Imagen de la Estación Espacial Internacional
La razón por la que cualquier astronauta sería más sensible a las enfermedades
En el estudio se analizaron más de 800 muestras tomadas de distintas superficies dentro de la Estación Espacial Internacional
Desde que se pusiera en órbita en 1998, la Estación Espacial Internacional (EEI) se ha caracterizado por ser la 'nave' que más detalles nos ha aportada de las zonas del espacio más cercanas a la Tierra. La estación, en la que predomina un ambiente excesivamente estéril, carece de diversidad microbiana en comparación con el resto de entornos o hábitats construidos por humanos en la Tierra. Esto, que a priori podría significar algo positivo, sería la causa de varios problemas de piel y enfermedades en el ser humano.
Esta es una de las conclusiones de un estudio desarrollado por la Universidad de California. La investigación sugiere que la presencia de más microbios de la naturaleza podría ayudar a mejorar la salud humana en la estación espacial.
Los autores tomaron más de 800 muestras de la superficie de la cocina, baño, comedor y otras áreas de la estación. A partir de dichas muestras, elaboraron un mapa en 3D de los microbios y metabolitos en todo el segmento orbital de Estados Unidos dentro de la EEI. El resultado, que publica Cell, fue que el laboratorio espacial tiene una diversidad mucho menor de microbios que los entornos construidos por humanos en la Tierra, lo que generaría disfunción inmunológica, erupciones cutáneas y otras afecciones inflamatorias en los astronautas.
«Si estamos al aire libre, generalmente estamos expuestos a una diversidad microbiana mucho mayor al tocar animales o el suelo. Cuando estamos en el interior, estas paredes, estas superficies actúan como espejos. Básicamente, reflejan sobre nosotros nuestra propia diversidad microbiana», confirmaba Sean Gibbons, investigador del microbioma en el Instituto de Biología de Sistemas en Seattle, en declaraciones a ScienceNews.
La tierra vista desde la Estación Espacial Internacional
En comparación con la mayoría de las muestras terrestres, las superficies carecían de microbios ambientales de vida libre que suelen encontrarse en el suelo y el agua, y para los investigadores, incorporar intencionadamente esos microbios y los sustratos en los que viven podría mejorar la salud de los astronautas sin sacrificar la higiene.
Los futuros entornos construidos «podrían beneficiarse del fomento intencionado de diversas comunidades microbianas que imiten mejor las exposiciones microbianas naturales que se experimentan en la Tierra, en lugar de depender de espacios altamente desinfectados», según el coautor Rodolfo Salido, de la Universidad de California.
Al comparar la EEI con distintos entornos construidos por el ser humano en la Tierra, descubrieron que las comunidades microbianas se parecían más a las de entornos industrializados y aislados, como hospitales y hábitats cerrados, y hogares de zonas urbanizadas.
La investigación recuerda que las pruebas relacionan, cada vez más, las enfermedades inflamatorias crónicas en los países desarrollados con la reducción de la exposición microbiana, por la vida en interiores, la mejora de la higiene y los cambios en la dieta.
Estos cambios pueden exacerbar las respuestas inflamatorias a otros agentes inocuos y en el Estación Espacial «los astronautas suelen sufrir erupciones cutáneas persistentes, alergias atípicas y disfunciones inmunitarias asociadas a los vuelos espaciales», escriben los autores.
El análisis también expuso que cada uno de los espacios analizados en la Estación Espacial determina en gran medida la microbiología y la química del hábitat. Asimismo, en las zonas de comedor y preparación de alimentos contenían más microbios asociados a los alimentos, mientras que los aseos espaciales contenían más microbios y metabolitos asociados a la orina y las heces.
«Si realmente queremos que la vida prospere fuera de la Tierra, no podemos limitarnos a tomar una pequeña rama del árbol de la vida y lanzarla al espacio con la esperanza de que funcione», concluyó Salido.