
A Manuel Hernández no parecen ahogarle las críticas de la izquierda
¿Quién es Manuel Hernández? El excamionero que molesta a la izquierda
El camionero que tuvo que cerrar Transportes Manolín se ha convertido en el conductor de la huelga de transportes que paraliza España
Sus caprichos son su mujer y un Mercedes de hace 20 años. Natural de Hellín (Albacete), con prominentes patillas y un verbo tan fluido que hay que odiarle o quererle. Manuel Hernández es el tipo al que los camioneros recibían el viernes a las puertas del ministerio de Transportes al grito de «¡Presidente, presidente!». Todos le abrazaban, él se dejaba. Sonriente. Dominaba el escenario porque lleva años ensayando.
Manuel es de la generación de Facebook. Ya quedan pocos en esa red social y menos aún para reivindicar algo, pero encontró una manera de lanzar su mensaje en favor de los camioneros y, de paso, contra el Gobierno. Si puede ser de izquierdas, mejor.
Transportes Manolín
En 2008 y 2010 Manuel no estaba preparado. Las huelgas, la crisis… todo le pilló dirigiendo Transportes Manolín, la empresa de su padre que quebró en 2018 porque, según cuenta, la representación sindical no funcionó.
La filias y las fobias españolas han puesto a Manuel Hernández en la trinchera de la derecha, tirando a Vox. Los digitales de guerrilla no han tardado en publicar fotos de Manuel delante de una talla de María Santísima de la Alegría en Hellín. Por si ya fuera poco el atrevimiento religioso, el tuit de la foto lo publicó Vox Hellín. Doble martirio y doble oportunidad de lanzarle al barro.Las patillas que el ejército Republicano obligaba a cortar en tiempos de la guerra civil, tampoco ayudan a Manuel. Son otro reclamo para que Echenique y su tropa le señalen y le metan en el cajón de los camioneros fascistas. Han pasado 80 años, pero la esencia es la misma.
Hernández maneja el populismo porque se ha convertido en una asignatura fácil en la sociedad. Cualquiera con un poco de vista, sabe lo que quieren oír los de su ramo. «Lo primero que tiene que hacer la ministra es pedirnos perdón», la frase que aclamaron los camioneros como si de se tratara del sueño de Luther King no parecía la mejor carta de presentación para entrar en despachos ministeriales.
Pero enfrente hay un Gobierno doctorado en populismo que ya ha pisado por donde camina Manuel. Raquel Sánchez se sentó con el paladín de la Plataforma Nacional en Defensa del Sector del Transporte (lo de presidente se queda corto) en una reunión que podría haber sido todo un espectáculo telecinquero al nivel de las miserias familiares de la hija de Rocío Jurado. De ahí no salió nada, cuando parecía que sería el final de la huelga.
«Muñeca xoxona roja»
Manuel, henchido de gozo, volvió a soltar lo de las «migajas» pudiendo utilizar «sobras» o «restos» y distanciarse del adjetivo que utilizó Vox el viernes cuando la patronal y el Gobierno anunciaron con nocturnidad un acuerdo que no mejora el que hacen las gasolineras sus clientes.
Manuel ya no quiere un camión para ser feliz. Quiere apretar las tuercas de una ministra de «un perfil bajísimo», como dijo en El Debate Pedro Barato, presidente de Asaja. Tenga o no a Vox detrás, Manuel Hernández tiene su objetivo muy claro, aunque las posibilidades de quemarse en la escena pública crecen exponencialmente cada día y tendrá que aflojar. De eso se ocupará con precisión quirúrgica el aparato mediático alimentado por los políticos precisos para que parezca un accidente.
Cuando Manuel llamó «Muñeca xoxona roja» a Jorge Javier Vázquez, nunca pensó que sus días de gloria pasarían por ser el azote de los nostálgicos de Franco cuando vienen mal dadas. O, quizá sí.