
Jon Rahm durante la última ronda del Sentry Tournament of Champions en Hawai
El segundo puesto de Jon Rahm en el Sentry que recuerda al mítico segundo de Sergio García en el PGA
Un solo golpe separó al de Barrika del triunfo en Hawai como al de Borriol en 1999 en Medinah tras su mítico golpe en el hoyo 16
Tercera ronda del Sentry Tournament of Champions, el torneo que sólo pueden disputar los ganadores de la temporada pasada en el circuito de la PGA. Jon Rahm merodea la primera posición y hace 12 golpes bajo par en 14 hoyos para dejar atrás un bogey. Jon Rahm ríe y le dice a la prensa que ha sido divertido. El de Barrika afronta en el liderato el primer puesto, pero el domingo no se redondea y se queda a un solo golpe, segundo, por detrás del australiano Cameron Smith. Y vuelve a reír.
Es casi inevitable recordar en este segundo puesto el inolvidable segundo puesto de Sergio García en el PGA de 1999, a un solo golpe del entonces imbatible Tiger Woods, quien casi celebró tanto aquel segundo puesto como su primero. El día que «el niño» fue más niño (prodigio) que nunca, cuando sacó una bola casi desde lo más oscuro del bosque para embocarla y enardecer al público con un salto de alegría de niño que viniera de hacer un pícnic.
La sonrisa del genio
La salida del hoyo 16 aquella tarde en Medinah fue a dar en un árbol y la bola quedó oculta entre las raíces, casi pegada al tronco. Sergio se plantó delante de ella, amagó, tanteó, calibró y golpeó sin pensarlo demasiado. Vio la bola cogiendo calle como si hubiera girado en el aire, casi un milagro, y quiso perseguirla, como un niño, como un niño con gorra corriendo muy deprisa llevando un palo en la mano, hasta que la vio caer, a la bola, más allá del hoyo, por arriba del green, en la zona buena, y mientras corría saltó como un niño al que le dicen que para merendar hay tortitas con chocolate, por ejemplo.
Como Jon Rahm y su sonrisa el domingo al ir a felicitar a Cameron Smith por su triunfo, Sergio sonreía a los diecinueve años para hacer historia con aquel segundo puesto sólo por detrás del inaccesible número uno del mundo al que pudo ganar, pero no lo hizo, aunque pareció que sí, como Rahm a Smith el domingo en el casi inexplicable y único placer de ganar siendo segundo.