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29 de marzo de 2024

Portada de «La metamorfosis y otros cuentos de Frank Kafka» de Paco Roca

Portada de «La metamorfosis y otros cuentos de Frank Kafka» de Paco RocaAstiberri

'La metamorfosis y otros cuentos de Frank Kafka': dos cuentacuentos

Paco Roca reinterpreta a Kafka en una correcta recopilación de sus cuentos

Hoy rompo un compromiso. Al menos, en parte. Déjenme que les explique y perdónenme antes de nada por esta confesión tan repentina y, lo que es peor, fuera de lugar. El caso es que mi intención, cuando empecé a escribir líneas en este diario, fue siempre la de incorporar el cómic entre las novelas, ensayos y obras líricas que podrían lucir entre estas páginas digitales. Reflexionar y tratar de abrir una conversación con ustedes acerca del medio, valorándolo por sus propios méritos, a través de las cada vez más abundantes obras notables del panorama nacional.
Pero hoy no. Hoy tratamos de hablar nada menos que de Frank Kafka, uno de esos clásicos de la literatura universal, casi siempre reivindicado aunque a veces discutido (siempre resonarán en mis oídos las palabras de Eduardo Mendoza cuando dijo aquello de «Kafka es un ser entrañable, que todos queremos, pero es muy mal escritor»). Y es que la editorial Astiberri ha tomado la iniciativa (bastante recurrente, por otra parte) de publicar una serie de clásicos contemporáneos ilustrados por algunos de los autores de cómic con más renombre y tirón comercial del momento. En este caso, hablamos de la recopilación de los cuentos más icónicos de la cultura (¿post?) moderna encabezados por la archiconocida La metamorfosis, acompañada en este caso por una serie de ilustraciones del aclamado Paco Roca (Valencia, 1969).
La idea de publicar libros ilustrados, ya lo saben ustedes, no es para nada novedosa. Puede responder a una vocación puramente comercial, de entrada a nuevos lectores, o puede aportar algo más a la experiencia de completar, como lector, la obra iniciada por su autor. A veces, incluso, los grabados que acompañan a las palabras se convierten en sí mismos en obras a reivindicar, y ahí están las ediciones del Quijote ilustradas por Doré, o por Mingote; y una obra como Alicia en el país de las maravillas casi no se entendería si no es junto a los fantásticos dibujos de John Tenniel (o la fantástica y más reciente edición con los dibujos de Benjamin Lacombe). Así que la pregunta es: ¿Responde esta edición a una mera voluntad pecuniaria o aportan los dibujos de Roca algo más que el simple acompañamiento formal?
Portada de «La metamorfosis y otros cuentos de Frank Kafka» de Paco Roca

astiberri / 231 págs.

La metamorfosis y otros cuentos de Frank Kafka

Paco Roca

Mientras iba leyendo el primero de los cuentos de esta compilación, La metamorfosis, he de reconocer que sufrí cierta indignación. No es que los dibujos no sean buenos, pues Roca aplica su particular estilo (aunque mutado en cada cuento) con la competencia que le caracteriza. El problema que encontraba era que la historia del autor checo y las ilustraciones del valenciano estaban contando historias paralelas, distintas en ciertos detalles de la trama. Me preguntaba mientras leía, «¿se habrá leído Roca el cuento que está ilustrando? ¿Por qué me está contando otra historia distinta a la de la frustración del pobre Gregor Samsa?». Y luego me di cuenta. Roca no es ilustrador para terceros. Roca es un contador de historias, y es eso precisamente lo que quiere hacer con sus dibujos, contar la historia que a él le interesa en cada uno de los cuentos de Kafka.
Quizás sea la persona menos idónea para teorizar sobre Kafka, pero desde mi adolescencia me vi atraído por el surrealismo casi pesadillesco de sus obras, la frustración naturalizada de sus personajes, y si pienso brevemente en las tramas de sus cuentos o sus novelas, hay ciertos elementos que pueden identificarse como marcas de estilo. Eduardo Mendoza reprochaba a su obra de no saber atraer al lector con sus inicios. Decía que no se podía empezar una novela con-tando tal cual la trama que pretendía desarrollar después. Pero a Kafka no le interesa que Samsa sea un insecto ni que a Josef K. lo procesen sin saber exactamente por qué, lo que le interesa es la tensión que se genera al naturalizar lo extraño, en hacer familiar lo imposible y en centrarse en las más absurdas disquisiciones que nos alejan de un problema que, a todas luces, debería preocupar más a los personajes y por ende al lector.
Como decía Freud a propósito del chiste, el contacto con el inconsciente a través de lo que él denominaba el «desplazamiento» es la clave de Kafka para generar la incertidumbre, el desasosiego y esa sensación onírica en su obra, y eso es exactamente lo que pretende (o así quiero pensarlo) Paco Roca con sus ilustraciones. Si en el cuento El Fogonero su protagonista descuida su equipaje para buscar un paraguas y la historia acaba derivando en riñas entre la tripulación del barco, Paco Roca se centra en esa maleta que el relato ha obviado. O se adentra en el subconsciente no revelado de un protagonista de La condena. O hace que la hermana de Samsa toque el violín para su hermano o este vaya a trabajar cuando nunca saldrá de la habitación de la casa de sus padres. No, no es desconocimiento de la obra, es la acentuación de la incomodidad latente en Kafka.
Paco Roca es un contador de historias y es lo que hace en esta ocasión. Si no fuera por su obstinación por la narrativa a través de lo pictórico, tal vez esta edición no sería más que otra bienintencionada puerta de entrada a la obra de Kafka, pero Roca siempre da un poco más de lo que se espera de él. Su intención no será la de que sus dibujos acaben a buen recaudo en la Biblioteca Nacional, como el Quijote de Doré, pero sí hundir el dedo aún más en la herida que abre Kafka con su lectura.
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