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17 de mayo de 2024

Nadal celebra el pase a la final de Indian Wells tras vencer a Alcaraz

Nadal celebra el pase a la final de Indian Wells tras vencer a AlcarazAFP

Nadal vence a Alcaraz en un duelo generacional para la historia en Indian Wells

El partido se vio asaltado por un fuerte viento con el que los dos españoles lidiaron en un espectáculo de valentía, templanza y fortaleza física y mental nunca antes visto

La potencia deslumbrante de Alcaraz sorprendió, o no tanto, a Nadal al servicio. No eran tiros, sino relámpagos. Nadal pensaba, cavilaba. En el segundo juego se procuraba hasta tres bolas de rotura variando el juego, atacando el segundo servicio, imitando la violencia de su joven rival. La cuarta también la salvaba el murciano con saque y red. La variación de alturas le daba la quinta opción de recuperar el saque al mallorquín, pero tampoco.
No perdía ocasión de atacar el joven prodigio y le costaba a Nadal seguirle el paso, la velocidad, pensar con claridad. Tras la ventaja de Alcaraz vino el deuce de Nadal, que atacaba en el segundo servicio. Se escurrió el número uno del año en un peloteo de esquina a esquina, que fue el preámbulo del dos a cero.
Iba a tener que bregar duro Nadal. Y mantener el ritmo Alcaraz, que parecía listo para todo. Cruzaba los golpes larguísimos, planísimos, y Nadal buscaba soluciones un tanto apurado. Se probaba con el dos a cero y al servicio en un remate de derecha al vuelo. El puño antecedía al siguiente tras un punto de bolas altas de Alcaraz que le dio el primer juego al campeón de Australia. De los disparos de bala a los lanzamientos de mortero al revés del balear, que no cayó.

Nadal y su probeta

Apretaba Alcaraz en el cuarto juego y se iba largo por dos veces. Y hasta tres. Nadal estaba templando la superfuerza. Intentándolo. Mezclando respuestas en su raqueta, como si fuera una probeta. A la séptima bola de break recuperó Nadal el servicio. No parecía posible hacerlo tan pronto. Pero a Alcaraz le da igual siempre. No se viene abajo con nada. Sigue y sigue. La derecha liftada de Nadal a la esquina sobrepasaba al invencible Alcaraz. Lo empujaba Nadal al fondo de la pista mientras lo contemplaba, escrutador y paciente.
Confirmaba su rotura devuelta Nadal para ponerse por delante por primera vez con un saque que llevó a Alcaraz a restar fuera al borde del fin de la cancha, como al borde del fin del mundo. Enseñaba también los dientes de carnívoro el campeón de 21 Grandes. A la dejada y el globo respondió Nadal, pero no a la tercera, desplazado en un lado de la pista. Buscaba moverle para no permitirle apretar el gatillo de su bazuca, que a la mínima se cargaba. Un poco más de media hora de juego parecían dos.

Intentaba Nadal sumar por todas partes, innovando sin cesar para no perder la iniciativa

Fallaba la dejada el joven especialista y luego Nadal lo dejaba lejos con un cruzado de revés para el deuce en el sexto juego. La nadalada en carrera la dejó pasar Alcaraz, al que luego Nadal mató un poco con un paralelo de derecha a la línea por fuera. Una barbaridad. Una demostración de temple que significaba el cuatro a dos para el mallorquín, con los ojos chinos, el perfil afilado, que escaneaba a su rival al que casi doblaba en edad. Intentaba Nadal sumar por todas partes, innovando sin cesar para no perder la iniciativa.
Carlos Alcaraz golpea de derecha

Carlos Alcaraz golpea de derechaAFP

Pero volvía Alcaraz en ese séptimo. No funcionó en este caso la estrategia de Nadal, principiada por un descenso de la efectividad y la inspiración, añadido a la percusión, ¡el whiplash! de Alcaraz, que sumaba su tercer juego y sacaba para igualar. Nadal se ponía 30 a 0, y 40, en el octavo al resto con el oficio y la inteligencia, jugando con los elementos, con el viento, con la ofuscación. Se recomponía Alcaraz salvando tres bolas más de rotura. Ya era nueve, aunque después se precipitaba en el cruzado de revés.

Alcaracex y Nadalex

Quiso Nadal acabar esa decimosegunda ventaja al resto sin jugar y se pasó. Otra vez deuce. Seguía inventando, probando. Y Alcaraz golpeando para lograr la ventaja con un segundo saque a 180 por hora. Pero Nadal, pero, pero, ¡qué partido!, lo arrinconaba por la izquierda a liftados altos. Al final Alcaraz salvaba el juego y empataba el set. Toda una gesta con 3 a 4 y 0 a 40 abajo.
Los rostros eran los de dos estatuas. Esas estatuas fantasmales de las películas que mueven los ojos cuando nadie las mira. Un revés de Alcaraz lo hizo caer el viento dentro ante esa mirada de estatua. Las devoluciones eran exprés. Alcarazex y Nadalex, dos empresas mundiales de mensajería. Retenía el servicio Nadal a raquetazos intelectuales. Con el 5 a 4 para él, se metió en el bolsillo, junto al viento al que no se acostumbraba Alcaraz, tres bolas de rotura. La primera se la sacaba el murciano con una dejada que tocó la red. La segunda empujando como si tuviera 35 años. Se metía Nadal en la pista, pero Alcaraz volvía a recuperar los tres puntos, esta vez de set.

Era también el viento de aquella final huracanada en el mismo lugar de hace casi toda una vida contra Andy Murray

Una más de Nadal para sumar su decimosexta bola de break. Solo había cerrado dos. Y Alcaraz iba a volver a salvarla gracias al fallo en el avance a la red. Otra más, la decimoséptima, iba a ser la buena y el set para Nadal tras jugarle despacio, cortado al revés del joven y a la línea de saque para que el murciano no supiese controlarlo. Era también el viento de aquella final huracanada en el mismo lugar de hace casi toda una vida contra Andy Murray.
Era Nadal la calculadora de toda la semana funcionando como una mente maravillosa. Se fue Nadal a cambiarse como es tradición ancestral, y a la vuelta se volcó en su inercia, consiguiéndolo en el primer juego. Nadal era una cometa. Soplaba el temible viento al que solo parece saber domeñar el mallorquín. Temblaban las botellas en el suelo como si viniera un Tiranosaurus Rex. Y al final terminaba superando los remolinos Alcaraz para empatar a uno el segundo set.

Bolas largas, brazos largos

Esta vez empezaba Nadal por debajo con el servicio. Parecía haberse aclimatado Alcaraz a la ventolera. Empezaron ambos a meter bolas al centro fuertes, seguras, también el murciano, que claudicaba en la red en un peloteo terrible, por dos veces, antes de que Nadal pusiera el 40 a 15 en la red. Buscaba más las líneas Alcaraz y cuando las buscaba Nadal el viento a favor se las llevaba. Era el deuce en un juego importante, aunque cuál no lo era. Se quedaba tieso en el cortado el murciano, y luego Nadal lo llevó hasta la pared con cruzados de derecha para poner el 2 a 1 con el paralelo definitivo.
Nadal golpea una pelota en carrera

Nadal golpea una pelota en carreraAFP

En el cuarto juego el viento le jugaba en contra a Nadal. 2 a 2. Estaban sueltos los dos contendientes. Bolas largas, brazos largos. Otra vez Nadal por debajo al servicio. Esta vez eran 30. Acortaba el mallorquín con saque y red. Sacó bien a la media cruz para el 30 a 30. Otra vez se le marchó por poquísimo a Nadal. Era punto de rotura para Alcaraz que lo lograba. Tres de tres frente a las tres de diecisiete de Nadal. Perfecto el murciano en ese aspecto que ahora planeaba sobre el cemento.

De nuevo Nadal lograba el break. 4 a 4. No bastaban los golpes. Había que saber volar. Como Peter Pan

Le buscó bien Nadal en la subida para ponerse 0 a 30 en el sexto juego. Sonaba la pelota compacta en ambas cuerdas. Fallaba Nadal un paralelo de revés en la red y luego sacaba a su contrincante de la pista para el 15 a 40. La dejada sublime de Alcaraz marcaba el 30 a 40. El viento desestabilizaba a Nadal, que se la sacaba de encima, no así Alcaraz, que perdía el servicio a la primera para devolver la igualdad.
Cada vez más protagonista, el viento en el lado del servicio de Nadal le procuró a Alcaraz, que dominaba ahora a los elementos, otra rotura que culminó. Era una tormenta en el desierto. Climatológica y tenística. Ahora tenía el lado malo, aunque nunca se sabe, Alcaraz con el saque. La pelota cambiaba de dirección en el aire, movida por el contendiente invisible. De nuevo Nadal lograba el break. 4 a 4. No bastaban los golpes. Había que saber volar. Como Peter Pan.

Monumento al tenis

Y sobrevolaba, precisamente, otra rotura de vuelta. Salía todo volando, también el servicio de Nadal, que tenía que superar dos bolas de peligro. La primera la salvaba al límite con un revés a la línea vertiginoso. Lo valiente había sido también la apuesta. Y la segunda se le marchaba a Alcaraz llevada por el viento. Era el deuce en el noveno juego y luego otra ventaja para Alcaraz cuando Nadal intentó ajustar sin conseguirlo. Se pasó después Alcaraz con el cruzado de revés.
Otra vez iguales. Pero con el resto descolocó a Nadal y en la devolución lo superó. Peligro para el mallorquín de nuevo, cuando hizo de Becker en la red. Volvía fallar Nadal en la aproximación con la derecha. Se le iba en la curva el liftado. Y luego también en la curva la bombita de revés de Alcaraz tras un buen saque de Nadal, que mejoró con el primer ace segundos después. El partido ya era una obra de arte desde hacía tiempo. Un monumento al tenis.

Por milímetros se le marchaban miles de bolas a Nadal, pero seguía intentándolo, sin cejar, la misma idea, el mismo golpe

La ventaja se le esfumaba a Nadal con la enésima bola larga por la que se lamentaba el mallorquín. Era el sexto deuce y después una nueva ventaja de Alcaraz tras una derecha tan profunda como una cueva. Por milímetros se le marchaban miles de bolas a Nadal, pero seguía intentándolo, sin cejar, la misma idea, el mismo golpe. No caía Alcaraz en la red tejida por Nadal a continuación. Luego Alcaraz conseguía la rotura, a la séptima, tras no conseguir rematar en el acercamiento y recibir un globo tremebundo en contra que se fue a la pared.
Sacaba el inmenso Alcaraz para ganar el set. 30 a 15 después de fallar estrepitosamente el primer punto en la red. 40 a 15 antes de sacarse un resto Nadal inverosímil a la línea de fondo. Luego la mandó alta a una esquina para mandarla baja y lejos del murciano, que después en la red le birlaba la ventaja a Nadal. El saque flojo lo devolvía fuera Nadal que veía cómo le empataban el partido con su propia ley.

Nadal se encontraba consigo mismo al otro lado de la red

Era la primera vez en su carrera que se tenía que enfrentar a sí mismo. Quizá su mayor reto. Pese a todo las estatuas seguían en su sitio. Nadal gritaba como un niño frente al adulto Alcaraz, que devolvía todo si no lo mataban. Por arriba y por abajo. Ahora se animaba Nadal frente a la contención de las dos horas y media previas. Los golpes ganadores de Alcaraz eran desmoralizantes si no estuviera enfrente quien estaba.
Alcaraz golpea de revés

Alcaraz golpea de revésAFP

1 a 0 para Nadal, que en el segundo juego se convertía en Alcaraz. Luego Alcaraz se sacó una bola a los pies como sacando tierra con una pala. La fuerza de Alcaraz parecía poder doblegar al titán de naranja, que no encontraba la llave, pero seguía intentado conseguir desentrañar el misterio de Alcaraz, su propio misterio, pero de golpes planos. El ace le daba el 40 a 0 a Nadal en el tercer juego que tras la doble falta se metía en el bolsillo.

Era Alcaraz el que llevaba la batuta. O no. Nadal se la quitaba con una audacia asombrosa que pasaba de un lado a otro de la pista como la pelota

Fácilmente se ponía Alcaraz 40 a 0, que empataba a dos en blanco. Era Alcaraz el que llevaba la batuta. O no. Nadal se la quitaba con una audacia asombrosa que pasaba de un lado a otro de la pista como la pelota. Otra vez punto de rotura para Alcaraz que Nadal sacaba adelante echándose hacia delante sin mirar. Un delirio cómo le atrajo a la red Alcaraz, cómo llegó Nadal y como atrapó después el passing en la red.
Los errores no forzados, casi inéditos en Nadal. Otra vez Alcaraz atacando y el break tocando a rebato. La salvaba Nadal con el servicio y luego se ponía con ventaja. Qué espectáculo fue el peloteo siguiente, que terminó con Nadal levantando el paralelo de revés y de ataque de Alcaraz, al que se le dobló luego el brazo con el martillo de Thor. Se quejaba en el pecho Nadal tras un liftado exagerado. Alcaraz amarraba su saque con rapidez. 3 a 3. Lo de Alcaraz no era posible. Y la resistencia de Nadal, porque era resistencia, tampoco. Estaban jugando ambos como todo el torneo. Alcaraz mandando y Nadal resistiendo, intercambiándose por momentos sus personalidades.

Indian Wells era una fiesta

Pocos partidos como este. No había forma de pasar a Alcaraz, una bestia indomable, pero Nadal lo lograba. Aunque al límite. Deuce en el séptimo, y aventurándose en la red a pecho descubierto para poner el 4 a 3. Recibía Nadal la atención del fisioterapeuta por una suerte de pinzamiento en la espalda y en el pecho. 15 a 15 en el octavo con saque de Alcaraz. 30 a 15. Sin opciones para Nadal por el momento con el saque del murciano. Pero Indian Wells era una fiesta. Del tenis. Con Nadal fajándose en su salsa de precipicio ante Alcaraz el Grande, como Alejandro.
Alcaraz y Nadal se felicitan al término del encuentro

Alcaraz y Nadal se felicitan al término del encuentroAFP

Pero taló ese árbol el leñador Nadal, encontrando el invisible agujero en su costura. Era el increíble 5 a 3 con servicio a favor. Pero atención a lo que podía venir, admirado lo admirado. 30 a 0 Nadal. Y 40 a 0 para el mallorquín, que corría como nunca después de tres horas. Luego falló Alcaraz. El increíble Alcaraz. Ganó Nadal por 6-4, 4-6 y 6-3 en un partido inmenso contra el mejor jugador del mundo después de él en busca de su trigésimo séptimo Masters 1000, mañana ante Taylor Fritz. El futuro del tenis español tiene un nombre, pero el presente aún sigue perteneciendo al más grande.
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