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Arda Güler celebra con sus compañeros el gol de la victoria ante el Getafe

Arda Güler celebra con sus compañeros el gol de la victoria ante el GetafeEFE

El vestuario madridista saca el amor propio: «Todos nos ven como víctimas, perfecto»

  • Los hombres de Ancelotti escuchan que les dan como perdedores, que nadie cree en ellos y tienen el orgullo herido para romper el pronóstico

  • Los líderes del equipo subrayan ante los jóvenes que si ganan la Copa darán un golpe a la Liga; por eso temen más a De Burgos Bengoetxea que al Barcelona

La falta de respeto de la afición barcelonista al Real Madrid es adrenalina para las huestes de Ancelotti. Los comentarios jocosos sobre las goleadas que van a endosar a los blancos en la final de Sevilla y en Montjuic alimentan el orgullo de un equipo que sabe atacar mejor que nadie las finales, sin importar su clasificación. Mourinho y el propio Carlo ganaron dos finales de Copa a un Barcelona que era superior teóricamente con Messi, Iniesta y Xavi. Cristiano, Di María y Bale destrozaron ese favoritismo. El entrenador italiano avisa sin sacar pecho que es ridículo considerar 'víctima' al Real Madrid. Carletto dixit.

El vestuario madridista está picado. Es un vestuario que tiene el culo pelado y no le sorprende nada, pero las críticas que recibe le han picado sobremanera. 'Todos nos ven como víctimas, perfecto', señala un capitán. 'En esta situación, te digo entre comillas que no tenemos nada que perder, porque para muchos ya hemos perdido antes de empezar, pues mejor', señala otro veterano del plantel. 'Nadie cree en nosotros, si quieren ni siquiera viajamos, es lo que desearían muchos, porque en el fondo no las tienen todas consigo', advierte otro líder del grupo.

Ancelotti, su hijo Davide, Llopis, Pintus y todo el cuerpo técnico utilizan ese fusilamiento del barcelonismo contra el Real Madrid para sacar beneficio. No hay nada como ser vapuleado con regodeo para incitar el orgullo. No hay nada mejor que ser menospreciado para encender el amor propio. El trabajo psicológico está marcado antes de la final.

Los veteranos dan confianza a los jóvenes

En esta diatriba, los veteranos de la cocina blanca están haciendo esa labor psicológica con los jóvenes. Hablan con fortaleza de carácter a los chavales para que no les afecten los palos al equipo. No es fácil soportar mentalmente la riada de críticas. Y les explican con el convencimiento de la experiencia una máxima que es fundamental y que puede revolucionar 'el estado de la nación blanca', como dice un profesional de la casa: 'Si ganamos la final de Copa daremos un golpe a la Liga'. Los expertos de la plantilla han expuesto en la cocina que lo que hoy es negro mañana puede ser blanco, que el fútbol es un estado de ánimo y cambia por un partido, por un resultado. 'La Copa es el partido que marcará nuestra temporada, nos jugamos todo en noventa minutos'.

Es esa personalidad de los más viejos del lugar la que enardece al grupo. Los jóvenes ven a los jefes de la escuadra, como dicen los italianos del cuerpo técnico, con el orgullo herido. Y un Real Madrid herido es más peligroso que nunca.

Los pupilos de Ancelotti juegan con esa veteranía a favor. Han ganado muchos títulos en los últimos catorce años, seis Champions, cinco Ligas y tres Copas entre ellos, y saben que los imberbes de Flick no paran de escuchar que van a ganar el triplete, que son los mejores y así se lo creen. Son chavales.

Cuatro mediocampistas, presión, lucha por la posesión y no arriesgar

Les hemos contado los sentimientos internos del vestuario madridista. Ahora entramos en los entresijos del partido. Ancelotti ha vuelto a sus orígenes. El cambio de sistema es una realidad. Lo aplicó frente al Athletic y en Getafe. Jugará en Sevilla su 4-4-2, su esquema ideal, el que siempre utilizó en Italia. Un punto de partida que cambió en el Real Madrid por la brillantez de Rodrygo. El brasileño merecía ser titular y le obligó a formar el tridente ofensivo.

Esa estrategia no ha funcionado en los grandes partidos porque el Real Madrid perdió constantemente la batalla del dominio campo. Ahora, el 4-4-2 es innegociable. Sea Rodrygo, sea Ceballos, sea Modric, solo habrá dos puntas natos. Si Valverde es el lateral derecho, incluso Modric y Ceballos pueden compartir titularidad junto a Tchouaméni y Bellingham en la línea media. Y si Rodrygo juega, será realmente un cuarto centrocampista.

Hay nueve titulares seguros y dos puestos en disputa, el lateral diestro y una plaza en la media. Courtois será el guardameta. Asencio, Tchouaméni y Fran García son fijos en defensa, aunque Mendy es alta y aspira a jugar o a tener minutos en la segunda mitad. La incógnita de la retaguardia es el lateral derecho: Valverde o Lucas Vázquez para frenar a Raphinha. En el centro del campo son fijos Tchouaméni y Bellingham. Las otras dos posiciones las pueden ocupar Ceballos y Modric, o Ceballos y Rodrygo. Y si Valverde ejerciera de mediocampista, acompañaría a Bellingham, Tchouaméni y Ceballos o Rodrygo.

Es la baja de Balde en el lateral zurdo azulgrana la que ha aumentado las opciones de Rodrygo, pues ese flanco será un punto débil del Barcelona. Balde sube mucho al ataque y su baja abre otra estrategia al Real Madrid. Hay un dato indudable: Rodrygo jugará, sea desde el comienzo o en la segunda parte. En ataque sí son seguros Mbappé y Vinicius como remate del 4-4-2. Los dos recibirán balones para entrar por la espalda de la zaga barcelonista. Será un partido de carreras de galgo para las dos estrellas, explotando su velocidad.

Temen más a De Burgos Bengoetxea que a Lamine Yamal

Hay un asunto grave que preocupa mucho más al Real Madrid: el arbitraje. La 'cacería arbitral', tal y como la definen diversos profesionales del club, es cada vez más grave. El colegiado del encuentro de Getafe, Sánchez Martínez, permitió la dureza extrema de los locales frente a los jugadores blancos y no castigó dos entradas de tijera sobre Vinicius y Brahim que eran tarjeta roja. Todavía más grave fue no señalar el claro penalti sobre Rodrygo en el tiempo extraordinario, que dio paso al último contragolpe azulón y a una ocasión de gol que Courtois desbarató. Ahí se pudo decidir la Liga.

En la misma dirección, en la entidad madridista preocupa enormemente que De Burgos Bengoetxea sea el juez de la Copa. Es un trencilla que ha perjudicado ostensiblemente al Real Madrid y especialmente los duelos con el Barcelona. Fue quien expulsó a Cristiano en la Supercopa de España hace ocho años después de no señalar un penalti de libro y dictaminar que se había tirado. Sí señaló como penalti, por el contrario, lo que fue un descarado piscinazo de Luis Suárez ante Keylor. ¿Recuerdan? A pesar de todo, Asensio solventó aquella Supercopa de 2017 con dos golazos.

Igualmente grave fue un clásico de 2023 dirigido por De Burgos. Hubo tres decisiones letales y todas a favor del mismo equipo. No expulsó a Gavi después de dos entradas espeluznantes sobre Carvajal. Anuló un gol de Asensio por un fuera de juego insistente. Y el colmo fue conceder el gol final de Kessié tras una falta clara de Lewandowski sobre Carvajal.

De Burgos Bengoetxea pasó tristemente a la historia por no atreverse a aplicar la normativa contra el racismo y no suspender el famoso partido de Mestalla. Al contrario, echó a la víctima, Vinicius, que fue agredido por dos jugadores del Valencia, que se marcharon de rositas al vestuario. Pese a los gritos racistas en Mestalla, no se atrevió a dar por finalizado el encuentro, como le pidieron los hombres de Ancelotti. Al revés, el juez de la contienda les dijo a Carvajal y a Kroos que si se iban del campo perderían 3-0. Y se quedó tan campante.

Le ascendió el informe del hijo de Negreira

Este es el trencilla de la final. El club madrileño se teme lo peor. De Burgos Bengoechea tuvo el informe en positivo del hijo de Negreira para ascender a Primera. Está dicho todo. Lo que no se entiende es que Louzán, presidente de la Federación, permita esta designación, sabiendo que el caso de corrupción de Negreira y el Barcelona, pagado por la entidad catalana durante dos décadas, está en la Justicia.

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