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29 de marzo de 2024

Ranas negras de Chernóbil

Ranas negras de ChernóbilCC BY-SA

Las ranas negras de Chernóbil: el efecto de evolutivo de la radiación nuclear

El estudio abre las puertas a posibles aplicaciones en campos tan diversos como la gestión de residuos nucleares y la exploración espacial

El 26 de abril de 1986, en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, ubicada en el norte de Ucrania, se produjo un accidente en el reactor cuatro de la central nuclear de Chernóbil. Esta explosión produjo la liberación de material radiactivo más grande de la historia. El impacto de esta catástrofe lo sufrieron personas y el medio ambiente. A pesar de lo que sucedió hace ahora 36 años, el desértico lugar se ha convertido en una de las mayores reservas naturales de Europa, donde viven una gran cantidad de especies amenazadas.
La radiación puede afectar al material genético de los organismos vivos al causar daños irreversibles y generar mutaciones indeseables. Una de las cuestiones más interesantes que se estudian ahora en Chernóbil es la existencia de respuestas adaptativas frente a la radiación ionizante. Como ocurre con otros contaminantes, esta radiación podría seleccionar organismos con mecanismos que les permitieran sobrevivir mejor en zonas contaminadas con sustancias radiactivas.
Germán Orizaola, investigador Ramón y Cajal, Universidad de Oviedo y Pablo Burraco, investigador postdoctoral Juan de la Cierva Incorporación, Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), publicaron el pasado mes de septiembre en The Conversation un estudio donde detallaron todo su trabajo desde el año 2016. «Ese año detectamos cerca del reactor nuclear accidentado varias ranitas de San Antonio orientales (Hyla orientalis) con una coloración inusual, negra. Esta especie presenta normalmente una coloración verde brillante, aunque ocasionalmente se puede encontrar algún individuo más oscuro», publicaron.
En realidad todo tiene que ver con la melanina. Se trata de un pigmento que está presente en la mayor parte de los seres vivos. Este compuesto, que proporciona una coloración oscura, permitió que se redujeran los efectos negativos de la energía de las ondas radiactivas. Este compuesto también reduce la probabilidad de sufrir daños celulares.
El mismo año que comenzaron a estudiar el terreno vieron unas ranas negras. Eso les llevó a estudiar qué función tuvo la melanina en Chernóbil. Para sacar conclusiones examinaron las ranitas de San Antonio que se encuentran en diversas zonas del norte de Ucrania. «Analizamos la coloración del dorso de unos 200 machos capturados en doce localidades. Estas localidades se distribuyen a lo largo de un amplio gradiente de radiación. Incluyen desde algunas de las zonas más radiactivas del planeta, hasta cuatro localidades fuera de la Zona de Exclusión y con niveles basales de radiación».
Además, explicaron en el ensayo que su trabajo «demuestra que las ranas de Chernóbil tienen una coloración mucho más oscura que las ranas capturadas en zonas control fuera de la Zona de Exclusión. Como habíamos detectado en 2016, algunas son completamente negras. Esta coloración no está relacionada con los niveles de radiación que experimentan las ranas en la actualidad y que medimos en todos los individuos. La coloración oscura es típica de ranas de localidades que están dentro o cerca de las zonas más contaminadas en el momento del accidente».

Proceso de evolución rápida

Una vez analizaron los datos vieron que en Chernóbil podría haberse dado un proceso de evolución acelerada frente a la radiación. Es decir, las ranas más oscuras habrían obtenido beneficios en el momento de la fuga, ya que poseen la acción protectora de la melanina.
Las ranas oscuras habrían sobrevivido mejor a la radiación y se habrían reproducido con más éxito. Más de diez generaciones de ranas han pasado desde el accidente y un proceso clásico de selección natural puede explicar por qué estas ranas oscuras son ahora mayoría en la Zona de Exclusión de Chernóbil.
El estudio de las ranas negras de Chernóbil constituye un primer paso para entender mejor el papel protector de la melanina en ambientes afectados por contaminación radiactiva. Además, abre las puertas a posibles aplicaciones en campos tan diversos como la gestión de residuos nucleares y la exploración espacial.
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