Rafael Louzán, presidente de la RFEF, en una imagen de archivo
Año I de Louzán en la RFEF: 'revolución' arbitral, luz verde al plan fallido de Miami y presión por Negreira
365 días después de aquel 16 de diciembre de 2024, la sensación sigue siendo la misma a pesar de que Louzán le ha devuelto cierta estabilidad institucional al organismo
La Supercopa de España en Arabia se consolida como la mina de oro para el fútbol español
Hace 365 días, la Ciudad del Fútbol de Las Rozas vivió el proceso electoral que coronó a Rafael Louzán como nuevo presidente de la Real Federación de Fútbol, una institución que se estaba gestionando de manera provisional desde que Luis Rubiales fue inhabilitado a principios de septiembre de 2023, tan solo unos días después de la disputa de la final del Mundial femenina que acabó ganando España en Sídney ante Inglaterra.
El mandatario gallego, que se impuso a Salvador Gomar por mayoría absoluta (90-43) y tuvo que convivir con la sombra de la inhabilitación por un caso de prevaricación cuando era presidente de la Diputación de Pontevedra, recibió la confianza de los principales actores del fútbol español e inició una etapa al frente del estamento federativo en la que el objetivo no era otro que dejar atrás el 'rubialismo'.
En su discurso de investidura, Louzán anunció sus primeras medidas como nuevo presidente de la RFEF y se mostró optimista: «Todos podemos aportar para hacer una Federación y un fútbol mejor. Ha llegado el momento de recuperar definitivamente el prestigio de esta casa. Necesitamos una institución que inspire confianza, que vuelva a ser reconocida por lo que representa: el latido del fútbol español, el mismo que se acelera en una final, el mismo que emociona cuando nuestros equipos levantan un trofeo. Necesitamos de todos, del gobierno de España, de LaLiga, de la Liga F, de los sindicatos, de los clubes, de los árbitros, de los entrenadores, de las territoriales, de todo el fútbol, fútbol sala y fútbol playa de España. Contad conmigo siempre, cuento con vosotros».
Los primeros meses de Louzán como nuevo presidente de la RFEF fueron moderadamente tranquilos y en febrero se le absolvió de su delito de prevaricación por el que había sido condenado a siete años de inhabilitación, lo que le permitió seguir al frente de la Federación sin esa presión mediática generada, entre otros, por el Gobierno de Pedro Sánchez.
Y así se llegó hasta el final de la 2024-25, periodo en el que Louzán destituyó a Medina Cantalejo como presidente de los árbitros y a Clos Gómez como jefe del VAR y anunció un cambio estructural en el CTA que acabó con Fran Soto como nueva cabeza visible y una reestructuración que tampoco convenció al Real Madrid, el club que lideró la cruzada contra la RFEF por todo lo relacionado con el caso Negreira.
Las primeras críticas llegaron al entorno de Louzán, pero el gallego se mantuvo firme y defendió sus ideas. Y la siguiente papeleta que le tocó afrontar fue el partido que Javier Tebas, vicepresidente de la RFEF, quería celebrar en Miami, metió de lleno a Barcelona y Villarreal y provocó una fractura en el fútbol español, que expresó su indignación con una idea que adulteraba claramente el desarrollo de la competición y llevó a los jugadores a parar durante 15 segundos el inicio de todos los partidos de la jornada nueve de LaLiga EA Sports en señal de protesta.
La gran cruz de su etapa al frente de la RFEF
Sin embargo, la gran cruz de Louzán está siendo, sin duda alguna, la 'revolución' arbitral que prometió. El nivel de los colegiados sigue igual, cada vez son mayores los errores que cometen los trencillas en los partidos y ni siquiera el famoso programa 'Tiempo de Revisión' está sirviendo para mucho, ya que en él se siguen justificando decisiones que, hablando claro, no tienen ni pies ni cabeza.
En la Asamblea de la RFEF que tuvo lugar este pasado lunes, un día antes de su primera aniversario como nuevo mandatario del ente federativo, Louzán defendió el nivel de los árbitros: «El error humano forma parte de las personas. El arbitraje español está en el top-5 mundial, estamos en un gran nivel. Y sin la ayuda de los clubes, es imposible, siempre hay un barullo alrededor. Hay que buscarse otra excusa».
Estas declaraciones llegan un día después de que en los partidos del domingo de la jornada 16 de LaLiga se produjeran varias acciones polémicas en las que quedó clara la desigualdad de criterios que sigue existiendo en el fútbol español a pesar de que se afirme que el arbitraje es un trabajo harto complicado.
Así las cosas, el primer año de Louzán como presidente de la RFEF ha estado marcado por tres ideas centrales que aún siguen suscitando multitud de críticas y que no parece que se vayan a modificar a corto plazo.