80º aniversario de la cumbre de la infamia
El 20 de enero de 1942, 15 líderes nazis se reunieron en una villa junto al lago berlinés de Wannsee. En 90 minutos, se despachó la «Solución final a la cuestión judía»: término con el que se conoce el exterminio de seis millones de judíos durante la segunda guerra mundial.
En la actualidad, la mansión es un monumento y centro educativo dedicado al Holocausto, con una exposición permanente que va más allá de aquella conferencia de amargo recuerdo, como recuerda Deborah Hartmann, la directora de este centro:
«Se trata de mucho más que estos 15 hombres, aunque es tentador centrarse en ellos, porque eso permite que todos los demás se sientan aliviados de responsabilidad.»
Para Hartmann, el centro conmemorativo no solo representa lo que ocurrió en aquella reunión, sino que también simboliza las posteriores e incómodas reservas de Alemania para tratar la cuestión.
Hartmann con esto se refiere al hecho de que el historiador y superviviente del Holocausto Joseph Wulf, ya había propuesto en 1965 convertir la villa en un monumento conmemorativo y centro de investigación del Holocausto, pero sólo encontró reticencias de los políticos.
Además, recibió amenazas de muerte y perdió la esperanza de que el gobierno persiguiera a los criminales nazis. Wulf se suicidó en 1974 sin ver cómo su proyecto se hacía realidad un 20 de enero de 1992, en el cincuenta aniversario de la Conferencia de Wannsee, cuando se inauguró este museo del Holocausto.
Joseph Wulf quiso demostrar el continuismo de los nazis en el poder político en Alemania Occidental. Hartmann, al señalar ese continuismo en las estructuras germanas, provocó una crítica de Sebastian Kurtz, canciller austriaco del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), con candidatos abiertamente antisemitas.
Los bisabuelos de Hartmann fueron deportados de Viena y asesinados durante el Holocausto, aunque ella no cree que su identidad judía deba ser el centro de la conversación, ya que ve mucho más importante buscar la normalidad en las relaciones entre alemanes y judíos. Para ello trabaja en la visibilización de la tragedia de las víctimas judías.
Por eso, en La Casa de la Conferencia Wannsee, se ofrecen talleres para ámbitos laborales específicos, como policías o personal médico, en los que se les permite analizar qué hacían mientras se hacía desaparecer al pueblo judío, y ver cómo aquello sigue presente de alguna manera en los protocolos administrativos actuales.
El presente demuestra que las ideas de aquella época siguen influyendo en la gente de hoy, como por ejemplo puede verse en los miembros del movimiento antivacunas, conocido en Alemania con el nombre de «Querdenker», que dejaron panfletos en el museo y escribieron comentarios en el libro de visitas comparando las restricciones pandémicas con las leyes antijudías.
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