Imagen de la Catedral de Burgos
Las vidrieras de la Catedral de Burgos, destruidas por Napoleón, serán restituidas después de doscientos años
El Ministerio de Cultura y Deporte ha destinado una partida presupuestaria de 850.000 euros para rehabilitar los rosetones de la Capilla de los Condestables
El peor error que pudo cometer Napoleón, dicho por el mismo, fue meter su nariz imperial en España. El principio del fin de un sueño de dominación europea, que comenzó con la primera gran derrota de su ejército, invicto hasta el momento, y con más de 200.000 unidades perdidas durante la guerra. Tuvo que ir el mismo emperador a solventar los problemas que su hermano, José Bonaparte, o Pepe Botella como se le conocía en Madrid, no podía resolver.
Este proyecto forma parte del plan del Presupuesto General del Estado de 2023 aprobado el pasado martes, y que ha celebrado de forma enérgica la Archidiócesis burgalesa. Miquel Iceta cumple con la promesa que hizo hace unos meses cuando realizó una visita institucional a la provincia.
Hoy, más de doscientos años después de la retirada francesa de la «Cabeza de Castilla» el estado procede a la rehabilitación de las vidrieras con una partida presupuestaria de 850.00 euros destinada a la capilla de los Condestables de la catedral burgalesa.
La obra de restauración se encargará de siete de los catorce ventanales destruidos
La obra de restauración se encargará de siete de los catorce ventanales destruidos que requerirán un arreglo específico, ya que cada uno depende de la situación y de las condiciones en las que se encuentran. Estos arreglos permitirán recuperar la luz original de los rosetones con la que fueron diseñados convirtiéndose en una de las mayores obras de restauración que se ha realizado en el templo burgalés. Esta obra se enmarca en el octavo centenario del inicio de la construcción de la catedral e Burgos.
La historia de la destrucción de las vidrieras comenzó con Napoleón cruzando la frontera española por Bayona en 1808 acompañado por un gran ejército. Con dos batallas iniciales, consiguió entrar en la ciudad de Burgos el 11 de noviembre de ese mismo año. Mientras duraron los asuntos franceses en España, en ese periodo de unos seis años, la capital de Castilla sufrió la ocupación francesa en su patrimonio que fue varias veces dañado. Finalmente derrotados, los franceses procedieron a huir de las fronteras de España, no sin antes arrasar todo a su paso.
Vista general del castillo, el Arco de Santa María y la Catedral de Burgos
El castillo de Burgos fue un emplazamiento militar muy importante a la hora de su expansión hacia el sur; cuando las tropas se retiraron de la ciudad ordenaron su destrucción mediante explosivos y la onda expansiva hizo que las vidrieras de la catedral se rompieron en añicos, al igual que las aspiraciones del emperador de controlar España.
Siete de los catorce ventanales fueron recogidos por los fieles canónigos y preservados hasta ahora en la sacristía donde aguardan su pronta reestructuración. El destino de los otros siete rosetones nunca se desveló y nunca se llegó a saber donde acabaron.
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