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07 de mayo de 2024

El presidente chino, Xi Jinping lega a la sesión de clausura de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino

El presidente chino, Xi Jinping, lega a la sesión de clausura de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo ChinoEFE

Guerra en Ucrania

La tensión entre Biden y Xi Jinping abre la puerta a una guerra económica global

El choque entre Estados Unidos y China podría desatar una crisis a nivel global. «Sería un golpe muy duro, pero China se llevaría la peor parte», según el director de Coyuntura Económica de Funcas

El papel de China en la guerra de Ucrania podría desatar una gigantesca guerra comercial con enormes consecuencias para Occidente. Estados Unidos advirtió el pasado domingo a Xi Jinping de que su posible ayuda militar a Rusia dejará secuelas en las relaciones entre ambos países.
Pekín juega un complicado rol en la crisis mundial desatada por la invasión del Kremlin sobre Ucrania. Su lealtad geopolítica con Moscú entra en contradicción con sus fuertes alianzas comerciales con Washington, destino de casi el 20 % de las exportaciones procedentes del gigante asiático. La dependencia es mutua. China es el principal cliente de Estados Unidos fuera de Norteamérica; compra un 8,7 % de sus productos.
«El vínculo entre Occidente y China es muy extenso, tanto de manera directa, como indirecta. Son intercambios que tienen que ver con cadenas productivas, es decir, esos suministros que vienen de China no pueden ser sustituidos a corto plazo por otros», dice Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas.
La advertencia de la Casa Blanca supone un órdago difícil de asumir. El avance del conflicto, y el papel de sus protagonistas ha provocado un replanteamiento de los acuerdos comerciales a nivel global. Una sanción comercial de Washington sobre Pekín elevaría la guerra comercial que ambos países mantienen desde hace años, avivada por los aranceles impuestos por uno y otro país. El conflicto protagonizado por el expresidente Donald Trump y el mandatario chino, Xi Jinping –desde 2018– lastró el crecimiento de las economías de ambas potencias en 2019. Ese pasado choque arancelario podría quedar en nada si China auxilia a Moscú y Biden cumple su amenaza.
«Sería un golpe muy duro para los dos, aunque quizá la peor parte se la llevaría China», dice Torres que recuerda que para Pekín es esencial mantener el progreso económico. «Ese progreso depende del intercambio con Occidente», apunta. Aun así, iniciar un asedio a la economía china también tendría serias consecuencias sobre Estados Unidos. La crisis de suministros derivada por el parón de la producción en pandemia ha dejado pequeñas pinceladas de lo que se podría producir en el caso de una ruptura entre Pekín y Washington. «Si China hace con Taiwán lo mismo que Rusia con Ucrania, la disrupción de semiconductores sería inasumible para Estados Unidos, que se encuentra en plena tormenta inflacionista», afirma Torres.

Europa ha pecado de una cierta ingenuidadRaymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas

Llegado a ese punto, la iniciativa de EE.UU. redoblaría la presión sobre Europa, que tendrá que decidir si subirse al tren de Biden y sumarse al castigo económico a Pekín. El dilema no será sencillo. China es el principal proveedor del Viejo Continente, que –al igual que EE.UU.– ha sufrido las consecuencias de la crisis de semiconductores. Tanto Washington como Bruselas han desarrollado planes para minimizar su dependencia del gigante asiático con fuertes inversiones. Empeños que aún se encuentran en fase embrionaria, especialmente el europeo.
«Europa ha pecado de una cierta ingenuidad pensando que los vínculos que crea la globalización son más fuertes que las alianzas geopolíticas entre Rusia y China. Deberíamos aprender a mantener una autonomía estratégica, especialmente en la energía y la tecnología, diversificando suministros», afirma el director de Coyuntura Económica de Funcas.
El ministro alemán de Finanzas, el único en oponerse al aplazamiento del compromiso fiscal

El ministro alemán de Finanzas, el único en oponerse al aplazamiento del compromiso fiscalEFE

El Viejo Continente ha comenzado a pagar las consecuencias de la primera fase de la batalla económica declarada a Moscú. El efecto de un corte escalonado del gas ruso ha puesto contra las cuerdas las finanzas europeas, descuadradas por la escalada de la inflación fruto de la vorágine en la que han entrado los precios de la energía. El veto a la energía rusa levantado por Estados Unidos ha trasladado toda la presión sobre la Unión Europea, que sigue trazando un plan que –según la pretensión de Bruselas– le llevará a independizarse del gas y petróleo ruso en 2027. Los ministros de Finanzas europeos siguen debatiendo si posponer la reactivación del pacto de disciplina fiscal.
También Pekín ha empezado a padecer su exposición a la economía rusa. La bolsa china ha sufrido fuertes correcciones por el papel que Xi Jinping en la guerra de Ucrania. «China no tiene la madurez suficiente como para enfrentarse a una guerra económica global», asegura Torres.
Punto y aparte merece la enorme exposición de las empresas occidentales sobre Pekín. Gigantes como Apple mantienen una fuerte presencia en China. Españolas como Inditex, Gamesa, Cepsa, La Caixa, BBVA o Santander cuentan también con un gran peso en el país asiático. Una dependencia que traspasa a los mercados financieros. China posee una enorme parte de deuda pública de países como España o Italia. «Si se produjera una fragmentación financiera, tendríamos el paraguas del BCE con una moneda fuerte como es el euro», dice Torres.
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