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25 de abril de 2024

Rosalía, en tres momentos del TikTok Live con el que presentó el disco 'Motomami'

Rosalía, en tres momentos del TikTok Live con el que presentó el disco Motomami

Rosalía es número uno a nivel mundial: estas son las claves de su éxito

Copa los números uno de todas las listas, también las globales. Los amantes de El mal querer, su anterior disco, no acaban de entender el fenómeno Motomami: quizá ya no somos su público objetivo, pero 'La Rosalía' merece una mirada más profunda

Tres años después de El mal querer, uno de los discos más importantes de la música a nivel mundial, Rosalía ha publicado su esperadísimo tercer álbum de estudio. La catalana ha conseguido dividir al mundo, pero solo en apariencia: es, en realidad, la artista más escuchada a nivel global.
Motomami, publicado el pasado día 18 de marzo, ha alcanzado el número 1 de la Lista Top100 Álbumes y Top100 Vinilos. También está en lo más alto en las plataformas de Apple, Amazon y Spotify. Además, en esta última es la primera vez que un artista español coloca su álbum en el primer puesto del Top Global.
En cuando a los singles, el último lanzado, Candy, ha entrado directamente en el número 1 de singles, y todos los temas del álbum forman parte del Top50, según aclara su discográfica, Sony. Según los datos de la compañía, Rosalía es la artista femenina con más consumo en los últimos cinco años, y su disco es el que acumula más reproducciones de la historia en sus primeras 48 horas para un artista español.
Rosalía sí, Rosalía no. Más allá de gustos personales, analizamos las claves del éxito de la artista catalana, que ha conseguido algo nunca visto: que su nombre (y su voz) suene a nivel mundial.

«Una mariposa: yo me transformo»

El mal querer fue rompedor y revolucionó la escena musical en muchos sentidos. Motomami es, de entrada, mucho menos serio y mucho menos denso: es un disco más desenfadado, pero no por ello más ligero. Al igual que con su álbum anterior, Rosalía ha querido autoafirmarse: ha buscado nuevos caminos expresivos y experimentales para jugar con la música, logrando un álbum redondo, una composición ecléctica de sonidos, intenciones y amagos estilísticos perfectamente pulidos.
En el libreto del disco aparecen una serie de inscripciones manuscritas que nos dan algunas pistas, más allá de las palabras de la propia artista catalana, de lo que Rosalía ha querido hacer en Motomami: «He hecho este álbum para vosotros y para no volverme loca. He hecho este álbum entre amor y garabatos, porque el amor tiene que ir a algún sitio (si te la guardas demasiado tiempo te puede hacer daño, y si no lo dejas ir adrede es como si nunca la tuviste, y fue pena si nunca la tuviste)».
Rosalía hace un ejercicio de honestidad, habla de la pandemia y de cómo escribió el disco entre sus 27 y sus 29 años, y de cómo tenía la sensación de que el mundo seguía sin ella pero ella estaba donde tenía que estar y haciendo lo que tenía que hacer: «Si yo no lo hago, ¿entonces quién?». La intención es que el disco la sobreviva («que cuando yo no esté, él esté por mí») y da las gracias a todas las personas que Dios puso en su vida para hacerlo.
Es un álbum con mucha agresividad pero también lleno de ironía, sentido del humor y sensibilidad: un disco de contrastes en el que la artista juega precisamente a eso, a hacer «lo que le dé la gana», porque según ella cita, si Janis Joplin, La Niña de los Peines, Patti Smith, Björk y Kate Bush lo hicieron, es que puede hacerse.
Ha empleado constantemente la imagen de la mariposa, tanto en el diseño del álbum como en las letras, para hablar de la transformación que ha llevado a cabo. En el álbum lo explora todo: su respuesta a las críticas (también a su autoexigencia), a sus inseguridades, su empoderamiento, su fuerza para hacer el disco para el que llevaba preparándose toda su vida, sus dudas, su miedo y su dolor durante la pandemia, que la pilló lejos de su familia (en Miami)...
El disco se lanzó el 18 de marzo y a las 00:00 Rosalía publicaba en su cuenta de TikTok, donde acumula casi 19 millones de seguidores, un increíble vídeo live que ha roto todos los esquemas: en sonido, en producción, en imagen, en formato, en interactividad... una genialidad digna de estudio, en la que Rosalía no solo excede los límites musicales, sino que conecta a la perfección con una nueva generación. El vídeo está hecho para verse en el móvil, atrapando así a los jóvenes y a su nueva forma de consumir música.
Quizá ese es el principal problema de los que no acaban de entender este nuevo disco: quizá, y solo quizá, simplemente no está dirigido a ellos. Quizá se les escapan las fórmulas, las referencias, los sonidos, los looks y los estilos porque hay una barrera generacional difícil de traspasar... sobre todo, sin intención de hacerlo.

«Yo soy toa' la' cosa'»

En cuanto a sonidos, Rosalía deja atrás todo lo que venía haciendo hasta el momento, pero lo hace adrede, para transformarse, como dice en varios momentos a lo largo del disco. Como hilo conductor toma sonidos urbanos latinos y los mezcla con sonidos latinos clásicos, con jazz, flamenco, electrónica, industrial...
Las canciones se dividen en dos. Las de «moto» son temas más rompedores y agresivos: 'moto' en japonés significa «fuerte». De ahí canciones rotundas como Saoko, Chicken Teriyaki o Bizcochito. Los temas «mami», que son más intimistas, con un tono de vulnerabilidad e introspección arrollador, hablan de la fragilidad. Sin entrar en el análisis de cada uno, hay verdaderos tesoros, como G3 N15 (que le dedica a su sobrino Genís) o Sakura, con la que cierra el disco. Incluso hay un bolero, Delirio de grandeza, inspirado en Justo Betancourt.
No es un disco para todos los públicos, como tampoco lo era El mal querer. Pero tampoco es un disco exclusivamente para los amantes incondicionales de Rosalía: es más bien para aquellos amantes de la música dispuestos a comprender y admirar el trabajo reflexivo y rompedor de una artista que se desafía a sí misma en cada nueva canción.
Es un disco arriesgado, que ha dejado a medio mundo con la boca abierta (recordemos que ha roto todos los ratings oficiales) y al otro absolutamente en silencio, demostrando que, al menos, es una de las artistas más interesantes del panorama actual. Rosalía no le tiene miedo a nada ni a nadie, sabe cuál es su sitio (habla de Dios y de su familia como lo primero y condena explícitamente la fama en el tema con The Weeknd) y, como ha explicado en numerosas ocasiones, ha querido investigar, probar y traspasar límites y fronteras establecidas.
«Nunca llegas tarde si vas a tu ritmo», dice Rosalía. Esa es su seguridad: saber que está donde tiene que estar. Ella, junto a su hermana Pili, ha diseñado todo, desde el feeling a los looks, letras y composiciones, bailes y campañas publicitarias. Rosalía ha cantado con Tokischa y Bad Bunny, ha ido a Saturday Night Live, ha mezclado pop, bachata, dembow y reguetón y ha realizado un alucinante viaje de su propia voz en distintos registros. «Hay gente que piensa que la música puede estar hecha por algoritmos. Uno no hace una letra, una distorsión de voces o una estructura asimétrica pensando en números. Se hace porque es lo que se siente». Y eso es Motomami: puro sentimiento. Pura Rosalía.
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