Fundado en 1910

28 de abril de 2024

A la izquierda, productos de Casa Pepe. A la derecha: carta de la Taberna Garibaldi

A la izquierda, productos de Casa Pepe. A la derecha: carta de la Taberna GaribaldiPaula Andrade

De Casa Pepe a la Taberna Garibaldi de Pablo Iglesias, las reliquias vetusta y «moderna» de las dos Españas

No parecía posible que en pleno siglo XXI la versión de izquierda radical del añoso establecimiento de Despeñaperros pudiera abrirse, y menos como idea de un exvicepresidente del Gobierno

Casa Pepe, situada en Despeñaperros, se fundó en 1923. Más de un siglo contempla a la venta que con el tiempo, de padres a hijos, se convirtió en un restaurante y tienda kitsch con todo tipo de recuerdos al fascismo y sus símbolos, desde la decoración hasta sus productos. El establecimiento es una anclada en el tiempo, glorificación perpetua de Franco o de José Antonio Primo de Rivera. La bandera con el águila («el pollo», la llaman los contrarios) está por todas partes.

En Despeñaperros y en Lavapiés

Durante mucho tiempo el lugar ha sido parada común (y lo sigue siendo) de los viajeros en coche de ida o vuelta de Andalucía. El tiempo le ha dado permanencia e incluso una extraña vigencia curiosa como decían en Desayuno con diamantes de Tiffany's. Casa Pepe está allí erigida en medio del valle ciudarrealeño como una estatua del pasado. Peticiones de cierre y señalamientos no han faltado a lo largo de los años, del siglo, sobre todo en los últimos tiempos, pero la(s) reliquia(s) y el espíritu del dueño (que se declara franquista desde que nació) permanecen.
La otra cara de la moneda se presentó ayer en el Madrid más castizo, el barrio de Lavapiés, o mejor dicho el barrio más antiguamente castizo. Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno, es el fundador de la llamada Taberna Garibaldi, no estrenada en 1923, sino en 2024, el bar «para rojos», «donde solo podamos ir nosotros», ha afirmado el dueño, lleno de referencias en sus platos, cartas y decoración no solo al comunismo, sino también al terrorismo de ETA. Una provocación que supera, por la novedad y los tiempos y las formas, al viejo templo perdido del fascismo entre montañas.
Una parte de la carta de la Taberna Garibaldi

Una parte de la carta de la Taberna GaribaldiTaberna Garibaldi /Twitter

Nunca a ninguna ideología se le avisó de que no era bienvenida en Casa Pepe, al contrario que en la Taberna Garibaldi, donde se glorifica, en clave no solo de convencimiento como su antagonista, también de burla, la mayor ideología asesina de la historia y el terrorismo de ETA. Ya se sabía del gusto por las herrikotabernas de Iglesias, donde, en loor de proetarras, justificó los atentados porque allí «supieron ver que aquella democracia era imperfecta».

«No me llame ternera»

«No me llame ternera» es el nombre de un plato vegano que se sirve en la Taberna Garibaldi. Casi como una respuesta inoportuna y cruel al reducto lejano del franquismo (kitsch a estas alturas, como se decía al principio, más que sectario como el céntrico nuevo establecimiento en honor de la izquierda radical) del franquismo: «Rojo que vuela, a la cazuela» de Casa Pepe, trasnochada frase de un anónimo hostelero que sin embargo palidece ante los nombres de los cócteles, idea de todo un exvicepresidente del Gobierno en democracia, en homenaje a varios de los mayores asesinos de la Historia.
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