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`Si un árbol cae en el bosque': secretos al descubierto a la luz de un crimen

Retrato psico-sociológico de una comunidad hermética en la que los personajes no son lo que parecen a simple vista

Marina Tena Tena, de raíces extremeñas aunque nacida en Madrid (1989), ha compaginado su trabajo como profesora y educadora social en centros de menores con la creación literaria, campo que aborda desde los géneros de la novela y el relato, tanto para adultos como para el público joven. Es autora de libros como Legado de plumas, No escuches a la Luna, Una casa sobre tus huesos, El terror tiene tu rostro o Cuentos para pequeños dragones.

Cubierta de 'Si un árbol cae en el bosque'

Grijalbo (2024), 400 páginas

Si un árbol cae en el bosque

Marina Tena Tena

Si bien el terror y la fantasía son elementos señeros de su obra, la novela que ocupa el interés de estas líneas, Si un árbol cae en el bosque (Grijalbo, 2024), renuncia a esas características y nos empuja hacia una narración realista. Ambientada en 1986, Zarzaleda, una pequeña población de la sierra madrileña, es sacudida por el asesinato de un joven prometedor, Manuel Villaseñor, hijo de una familia distinguida.

El magnetismo, el atractivo físico y la privilegiada condición social de Manuel, destinado a heredar la pujante empresa familiar, le habían granjeado tantos seguidores como detractores. Nadie habría pensado que podría llegar a ser asesinado, pero cuando esto ocurre salen a la luz no solo algunos aspectos negativos de su personalidad (altanero, despectivo en ocasiones y aficionado a las bromas de mal gusto), sino también los sentimientos (dispares) de los componentes del grupo de amigos con los que Manuel se reunía cada vez que venía al pueblo.

Narrada en presente, aunque virando hacia el pasado una y otra vez, la historia nos ofrece la mirada angustiosa de esos jóvenes que han de lidiar con la ausencia del que fuera su amigo (de unos más que de otros) una vez su cadáver es encontrado en una cabaña próxima al pueblo, punto de encuentro para ellos.

El foco de la narración recae sobre Camino, una chica indómita y arisca de familia desestructurada (no conoce a su padre y su madre la abandonó siendo niña), sobre la que, en principio, podrían recaer las sospechas, pues la misma noche en que Manuel desapareció le gritó ante sus amigos que ojalá se muriera.

Conviene aclarar que, aunque hay misterio en la novela, no estamos ante un thriller al uso en el que un grupo de sagaces expertos criminalísticos resuelven el caso. Aquí son algunos de los amigos (jóvenes que nunca se vieron en semejantes tareas) los que, al margen del trabajo realizado por la Guardia Civil, bien sea por esclarecer la verdad o por sortear ser señalados como sospechosos, hacen todo lo posible por averiguar quién mató a Manuel.

El lenguaje de Si un árbol se cae en el bosque no es meramente funcional, como ocurre con muchas novelas comerciales de misterio. Muy al contrario, estamos ante una obra con una prosa sobria, bien trabajada, que pretende ser detallista y clara, y lo es, a la hora de desarrollar la personalidad, las motivaciones y los secretos del grupo de amigos: Isabel y su hermana Inés, Sagrario, Fernando, Verónica, Álvaro, Rosa (una vecina cotilla), Sergio (guardia civil, hermano de Sagrario), Manuela, Carmena o la propia Camino, que es quien más empeño pone en resolver el caso pese a que todas las pesquisas apuntan en una dirección que no es de su agrado.

Y gracias a que el libro está menos centrado en la resolución científica de un asesinato que en el efecto moral y psicológico que dicho asesinato ha generado en quienes conocieron a la víctima, nos vamos sumergiendo en una cadena de reacciones verosímiles teniendo en cuenta las circunstancias, de tal manera que los secretos, los odios, los rencores, el amor y la infidelidad van cobrando peso página a página.

Varios capítulos se abren con el informe de la guardia civil tras la declaración de algunos de los amigos de Manuel, pero ya digo que no es esta una novela negra. Hay en ella misterio y se resuelve un caso de asesinato, cierto, pero es más el retrato psico-sociológico de una comunidad hermética –en la que los personajes no son lo que parecen a simple vista– que la resolución policial de un delito.

Si un árbol cae en el bosque es una novela intimista y serena, escrita en tono menor, agradable de leer, con un ritmo consolidado, que barrunto gustará más al lector literario que al habituado a enfrascarse en novelas noir sin más objetivo que pasar un buen rato.

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