismos. Es recomendable buscar lugares abiertos y despejados, vigilar las condiciones meteorológicas y experimentar en diferentes épocas del año, según Ecología Verde.
Asimismo, existen aplicaciones móviles y páginas web que aportan información sobre la posición del sol y que pueden ayudar a planificar el visionado de un candilazo. En cualquier caso, los expertos en la materia señalan que para poder ver un espectáculo como este en condiciones se necesita, sobre todo, mucha paciencia, ya que el candilazo puede evolucionar lentamente o puede que no se llegue a producir.