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20 de abril de 2024

Un visitante fotografía el busto de la Dama de Elche, cuyo origen se ubica en el 376 d.C

Un visitante fotografía el busto de la Dama de Elche, cuyo origen se ubica en el 376 d.CEFE

Dama de Elche: 125 años desde el hallazgo «poco creíble» del busto íbero

El 4 de agosto de 1897 se descubrió el busto íbero. Esta pieza central del Museo Arqueológico Nacional, descubierta por un campesino, es seña de identidad para los ilicitanos e icono de belleza universal


El joven Manuel Campello Esclapez tenía sólo 14 años cuando el 4 de agosto de 1897 realizaría un descubrimiento que cambiaría su vida, y la de su ciudad, para siempre. Se encontraba en Villa Illice, en la Alcudia ilicitana, finca propiedad del doctor Manuel Campello Antón, que no era pariente, pese a la coincidencia de nombre y apellido. Allí, su padre y sus hermanos se afanaban realizando trabajos de nivelado de unos bancales en la ladera de levante del promontorio que ocupó la ciudad antigua. El muchacho aprovechó el descanso de los peones para coger un pico y seguir con las labores de la tierra, cuando la punta de su herramienta golpeó contra algo duro, que parecía una piedra. Al apartar la tierra quedó atónito: ante él apareció un rostro. Llamó a la cuadrilla, y juntos descubrieron que lo que había parecido una roca era, en realidad, un busto.
La escultura se encontraba un poco inclinada a su derecha, mirando al sureste, sobre dos losas de piedra de cantería, cubierta de arena que se desprendió fácilmente; la espalda y los lados estaban resguardados por seis losas similares a las de la base. Esta disposición, así como su localización en la misma línea de la antigua muralla, dan a entender que fue escondida de forma deliberada por los íberos, tal vez ante un inminente ataque a la ciudad. Eso explicaría por qué en el yacimiento no había más restos parecidos, lo que en un principio despertó ciertas suspicacias.
Imagen de visitantes admirando la Dama de Elche en Madrid en 1965

Imagen de visitantes admirando la Dama de Elche en Madrid en 1965Celtiberia

Trasladada la Dama hasta la casa del doctor Campello en la Glorieta, que entonces llevaba su nombre, la noticia se propagó por todo el pueblo y comenzaron visitas y «peregrinaciones». Ante la avalancha de gente que buscaba admirar el busto de rasgos helenísticos y orientales –algunos la habían bautizado ya como la «Reina Mora»–, se colocó sobre un taburete en el balcón del primer piso, para que se viera bien desde la plaza.
El 11 de agosto llegó a la ciudad el arqueólogo francés Pierre Paris para asistir a las representaciones del Misteri d’Elx, invitado por el cronista y archivero municipal Pedro Ibarra. El erudito ilicitano había comunicado el hallazgo a instituciones y estudiosos de Madrid, Londres y Berlín, acompañando fotografías tomadas por él. Paris, entusiasmado, planteó la posibilidad de comprar la obra para Francia, a lo que el propietario se negó, asesorado por Ibarra.

De Elche al Museo del Louvre

Pero en esos días llegó protestada una letra girada al Museo Arqueológico Nacional como pago de la colección de antigüedades de Aureliano Ibarra, hermano del archivero fallecido siete años antes, que había sido vendida por su hija Asunción, casada con Campello. Pese a su holgada posición, el médico tenía comprometido el dinero para la compra de un terreno y aquella informalidad le causó un gran disgusto. París aprovechó el momento para mostrarle un telegrama del Museo del Louvre garantizando el pago de la pieza, y finalmente el día 18 se cerró la venta.
El arqueólogo francés le entregó 4.000 francos, 5.200 pesetas de la época (unos 31 €). En 2006 a efectos del seguro para su traslado a Elche, fue valorada en 15 millones de euros. El 30 de agosto partió el busto del puerto de Alicante hacia Marsella y desde allí a París. En el Museo del Louvre fue bautizada como Dama de Elche y pasó a ocupar el lugar más destacado de la sala de Antigüedades Orientales a finales de diciembre.
La Dama de Elche, expuesta en el Museo del Prado

La Dama de Elche, expuesta en el Museo del PradoIPCE / Archivo Moreno

La salida del busto conmocionó al pueblo ilicitano y a una España que se recuperaba del asesinato de Cánovas del Castillo y que temía las noticias sobre la Guerra de Cuba. Uno de los que mejor reflejaron este abatimiento fue otro Ibarra, Pedro Ibarra Ruiz, arqueólogo y archivero municipal de Elche. «¿Acaso porque un hombre no tenga afición a estas cosas no se le puede impedir, en nombre de la cultura pública, en nombre de la historia patria, cuya hermosa página debe ilustrar un día, no se le puede impedir el que venda este al extranjero?», se lamentaría más tarde.

La maniobra de Franco

Al estallar la II Guerra Mundial, en 1939, fue trasladada a un lugar más seguro, el castillo de Montauban, cerca de Toulouse. Fruto de laboriosas negociaciones entre los gobiernos español y francés, el 8 de febrero de 1941 la Dama cruzaba la frontera de Portbou en tren camino de Madrid junto con otras obras artísticas y arqueológicas españolas, a cambio de varias piezas que se enviaron al vecino país e, indirectamente, de la reconstrucción de la sede de la Casa de Francia en la zona de la Moncloa, en Madrid.
Este retorno fue un hito propagandístico para la dictadura ejecutado a través de un «intercambio» con Francia, aunque según los expertos se trató más bien de una maniobra del Gobierno de Franco aprovechándose de la débil posición del país vecino provocada por la II Guerra Mundial y la ocupación nazi. Esas «negociaciones», por las que también volvieron la Inmaculada de Murillo o las coronas visigodas de Guarrazar, supusieron la ruptura de las relaciones institucionales del Museo del Louvre con el Estado español hasta 1965.
A su vuelta, fue instalada en el Museo del Prado, donde permaneció hasta marzo de 1971, acordándose su traslado al Museo Arqueológico Nacional, en el que permanece desde principios de 1972. La primera vez que la Dama salió de Madrid fue en 1965, para volver a Elche con motivo de la celebración del VII Centenario del Misteri, organizándose una exposición de arte ibérico en el Museo Arqueológico del Parque Municipal. Llegó el 23 de octubre y estuvo apenas 14 días.
La Torre del Homenaje del Palacio de Altamira dentro del Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE) se convirtió en su hogar durante su segunda visita en 2006. A esa cesión se atañe el alcalde, y el resto de ilicitanos, cuando piden la vuelta de la Dama a su ciudad, aunque sea cedida. Sin embargo, la guerra abierta continúa: el Museo Arqueológico Nacional se niega a cederla, el ministro de Cultura alude a los posibles daños que podría sufrir... y el alcalde, mientras tanto, exige valentía. De momento, para ver a la Reina Mora, hay que seguir trasladándose a Madrid.
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