Detalle de portada de «Los amores inconstantes»
'Los amores inconstantes' o la autoficción de nuestros tatarabuelos
Periférica reúne en un volumen la literatura semi autobiográfica y sentimental de Benjamin Constant, pensador liberal del siglo XIX
Buena parte de los condimentos de la actual literatura del yo se fraguan en un periodo que pivota alrededor de la Revolución Francesa. Poco antes y poco después de aquel hecho fundamental, una ristra de libros y autores plantan las bases de un tipo de escritura que prima la primera persona, la psicología de los personajes y la pintura de los sentimientos.
Son obras a caballo entre lo autobiográfico y la ficción, a veces más claramente escoradas a un lado y otras a otro: Viaje sentimental por Francia e Italia (Laurence Sterne, 1768), Las penas del joven Werther (Goethe, 1774), las Confesiones de Jean-Jacques Rousseau (1782), René (Chateaubriand, 1802), etc.

Editorial periférica (2025). 328 páginas
Los amores inconstantes
Adolphe, publicado en 1816, participa de esa corriente y, gracias a su fulgurante éxito apenas salió a la calle, quedó fijado como emblema del Romanticismo. Es la única novela y pieza ficcional que publicó el pensador Benjamin Constant de Rebecque (1767-1830), uno de los padres del liberalismo tras haber figurado en la nómina de revolucionarios y luego en la de los entusiastas de Napoleón.
Esta novelita es la columna vertebral de Los amores inconstantes, el volumen de la editorial Periférica que aglutina la producción ficcional y autobiográfica de Constant. Junto con Adolphe, vienen piezas publicadas mucho después de su muerte como Cécile, Amélie y Germaine y el primer tramo de sus memorias inconclusas, El cuaderno rojo.
Constant, hombre apasionado y voluble, hizo de su lema (Sola inconstantia constants) su estética y describió de manera hábil las trampas del sentimiento: el capricho, la vanidad, la veleidad, la inseguridad, el ego. En Adolphe, que hace uso de la técnica del manuscrito encontrado, relata el peligro de la seducción para aquellas personas que «ni saben lo que pueden provocar ni lo que están expuestos a experimentar».
En este novela, el joven de marras, en busca de emociones fuertes, se ve arrastrado a una relación tormentosa con una mujer mayor que él, desafiando las convenciones sociales, movido por su pasión inicial y luego atrapado por ella. En su época ya se leyó como una obra autobiográfica, lo que contribuyó a su éxito. En el libro hay trazas de su relación con mujeres de su tiempo como Madame de Charrière, Madame de Staël y Madame Recamier.
Cécile no se publicó hasta 1951 y es una autobiografía novelada que quedó inconclusa. Narra un periodo de quince años en los amores inconstantes de Constant, debatido entre dos mujeres. Por momentos resulta más juguetón e incluso actual que Adolphe, seguramente porque el autor no tenía tan puesto el ojo en la recepción del libro. En el fondo, esta pieza habla de cosas que sabemos bien en el siglo XXI: relaciones tóxicas, la dificultad para el compromiso, los espejismos del sentimiento y hasta el poliamor, si nos ponemos.
Saliéndose del marco sentimental, El cuaderno rojo es una joyita memorialística, donde Constant recrea sus primeros 20 años de vida y en cuyas páginas late aún un espíritu dieciochesco. Es el Constant más humorístico y ácido, trazando un vigoroso apunte de lo que era ser joven y aristócrata en la Europa previa a 1789.
El volumen de Periférica se cierra con anexos que contextualizan y enriquecen las obras del autor suizo. No hubiera estado de más una introducción que fijara algunos conceptos de la vida y obra de Constant y presentara la colección y su sentido. Más allá de eso, es una delicia poder tener en un volumen la producción más `literaria' del pensador liberal, acceder a su tiempo y sus sentimientos por la parte autobiográfica y la novelística. O por ambas a la vez.