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César Antonio Molina, en su entrevista en El Debate

César Antonio Molina durante una entrevista en El DebatePaula Argüelles

Entrevista por su libro Insurgentes. Intelectuales frente al poder

César Antonio Molina: «A Orwell le debemos saber que el totalitarismo no era solo de extrema derecha»

En Insurgentes (Contrapposto, 2025), el autor ofrece una reflexión sobre la cultura y la política a través de semblanzas de grandes intelectuales de la historia muchas veces contrarios entre sí

Insurgentes es un libro que, según su autor, el profesor, escritor, poeta y exministro de Cultura, César Antonio Molina, surge de los «muchos cientos de clases en la universidad que he dado a lo largo de mi vida». Dice que se dio cuenta «de que había que centrarse mucho en lo que se quería decir y elegir muy bien a los autores». Se trata de en vez de hablar de toda su obra en general y de toda su vida, de tomar un asunto «muy central de su tiempo y tratar de explicarlo para que los alumnos no perdieran la atención».

César Antonio Molina dice que «en vez de hablar de todo Kafka, pensé que una manera de explicarlo a él y a su narrativa era la cuestión personal. Porque el verdadero problema para Kafka no eran los funcionarios, ni el Estado, ni la ley que se impone, sino él mismo. De repente uno se da cuenta de que el castillo es él mismo, de que muchas de sus reflexiones y simbolismos maravillosos también están referidos a él mismo».

Cubierta de Insurgentes (Contrapposto, 2025)

Cubierta de Insurgentes (Contrapposto, 2025)

–Dice usted que Aristóteles dijo que los autores teatrales y los músicos deberían ser funcionarios públicos. Los segundos en importancia después de los sacerdotes. No cree que en España hay muchos autores teatrales y músicos? Son casi entre comillas, funcionarios públicos, pero en el sentido contrario al del filósofo griego.

–Lo que hay es mucho autónomo, maltratado y mal pagado. Viviendo con dignidad, pero con muy pocos medios. No como en la época de Valle-Inclán y Luces de Bohemia, pero la mejora proporcional no ha sido muy grande. En España no hay conciencia de la importancia de la cultura. La izquierda la ha utilizado muy bien, unas veces por motivos históricos y otras por el simple hecho de manejar a la gente. La derecha tiene un complejo de inferioridad tremendo, no entiende muy bien lo que es la cultura. Y bueno, pues este mundo se debate entre los que la quieren utilizar y los que ni siquiera saben cómo.

–No se sabe mucho de Dante Alighieri, pero en una carta escribió: «El origen de todos mis males fue el infausto paso por la política». ¿Para César Antonio Molina fue también infausto?

–No, no. Cada cosa que he hecho en mi vida laboral creo haberla hecho lo mejor que podía. Y con bastantes buenos resultados. No fue un paso más la política. En realidad, yo fui a mi ministerio, a mi propio ministerio, que era el de la gestión cultural y por lo tanto mi paso por la política no fue en el Ministerio de Industria o el Ministerio del Interior o de Exteriores. Era mi propio gremio por el que luché y me debatí con mucho denuedo. Y traté de aunar los muchos intereses a veces diversos.

A Azaña lo machacaron por todos lados.Por una parte el estalinismo y y el comunismo y todas sus ramas y por otra parte, la ultraderecha y el fascismo

–Al entierro de Holderlin no asistieron autoridades académicas o civiles, ni tampoco familiares, ni amigos famosos de otras épocas. La imagen recuerda un poco a Mozart. A qué político se podría similar una situación similar a la de Holderlin?

–Hay montones de grandes escritores, de grandes artistas que fueron enterrados solos. Y además tardaron en ser reconocidos. Podríamos hablar de Azaña, de cómo murió en el exilio. Un intelectual, una persona de la cultura, también metida en la política, tratando de hacer lo mejor para el país, pero entre unos y otros se lo impidieron. Por una parte el estalinismo y y el comunismo y todas sus ramas y por otra parte, la ultraderecha y el fascismo. Lo machacaron por ambos lados.

Kafka odiaba la medicina. Odiaba a los médicos. Odiaba las vacunas. Toda la medicina institucionalizada la veía como un peligro

–¿Kafka odiaba el psicoanálisis porque removía más aún el sinfín de lecturas y de autores en los que buscó respuestas a su indecisión?

–Se decía que Kafka odiaba la medicina. Solo le interesaba lo naturista. Odiaba a los médicos. Odiaba las vacunas. Toda la medicina institucionalizada la veía como un peligro. Y respecto al psicoanálisis, yo creo que en el fondo pensaba como otros escritores, incluso en nuestra época misma, que era una intromisión en el interior del ser humano. En su caso, en el interior de su creatividad. Yo creo que Kafka pensaba que toda su creatividad salía de su interior, de su caverna interior, de su oscuridad interior. Y que entonces el psicoanálisis era como dejar entrar a un espeleólogo con su linterna dentro de sí mismo, en su propia cueva de creación. No quería saber nada de la psiquiatría, del psicoanálisis. Hay otra cosa que le horrorizaba y era Viena. Le maravillaba Berlín y su idea era ir a Berlín. Escribir en los periódicos en Berlín, frecuentar las cafeterías y las tertulias de Berlín. Kafka era muy contradictorio, pero tenía sus motivos a su manera.

No sé si llegaremos a que a la gente le guste más las novelas escritas por la inteligencia artificial que por una persona

–Robert Louis Stevenson se admiraba del poder de la prensa como elemento esencial de la información y en la educación de los ciudadanos. Y también la criticaba por la falta de verdad. ¿Qué crees que pensaría o diría el autor de La isla del tesoro del monstruo de Internet, donde también cabe mucha más falta de verdad?

–La queja contra la prensa siempre es contra aquella gente que vivía de los bulos, del sensacionalismo, que siempre lo ha habido, y que la gente conocía bien cuál era. Stevenson y y Balzac y Flaubert y tanta gente, tantos otros escritores se quejaban de eso como algo normal, porque ellos sí que cumplían con los requisitos del artículo y con los requisitos de la veracidad. Yo creo que el mundo de hoy les hubiera horrorizado a muchos de los grandes escritores del siglo XIX y del XX porque ellos siempre confiaron en la escritura como algo sublime, como algo que ayudaba al ser humano a hacerse mejor, a reflexionar, a tomar buenas decisiones. Y claro, hoy verse inmersos en el mundo de internet, en el mundo de los bulos, de las mentiras, de los insultos, pues sería tremendo. Y además, con el añadido de la inteligencia artificial en el que el papel de los escritores, el papel de los artistas o el papel de tantas otras profesiones va a ser muy restringido. No sé si llegaremos a que a la gente le guste más las novelas escritas por la inteligencia artificial que por una persona. Y claro, ellos se hubieran enfrentado. Hubieran defendido las columnas sobre las cuales habían formado su manera de escribir, su manera de entender el mundo y tratar de explicarlo.

Nos sentimos insultados por este gobierno, por este presidente que nos insulta y nos llama fascistas y franquistas

–Define usted a Valéry como «la intelectualidad incómoda». ¿Quién sería hoy en día entre los políticos, por ejemplo, o entre una figura de la actualidad, el más parecido o alguien parecido?

–Yo entre los políticos españoles no veo ninguno (risas). Y como yo creo que también los ciudadanos. Nos sentimos insultados por este gobierno, por este presidente que nos insulta y nos llama fascistas y franquistas a los que combatimos en los últimos años del franquismo, que estuvimos en la Transición y que nuestro paso por la política siempre sirvió para para el desarrollo y el avance del país. Yo considero que todos nosotros, muchos miles y miles de personas, que también seguimos considerándonos socialistas, no franquistas, no tenemos nada que ver con el sanchismo que nada tiene que ver con el socialismo. Cómo no se cumple la Constitución, cómo se acusa a los jueces de estar afectos a ideología o cómo se gobierna un país que lleva años sin presupuesto.

César Antonio Molina, en su entrevista en El Debate

César Antonio Molina, durante una entrevista en El DebatePaula Argüelles

–¿Es Orwell, quien se consideraba de izquierdas por convicción y de derechas por temperamento, y quien defendió al individuo sobre la masa, uno de los grandes enemigos intelectuales del presente?

–A Orwell le debemos la conciencia de como el totalitarismo no era solo de extrema derecha, sino que también estaba en el socialismo, en el comunismo y en el estalinismo. Eso le costó muchos sacrificios, muchos problemas. Él se dio cuenta de eso, pero sentimentalmente seguía sintiéndose una persona de izquierdas. Fue fiel a sus ideas y fue fiel a lo que él se dio cuenta de lo que estaba pasando y que tenía que que denunciarlo. Cuando estuvo en Cataluña y en Barcelona vio toda la persecución por sí mismo. Y cómo el estalinismo quería ser dueño del país.

–Hannah Arendt dijo que los hijos son ante todo, parte de una familia y de un hogar. Hubo una ministra de Educación, Isabel Celaá, que dijo que los hijos no pertenecen a los padres. ¿Sí Arendt fue una luchadora y una pensadora de la libertad, la ministra y lo que ella representa es una pacifista de la esclavitud?

–Lo que dijo fue una tontería. Una ministra no debería haber dicho eso. Los hijos son de sus padres y de su familia. Y cuando se dice que son del Estado y que deben de ser educados por el Estado y demás es totalitarismo puro. ¿Dónde se ha visto eso? No sé si lo dijo consciente o inconscientemente. Una idea totalitaria contra la que se luchó y murieron millones y millones de personas. No sé, ella sabrá. Y si hoy lo volvería a decir sería mucho más grave.

Siendo gallego, tengo tanto orgullo por Rosalía de Castro como como por Lope de Vega o por cualquier otro escritor que no sea de Galicia. A mí me llena todo de orgullo

–Paul Bowles escribió que los españoles son «una gente sumamente consciente y orgullosa de su cultura hispánica» ¿Seguimos siéndolo tantas décadas después?

–El problema es que todo esto último de las autonomías ha dividido. Hay como varias culturas, varias lenguas. Que son compatibles. ¿El ser hispánico del que hablaba Bowles era un usuario único?, no. Es un ser compatible. Un catalán que es español o un vasco que es español. Yo sigo pensando, creyendo y defendiendo que somos un país como tantos y tantos cientos de países que hay en el mundo que tienen varias lenguas, que tienen varias maneras de entender la vida, y que no son tan diferentes.

Tenemos que aprender a convivir entre todos nosotros y pensando que seguimos perteneciendo, aunque cada uno de nosotros tenga una procedencia y tenga un orgullo de esa procedencia, que no le impide tener el orgullo de todos los demás. Yo, siendo gallego, pues tengo tanto orgullo por Rosalía de Castro como como por Lope de Vega o por cualquier otro escritor que no sea de Galicia. A mí me llena todo de orgullo.

Con quién me siento más identificado, por muchas cosas, por ser poeta, por ser ensayista, es por Valéry

–No se ha mencionado a muchos de los insurgentes de su libro, como Zygmunt Bauman, filósofo de moda entre la izquierda, «alto funcionario comunista». ¿Podría decirme cuál es su favorito?

–Con quién me siento más identificado, por muchas cosas, por ser poeta, por ser ensayista es por Valéry. Me siento muy identificado con él. Lo pasó mal durante la Primera Guerra Mundial y la segunda, aunque la vivió poco porque se murió. Pero es él el intelectual que trata de mantener la verdad en situaciones muy difíciles y muy complicadas. Es uno de mis grandes poetas, un grandísimo ensayista y narrador que siempre estuvo, por la época que le tocó vivir, en una situación muy compleja.

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