Tomás Rufo en El Debate
Entrevista
Tomás Rufo: «Después de los naturales del otro día, en Las Ventas, no me cambiaba por nadie del mundo»
El autor de una de las mejores faenas de esta Feria de San Isidro, visita El Debate para responder sobre su vida diaria, sus referencias taurinas o el momento de compañeros como Morante de la Puebla
El natural es el rey de los muletazos; junto con la verónica y la estocada –la suerte suprema– constituyen el núcleo de la lidia clásica.
En una Feria de San Isidro en la que se están sucediendo los carteles de «No hay billetes», el joven diestro toledano Tomás Rufo, nacido en 1999, trazó el 23 de mayo unos naturales extraordinarios a un toro de Victoriano del Río.
Tenía en el bolsillo las dos orejas y la Puerta Grande… pero pinchó. Una semana después, el 1 de junio, volvió a rozar el triunfo grande por una faena a un toro de El Parralejo… y volvió a pinchar.
Para comentar todo esto y el desarrollo de su carrera taurina, visita Tomás Rufo la sede de El Debate, junto con Víctor Zabala, su apoderado.
–No sé si empezar dándote la enhorabuena, por haber toreado bien, o reñirte, por haber matado mal. ¿Qué pasó para que pincharas dos faenas de triunfo, en Las Ventas?
–No lo sé. Suelo tener más regularidad, con la espada. La semana anterior, en la preparación, estaba matando bien los toros. Me sorprendió. He reflexionado luego y creo que me vi ya con las orejas en la mano y quise matar más con el corazón que con la cabeza.
El torero Tomás Rufo en la redacción de El Debate
–A todos nos emocionaron sobre todo los naturales de la primera tarde: largos, mandones, con la mano baja, «rastreros», como decía Antoñete.
–Uno sueña siempre con que te salga un toro así, en Madrid, que te permita torearlo con profundidad, dentro de mi concepto. Creo que fue una faena interesante, de toma y daca, porque tuvo varias fases. El toro era exigente. Y culminó con esa serie de ocho naturales, de mano muy baja.
–¿Crees que toreas mejor con la izquierda que con la derecha?
–Intento que las dos vayan a la par pero quizá sí. En el toreo, la izquierda es decisiva: siempre se ha dicho que es la izquierda la que hace que ganes dinero. O, como dice un amigo mío de Talavera: «La mano, baja; la otra, pa' la caja».
Me impresionó la faena de Morante, desde los lances de recibo. Y su valor, cuando dejaba la muleta muerta, como si no le importara lo que podía hacer el toro
–Has venido muy bien colocado, en San Isidro: tres tardes, en carteles importantes. ¿Qué balance haces de tu paso por la Feria?
–Aunque no ha habido trofeos, creo que ha sido importante, para mí. Se ha podido ver mi disposición, mis ganas; también, la evolución de mi toreo. Lo había preparado mucho con la cuadrilla y con todo el equipo.
–Tu segunda tarde fue la de la gran faena de Morante.
–Esa tarde, la gente estaba con él, como es lógico. Antes de la corrida, como yo me pongo nervioso, fui a la Sala de Toreros. Allí coincidí con Morante: lo vi muy tranquilo. Luego, me impresionó su faena, desde los lances de recibo. Y su valor, cuando dejaba la muleta muerta, como si no le importara lo que podía hacer el toro. Yo estaba deseando que matara bien.
Tomás Rufo durante la entrevista en El Debate
–¿Te ha influido algo de lo que le viste hacer?
–Su seguridad, su gesto tranquilo. Es el que más valor tiene.
–Los toros de El Parralejo no dieron el juego esperado.
–Hubo dos que valieron: el primero de Fernando Adrián y el último, el mío. Éste sí tuvo emoción: eso es lo que necesitas, en Madrid. Si hay emoción, la afición madrileña siempre se entrega.
–¿Cómo llevas la temporada?
–Bastante bien: muy bien, en Valencia y Castellón; bien, en Sevilla. Después de Madrid, vienen grandes puertos: el Corpus en Toledo, para mí, una fecha muy especial. En Pamplona, la de Cuvillo, con Morante y Roca Rey.
Interviene en nuestra charla Víctor Zabala, su apoderado: Tomás va a matar toros de La Quinta por primera vez, en Gijón.
–¿Y los Victorinos?
–Por primera vez, los voy a matar en Dax. Creo que es un tipo de toro que le va bien a mi toreo (el que sale bueno, claro está): responde bien, si le exiges por abajo.
Me gusta empezar de rodillas porque eso ayuda a que el público se meta en la faena. Va unido a que prefiero las faenas cortas
–Te llevaban los Lozano; esta temporada, cambiaste a Víctor Zabala.
–Les estoy muy agradecido a los Lozano pero creo que tocaba ya un cambio de aires; aunque, en el toreo, nunca sabes si aciertas o no. Además de tener relaciones con la empresas, Víctor me acompaña al campo, siempre que puede; sobre todo, antes de los compromisos fuertes, para ver cómo ando.
–Algunos discuten tus comienzos de faena de rodillas.
–Me gusta hacerlo porque eso ayuda a que el público se meta en la faena. Va unido a que prefiero las faenas cortas: pronto y en la mano. Depende de las condiciones del toro: le has de ver cierto fondo porque, de rodillas, le exiges mucho. Lo esencial es torear bien, de pie o de rodillas. Eso es lo que busco.
–Vuelvo para atrás. Tú no llegaste al toro por hambre, como decía el tópico: tus padres tienen un negocio. Y no había antecedentes de toreros, en tu casa.
–Así es. No hay toreros, en la familia, pero sí teníamos amistades taurinas. En Pepino, mi pueblo, hay muchísima afición a los toros, se dan muchos festejos populares. Incluso hay una Escuela Taurina, en un pueblo que sólo tiene tres mil habitantes. Yo jugaba al fútbol y, a la vez, empecé a ir a las dos Escuelas Taurinas, la de Toledo capital y la de mi pueblo.
–¿Cómo les sentó eso a tus padres?
–Al principio, bien, porque pensaron que iba a ser sólo un juego, sin más. Poco a poco, fue creciendo mi afición, hasta que decidí ser torero. Ahora, mi padre, que me acompaña, lo pasa muy mal, naturalmente. Pero también lo pasa muy bien, cuando las cosas salen bien. Esta profesión es así. Después de los naturales del otro día, en Madrid, yo era el más feliz del mundo, no me cambiaba por nadie.
Tomás Rufo, con el primero de su lote, ese 23 de mayo en Madrid
Rufo, mirando al tendido esa misma tarde
–Ahora, tu hermano menor también quiere ser torero. ¿Te gusta eso? ¿Crees que torea en la misma línea que tú?
–Yo amo esta profesión pero sé lo dura y difícil que es; y eso que yo no he tenido graves problemas. Ahora, lo paso mal, por él. ¿Cuál será su estilo? No lo sé. Cada uno tiene el suyo, no hay que copiar a nadie. Él dice que es más artista que yo. Veremos…
–Formas parte de la escuela toledana.
–Sí, los toreros de mi tierra tienen un concepto castellano: sobriedad, mando, mano baja. En vídeos, he visto a Domingo Ortega, Pablo Lozano, Gregorio Sánchez… He sido compañero de Eugenio de Mora. Ése es el concepto que yo prefiero: es válido para toda clase de toros.
En las dificultades, hay que crecerse. Si uno no cree en sí mismo, ¿cómo va a creer en ti el público?
–Una persona importante en tu carrera ha sido Florito, el mayoral y veedor de Las Ventas, un personaje muy respetado.
–Para mí, Florito ha sido clave. Fue él el que me recomendó para torear por primera vez en Madrid, cuando yo tenía muy poquita experiencia: esa tarde corté oreja y eso me abrió varias puertas. Ahora, sigue ayudándome con su opinión y con sus consejos, igual que mi padre.
–Después de la alternativa, tuviste un comienzo fulgurante, muy poco frecuente, con una serie de Puertas Grandes en Plazas importantes. Luego, vino un cierto bajón.
–Abrí la Puerta Grande de Las Ventas y la Puerta del Príncipe; indulté un toro en Nimes… Yo no era muy consciente, entonces, de lo que estaba logrando; no tenía mucho tiempo para reflexionar. Luego, resulta que no tienes suerte en Madrid, una tarde, y empiezas a torear menos… Eché mano de mi raza, de mi orgullo de torero. Hay que tener carácter, para no quedarte atrás. Desde mi alternativa. creo que he dado un salto adelante grande en mi conocimiento de la técnica.
–Para ser figura, hay que tener ambición.
–En las dificultades, hay que crecerse. Si uno no cree en sí mismo, ¿cómo va a creer en ti el público? Yo sí me lo creo; por lo menos, por momentos. Sí que tengo ambición. Me encanta torear con las máximas figuras: en esos carteles, esas tardes, es cuando yo suelo estar mejor.
–¿Quiénes son tus referencias taurinas?
–En persona, El Juli: siempre ha sido mi ídolo. Por los vídeos y por las conversaciones que he tenido con su hijo, José María Manzanares padre. Admiro a muchos toreros pero no quiero copiar a ninguno. Aspiro a que los aficionados me reconozcan cuando toreo, incluso estando de espaldas.
–¿Cómo es tu vida diaria?
–Sigo viviendo en Pepino, mi pueblo, con mis padres. Mi vida no ha cambiado nada. Tengo mis amigos de siempre. Soy una persona normal, nada raro. En general, soy tranquilo, aunque alguna vez salto, por la presión. Entreno muchas horas, con todo mi equipo. Ellos me aportan mucho: para ellos, que son mayores que yo, sigo siendo un crío.
–Tu pasión es el campo, la caza.
–Es mi referencia, mi cuartel general. Me gusta ir solo: no quiero seguir hablando de toros. Prefiero reflexionar.
–¿En qué debes mejorar más?
–En todo. Ahora, por supuesto, en la espada. Hasta ahora, los toros que cuajaba, no se me solían escapar.
–¿Hasta dónde esperas llegar, en el toreo?
–No lo sé. ¡Depende de tantas cosas! Pero trabajo mañana y tarde para que mi tauromaquia no se estanque. Si algún día me aburriera, lo dejaría: por ahora, no es mi caso, en absoluto. La profesión de torero hay que vivirla con pasión.