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25 de abril de 2024

Nuria Ríos

El doctor y profesor José Luis Orella; la doctoranda y escritora Nuria Ríos y la profesora y Maribel Abradelo

Catolicismo inglés: de la Guerra de las Dos Rosas a la actualidad

Las mentiras del colonialismo: «Isabel I despedazó a los católicos ingleses que se exiliaron en España»

Coloquio organizado por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria sobre el catolicismo y los intelectuales ingleses entre la época de Enrique VIII y las generaciones de Newman y Chesterton

Nombres como John Henry Newman, Gilbert K. Chesterton o Evelyn Waugh son comunes a muchos españoles interesados en la renovación que, a lo largo de dos generaciones –al menos–, vivió el mundo católico gracias a los intelectuales ingleses. Muchos de ellos, conversos. Sin embargo, menos se sabe de lo que sucedió en la Inglaterra católica previa, tanto durante su fase de marginación o clandestinidad –desde el segundo tercio del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX–, como en la etapa que introdujo a ese país insular en la Modernidad. De estos asuntos versa el libro Catolicismo inglés: de la Guerra de las Dos Rosas a la actualidad (Almuzara Universidad), escrito por la joven (23 años) doctoranda Nuria Ríos, de la Universidad CEU San Pablo. Y para charlar sobre su contenido, la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria ha organizado una mesa redonda en el Aula Magna de la sede de dicha universidad.

A partir de Newman hay un antes y un después en la ola de conversiones de intelectuales

Contando con la bienvenida de Fernando Lostao, director de esta Fundación y profesor de Derecho, ha sido el profesor José Luis Orella, especialista en Historia contemporánea, quien ha comenzado disertando sobre aquella generación de católicos conversos. En su opinión, «el gran converso» es Newman, pues «a partir de Newman hay un antes y un después en la ola de conversiones de intelectuales», y constituye «la espina medular del catolicismo inglés». O, dicho con otro símil, Newman es «el tronco» del árbol católico inglés desde aquel momento. Tanto Newman como Chesterton contemplan las ruinas de abadías benedictinas inglesas, y lo que había supuesto el cristianismo católico medieval en Inglaterra, y se preguntan qué había sucedido entre aquel mundo y el coetáneo. Por eso, Chesterton se fija en la Edad Media como «una época de valores», según Orella. En este sentido, el autor de Breve historia de Inglaterra pensaba que su país había errado el camino desde los años de Enrique VIII.
Siguiendo este argumento, Orella señala que Newman viajó por Europa, y se quedó impresionado al ver cómo el catolicismo impregnaba amplias facetas de la vida –desde el arte hasta la pervivencia de monasterios– en naciones como Francia, Italia o España. Y se decía: «En Inglaterra no tenemos esto». Esta sensación de que el anglicanismo había supuesto una merma los lleva a integrarse en la Iglesia católica, a pesar de la «marginación social» que conllevaba. Y se recalca lo de «social», porque, desde el punto de vista meramente legal, la discriminación contra los católicos había cesado en 1829. Desde entonces, sin embargo, se ha seguido manteniendo la exclusión de los católicos al trono británico; motivo que obligó a la renuncia de algunos herederos y que supuso en 1714 la llegada de la Casa de Hannover. Durante el periodo que dista entre Enrique VIII y Jorge IV, hubo episodios de dura persecución. El profesor Orella habla de católicos ingleses que se exiliaron a España en el siglo XVI, y que estudiaron en las universidades españolas; algunos retornaron de manera clandestina, pero fueron descubiertos y, a continuación, sometidos a ejecución «por despedazamiento» durante el reinado de Isabel I. Orella compara a los católicos ingleses de época moderna con los católicos chinos de la actualidad.
Por su parte, la profesora Maribel Abradelo, cofundadora del Club Chesterton, define las décadas de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX como «renacimiento católico inglés». En su repaso a la literatura inglesa, destaca la relevancia de lo religioso en obras como los Cuentos de Canterbury (c. 1380–1400), de Geoffrey Chaucer, en que ya se nota el influjo de un personaje como Tomás Becket. Mártir que será el protagonista del drama poético de T. S. Eliot Asesinato en la catedral (1935). Dos décadas más tarde, el francés Jean Anouilh compondría Becket o el honor de Dios (1959), cuya versión cinematográfica (1964) está interpretada por Peter O’Toole –el irlandés encarna al monarca homicida– y Richard Burton –el galés da vida y muere como Becket–. La profesora Abradelo señala concomitancias entre lo católico y autores variados, alguno de los cuales –Shakespeare, en cuyos dramas y tragedias «los frailes no aparecen representados como lo hace Marlowe»– quizá criptocatólico. Al autor de El rey Lear se unen nombres como Oscar Wilde o Charles Dickens con su Barnaby Rudge.

Newman fue un ejemplo para los hijos de presbíteros anglicanos

Este contexto, según la profesora Abradelo, explica el «Movimiento de Oxford», un hito relevante, pues, citando a Chesterton, «al entrar, la Iglesia nos pide que nos quitemos el sombrero, no la cabeza». De ahí la importancia de la comprensión racional de la fe que caracteriza a todos aquellos conversos, marcadamente intelectuales. Lo cual añade más sentido al interés de Newman por estudiar a los Padres de la Iglesia. Eso condujo o ayudó a su ingreso en el catolicismo en 1845, su ordenación como sacerdote católico dos años más tarde, y su nombramiento como cardenal en 1879. En palabras de Abradelo, «Newman fue un ejemplo para los hijos de presbíteros anglicanos». Aludiendo a la sombra de Newman en J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis e H. Belloc, entre otros, esta profesora destaca su paternidad espiritual. No en vano, Graham Greene llama a Newman «patrono de los novelistas católicos». Eso sí: la profesora Abradelo remarca que los procesos de conversión podían resultar muy premiosos: «Chesterton publica Ortodoxia en 1908, pero no ingresa en la Iglesia católica hasta 1922».
Durante su turno, la doctoranda Nuria Ríos explicó su interés en «las historias» –cotidianas, de personajes, de motivaciones– desde que era pequeña, lo cual la llevó a interesarse en «la Historia», y, de manera más concreta, en los católicos de la Modernidad. Admite que la serie de televisión sobre María Estuardo, con sus limitaciones –sobre su rigor histórico, dice que hay «lagunas»–, le supuso un acicate. María fue reina de Escocia desde la cuna, y católica que aspiró al trono inglés, entonces detentado por su prima Isabel Tudor. Acabó siendo ejecutada por orden de su pariente, tras 18 años como prisionera de la monarca de Albión. Sin embargo, su hijo Jacobo sucedió a Isabel y se convirtió en el primer Estuardo que ciñó la corona inglesa –a tiempo que era soberano de Escocia–; algo que a Ríos le recuerda a la intrincada trama de Juego de Tronos. Cabe añadirse que este Jacobo es conocido como James por los anglosajones, y bajo sus auspicios se editó la traducción más famosa de la Biblia al idioma de Tomás Moro –la «King James Bible».

A Ríos le interesa entender el cambio de mentalidad y el viraje inglés desde el catolicismo hacia el protestantismo

Todo esto indujo a Nuria Ríos a estudiar con profundidad lo católico en Inglaterra desde los estertores de la Edad Media hasta tiempos próximos a nuestros días. Lo convirtió en Trabajo de Final de Grado, si bien las restricciones de extensión de este formato se le quedaba muy cortas. A lo cual ha encontrado remedio con la publicación de este libro. Una obra en que, además de Enrique VIII y sus numerosas cónyuges, «hay mucho más». Por eso comienza con la guerra civil entre las Dos Rosas –los York y los Lancaster–, después aborda el cisma –que «es fruto de un proceso, no sólo producto de un día»–, las largas décadas de los Tudor, y los siglos de evolución católica en el solar que compartieran anglos, sajones y normandos. A Ríos le interesa «entender el cambio de mentalidad y el viraje inglés desde el catolicismo hacia el protestantismo». También analiza «cómo viven los católicos su día a día» en un ambiente en el cual no profesar la religión cismática era considerado como un acto de «traición a la Corona». Persecuciones que padecieron tanto los católicos ingleses como los irlandeses, y de manera especial bajo la dictadura de Oliver Cromwell.
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