
Fede Valverde celebra con sus compañeros la victoria contra el Athletic
El Real Madrid se enchufa mentalmente y cree de verdad en sus opciones de ganar la Liga y la Copa
El cuerpo técnico observa un cambio en sus jugadores, que han dado un golpe sobre la mesa para demostrar una capacidad puesta en entredicho
El vestuario piensa que si los arbitrajes son justos pueden optar a todo, el problema es el distinto rasero que los colegiados aplican al Real Madrid y al Barcelona
Los palos al Real Madrid han sido muy duros. Son la consecuencia del triunfo constante. Sus éxitos han cambiado la historia y la percepción del mundo del fútbol. Ningún otro club del planeta ha conseguido ganar seis Copas de Europa en once años. Este equipo lo ha hecho dos veces, de 1955 a 1966 y de 2014 a 2025. Y ahora, la gran noticia del balompié mundial es que el Real Madrid no gana la Champions. Es entonces cuando las críticas son exacerbadas, exageradas, como si se hubiese producido una hecatombe. Pero el resultado de todos esos ataques es que el Real Madrid resurge cuando las situaciones son muy peligrosas. Peligrosas para el club y peligrosa para las plantilla.
Todo el mundo se juega su futuro en la casa blanca y un fracaso deportivo suele ser el preludio de una revolución. Los futbolistas desean recuperar su crédito para que la revolución sean ellos y la hagan ellos. En eso están. Quieren ganar la Liga y la Copa. La diferencia que los dirigentes y el entrenador vislumbran ahora es un carácter ganador en la plantilla que hace dos semanas no veían.
La cúpula de la entidad es la primera que sabe que no siempre se puede ganar, y menos cuando tienes a la Liga, a la Federación y a los árbitros en tu contra. Pero si el equipo no alcanza un buen nivel competitivo, los cambios son obligados. A los pupilos de Ancelotti les ha molestado escuchar que no tuvieron actitud en el último partido de Champions. No jugaron bien, pero corrieron sin parar como pollos sin cabeza. Quisieron y no pudieron. Están picados. Y su reacción la vimos frente al Athletic. Los profesionales de Carletto se sienten atacados exteriormente y están más unidos que nunca para luchar por la Liga y la Copa.
El técnico madridista ha constatado un cambio psicológico en sus hombres. Todos se han visto con las orejas al lobo y se han puesto en 'Dedcom4'. En alerta. Ancelotti ha observado cómo sus pupilos están concentrados en responder a las críticas con su mejor rendimiento. Están indignados con estas acusaciones falsas de no correr. El italiano ha visto una reacción inmediata, inusitada. Su plantilla se ha puesto las pilas y ahora quiere ganar con todas sus fuerzas 'para callar a muchos bocazas'. Existe un lema interno de la casa blanca que siempre se cumple: 'No hay nada como una crítica injusta para reaccionar como nunca'.
Las críticas traen el sacrificio defensivo
El efecto de este paso adelante es que 'Carlo' ha sentido por fin una unión táctica que antes no sentía aunque la solicitara cada semana. Toda la temporada ha pedido a sus jugadores el sacrificio defensivo que les llevó a conquistar dos Copas de Europa. Ese trabajo destructivo conjunto solo lo han hecho en los encuentros más importantes, pero no lo han ejecutado de manera constante. Hay un dilema en este sentido. Las lesiones hicieron que los futbolistas no pudieran darlo todo cada tres días, porque se vieron obligados a dosificarse. No se podía decir pero esa era la verdad.
Muchos han competido tocados, con dolores, porque la plaga de bajas les forzaba a ser titulares sin remisión cada setenta horas. Ahora, el responsable deportivo del Real Madrid ha observado que sus pupilos llevan a cabo el sistema defensivo solidario. Las críticas han unido al grupo. Están concentrados en pelear por los dos títulos españoles y la gran noticia es que la plantilla cree de verdad que pueden conseguir ambos campeonatos. El italiano siente una evolución en su plantel que le permite tener esperanza en el éxito.
La 'cacería arbitral': el enemigo no es el Barcelona, son los colegiados
En la cocina del vestuario de Valdebebas se habla claramente de una postura que comparte todo el madridismo a todos los niveles: el principal enemigo de esta Liga no ha sido el Barcelona, son los arbitrajes. Los hombres de Ancelotti afirman que pueden ganar los dos títulos españoles si los arbitrajes son justos. El problema es que los aficionados madridistas se temen lo peor. Lo han sufrido toda la temporada. Les contamos los argumentos de una preocupación que se alimenta después de cada partido, con un diferente rasero arbitral para el Barcelona y para el Real Madrid. A los blancos se les pitan penaltis en contra que a los azulgranas no les señalan.
De la misma manera, al Barcelona le pitan penaltis a favor (Dani Olmo es el último) que a los madridistas no les conceden. Bellingham es el último que lo ha vivido en sus carnes, ante el Athletic. En el mismo sentido, a Vinicius le expulsan por un empujón y a Raphinha no. A Bellingham y le echan por decir 'no me jodas' y a Íñigo Martínez no se le muestra la tarjeta roja por hacer falta a un delantero celtista siendo el último defensor. Este es el medidor arbitral de toda la temporada.
El descubrimiento del 'caso Negreira', el vicepresidente de los árbitros españoles pagado por el Barcelona durante veinte años, supuso el comienzo de una guerra. El enfrentamiento del Real Madrid con el Comité Técnico de Árbitros ha sido una constante desde entonces.
El conjunto blanco ha sido el más perjudicado por esta corrupción pagada por los presidentes barcelonistas durante dos décadas, por delante de Atlético, Sevilla y Athletic. Son los cuatro clubes que fueron habitualmente subcampeones de Liga o de Copa a lo largo de estos veinte años. Pero el más perjudicado con enorme diferencia ha sido el Real Madrid en la Liga. Su televisión ha emitido desde entonces todos los errores arbitrales a manos de los colegiados de la era Negreira, que hoy continúan en liza.
La cúpula de la entidad madridista ha pedido a la Federación, antes a Rubiales y ahora a Louzán, una renovación total de los colegiados en activo para acabar con esta sospecha y eliminar de una vez cualquier relación con la corrupción. Pero el Real Madrid ha comprobado con los dirigentes federativos una realidad que todos presagiaban: los presidentes de la Federación no van a hacer una 'limpia' en el estamento de los jueces del fútbol nacional, porque no pueden con el poder de los árbitros, cuyos votos deciden las elecciones presidenciales a la FEF. Es un estamento con demasiado poder. Tanto, que si les mueven la silla pueden convocar una moción de censura en la Asamblea del Fútbol y echar a Louzán.
El Real Madrid expuso claramente esa situación de inmovilismo, esa posición del arbitraje intocable, con sospechas de corrupción, en su carta enviada a todas las partes implicadas y especialmente al Consejo Superior de Deportes. Y la guerra persiste. Una guerra que ha supuesto que los árbitros perjudiquen al Real Madrid de una manera primaria, primitiva, porque les ha tocado un puesto de trabajo que les permite cobrar trescientos mil euros al año si eres un trencilla del montón y más de medio millón de euros si eres internacional. Los colegiados le han dicho al Real Madrid con hechos que con las cosas de comer no se juega.
Las últimas actuaciones de Medina Cantalejo y Clos Gómez
El Real Madrid sí ha conseguido que el presidente de la Federación, Louzán, vaya a cambiar a los jefes del arbitraje a final de temporada, señalados como jefes de la sospecha. Medina Cantalejo y Clos Gómez dejarán de ser el presidente del Comité Técnico de Árbitros y el responsable del VAR. Y en su despedida están haciendo mucho daño al Real Madrid.
Los arbitrajes le han costado a Ancelotti la pérdida de siete puntos claros, tres ante el Español y dos frente al Osasuna y el Atlético. Esos siete puntos dilapidados ahogaron su ventaja al mando de la Liga.
En el Real Madrid se habla de 'cacería arbitral', porque esos mismos colegiados han ayudado al Barcelona con puntos, especialmente frente al Rayo Vallecano y el Celta. Pero lo más importante de ese rasero arbitral que ha beneficiado constantemente al cuadro azulgrana es una pléyade de decisiones sobre penaltis, tarjetas rojas y cartulinas amarillas que han decidido partidos y que le han encaramado al liderato.
Si hay justicia arbitral 'podemos ganar los dos títulos'
Contra eso lucha también el Real Madrid. El vestuario piensa que si los colegiados son justos pueden ganar la Liga y la Copa. Esperan que así sea. Esperan que no haya que denunciar nuevas injusticias arbitrales, porque el foco del fútbol español será entonces ese.
Desde la cocina blanca se observa una verdad: el Barcelona desciende en su rendimiento. Ha ganado al Celta y al Rayo con descarados apoyos arbitrales, ha sufrido enormemente en Leganés y ha perdido con claridad en Dortmund. El Real Madrid, en cambio, ha mejorado en su rendimiento físico de manera ostensible.
La FIFA acaba con las sospechas: ni un árbitro español en el Mundial de Clubes
Las críticas del Real Madrid a la persecución arbitral es una noticia que en Europa tienen latente desde que la explosión del caso Negreira, pagado por el Barcelona, abrió todos los informativos deportivos del continente. La UEFA espera un veredicto de la Justicia española para sancionar. La FIFA también, pero ya ha sido salomónica para cortar de golpe el césped de la sospecha de corrupción. Con independencia de la nula capacidad de nuestros árbitros, demostrada cada semana con errores de campeonato en el campo y en el VAR, Gianni Infantino ha decidido que ningún colegiado español dirigirá un solo encuentro en el nuevo Mundial de Clubes, que disputarán treinta y dos equipos.
Ningún trencilla español al mando de un partido en el Mundial que se celebra este verano en Estados Unidos. Y que nadie se la Federación Española ose protestar, porque la FIFA les mostrará en su cara las sospechas de corrupción durante veinte años y las críticas a los arbitrajes que vive el fútbol español. La FIFA comienza a hacer lo que el Gobierno español y nuestros dirigentes deportivos no hacen.
Contra todo esto lucha el Real Madrid en España. A pesar de ello, el vestuario cree en su calidad para luchar por los títulos. Y Ancelotti cree en ellos.