¿Acabó el cristianismo con el saber científico del mundo clásico?
Numerosos intelectuales cristianos contribuyeron al desarrollo de la ciencia en Occidente
La idea de que el saber del mundo clásico fue prácticamente aniquilado por un cristianismo perseguidor del conocimiento se presenta en algunos ámbitos como realidad histórica. Incendios de bibliotecas –la de Alejandría, símbolo del saber de la Antigüedad– y asesinatos de mujeres de ciencia como Hipatia serían hechos paradigmáticos que avalarían dicha postura. Pero ¿qué dicen las evidencias?
Hipatia (c.355-415) es una figura extraordinaria, dedicada a la ciencia y a la filosofía ¿Qué certezas hay sobre la causa de su asesinato? Tomando como referencia a la que es considerada una de sus biógrafas más rigurosas, Maria Dzielska, la razón sería una lucha de poder entre dos cristianos: el prefecto imperial Orestes (por el que habría tomado partido) y el patriarca Cirilo. Seguidores del patriarca veían en ella un obstáculo para alcanzar sus objetivos, al tratarse de una personalidad respetada e influyente en la ciudad. Entonces, tras acusarla de brujería para desacreditarla y justificar la violencia, la asesinan brutalmente. Sería, por tanto, un crimen por motivaciones políticas, en el que su condición de científica y sus creencias paganas no habrían sido los desencadenantes.
En el caso de la Biblioteca, el mito entrelaza hechos históricos, como el incendio ocurrido en la ciudad medio siglo antes del nacimiento de Cristo y la demolición del templo pagano del Serapeum, ordenada por el obispo Teófilo en el año 391. Aunque el Serapeum albergó otra biblioteca, no hay certeza sobre el destino final de sus libros. Para los historiadores, la considerada como causa más verosímil de la desaparición de la gran Biblioteca de Alejandría sería una degradación gradual a lo largo de siglos, potenciada por un declive sociopolítico progresivo. Conflictos bélicos y revueltas –especialmente graves en los siglos I a.C y III d.C–, falta de patrocinio por parte de los gobernantes y desastres naturales –como el terremoto y tsunami del 365– habrían sido factores determinantes.
Frente a los mitos, tenemos la evidencia de la obra de intelectuales cristianos comprometidos tanto con el encuentro entre la cultura grecorromana y el Evangelio, como con la difusión del legado clásico. Entre ellos podemos destacar figuras como Boecio, Casiodoro o Isidoro de Sevilla. Junto a muchos otros formaron parte de un apasionante proceso de síntesis cultural y búsqueda del conocimiento que incorporaba el saber clásico. También contribuirán al desarrollo de la ciencia en Occidente: Boecio y Casiodoro sentando las bases para la sistematización de la enseñanza de las disciplinas del Quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía; todas ellas de raíz clásica); e Isidoro, ofreciendo en sus Etimologías una recopilación y categorización del saber del mundo antiguo que servirá como fundamento para futuros avances.
Frente al tópico de la destrucción sistemática de libros, la historia es elocuente pues fue precisamente en un monasterio fundado por Casiodoro, Vivarium, donde apareció lo que supuso una auténtica revolución en términos de preservación de manuscritos clásicos, el scriptorium. Allí tenían encomendada los monjes la tarea de copiar y conservar textos sagrados y clásicos, y así se hizo durante cerca de mil años.
El cristianismo no buscó acabar con el saber científico del mundo clásico, muy al contrario. Boecio, Casiodoro, Isidoro y cientos de monjes copistas son muestra de la evidencia.
Paloma Pineda es miembro de la Sociedad de Científicos Católicos de España