El Ministerio de Transportes solo invierte un 22 % de lo destinado a inversiones, un 7 % menos que en 2018
Han puesto un ministro en Transportes que sabe mucho de hablar, de criticar en redes sociales pero trabajar en lo suyo, eso casi que lo haga otro
Este año, el Estado va a llegar a los 720.000 millones de gasto y la Administración General del Estado alrededor de los 360.000 millones. Todo esto en el modelo que se llama gasto no financiero, porque no incluye ni la deuda ni los préstamos que necesitamos para que nuestro Estado funcione.
El negociado de Pedro Sánchez, que debería ser la brújula que guíe a la economía, sabe hacer una cosa que es gastar. En eso hay que reconocer que es infalible, se gasta todo lo que ingresa y 60.000 millones más que tiene que pedir prestado para poder pagar.
No importa en que se los gasta, si en publicidad institucional para controlar a los medios afines, en subvenciones para los sindicatos o ayuda a sus amigos de la Internacional Socialista, como Gustavo Petro o Lula da Silva, que reciben entre los dos, por diferentes cauces, más de 1.000 millones de euros
En estos momentos en que Elon Musk está tirando del despilfarro de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), podemos ir anticipando que con gasto como estos podríamos llegar a empapelar paredes enteras de gasto sin control ni supervisión pero que permiten obtener muchos favores a cambio cuando se necesitan, por ejemplo, para llegar a presidente de la Internacional Socialista.
Hay una parte del gasto público que es necesario y que no voy a ser yo quien lo discuta, como la sanidad o la educación, las pensiones o la Policía y la Guardia Civil, y así podría seguir explicando lo que debería ser la economía del bienestar. En breve llegará mi libro con Ignacio Basco, El Ocaso del Estado del Bienestar, en él explico que hay una partida que cualquier economista considera que en un estado que gasta a troche y moche, debería ser mirada con buenos ojos, que es la inversión.
La inversión, bien gestionada por las Administraciones públicas genera valor a corto, medio y largo plazo. Las grandes obras de infraestructura, puertos, aeropuertos, líneas de Alta Velocidad, Vivienda Pública, son absolutamente necesarios, porque pagado por el Estado y ejecutado por empresas privadas, que generan trabajo y suman ingresos a las arcas públicas.
Nadie discute hoy la gran obra realizada por Alberto Ruiz Gallardón, cuando era alcalde de Madrid, soterrando la M30, y que gracias a esa obra hoy los madrileños vivimos mucho mejor.
Pero nuestra Administración General del Estado sólo invierte una cantidad ridícula en comparación con el PIB: llegó al 0,96 % en 2022 y, en 2024, se ha quedado en un 0,85 %. Pero si pensamos que las grandes inversiones son en defensa y no en obras públicas es cuando nos damos cuenta, además de la falacia de que lo poco que se invierte, que más del 50 % es material de defensa que, siendo absolutamente necesario, no es precisamente la inversión que genera riqueza a largo plazo.
Porque el ministerio inversor de este país siempre fue Fomento, ahora transformado en Transportes y movilidad urbana, que sólo invierte el 22 % del total y cuyo porcentaje sobre el PIB es tan ridículo, que deja sin contenido, ni sentido a este Ministerio.
Para que las cosas queden claras, vena ustedes lo que los he preparado:
Hemos pasado en 2018 de una Inversión Pública en la Administración General del Estado de 6.549 millones a 13.581 millones, lo que ha supuesto pasar de un 0,54 % del PIB a dedicar un 0,85 % del PIB, pero esto que puede parecer que este gobierno lo está haciendo bien en inversión al casi doblar la Inversión Pública es una verdadera falacia, porque lo que ha subido es la Inversión en Defensa.
Así tenemos que en el 2018 le dedicábamos a Inversión en Defensa 3.303 millones para dedicarle en 2024, 7.097 millones, o lo que es lo mismo hemos pasado del 0,27 % de esta inversión sobre el PIB a un 0,45 %. En 2018 la inversión en defensa representaba el 50,4 % del total de la inversión pública y en 2024 el 52,3 %, lo cual demuestra que nuestro crecimiento es porque invertimos más en material defensivo.
En cambio en Fomento, o ahora llamado Transportes, pues pasamos de 1.873 millones en 2018 a 2.965 en 2024, lo cual nos lleva a pasar del 0,15 % del PIB a suponer cuatro centésimas más, un 0,19 %. Pero donde realmente vemos que este ministerio cada día tiene menos sentido es que mientras en 2018 la inversión que hacía Fomento representaba el 28,6 % del total de la Inversión Pública en 2024, ha pasado a suponer sólo el 21,8 %.
En definitiva, nuestro gobierno sabe de gastar y mucho, pero no sabe ni quiere saber, de la Inversión, porque para eso hay que trabajar y eso es ya mucho más duro.
Por eso han puesto un ministro en Transportes que sabe mucho de hablar, de criticar de utilizar X (Twitter) para, desde su posición de privilegio, liarse a mamporros contra todo el que no piensa cómo él, pero trabajar en lo suyo, que es arreglar el problema que hay en estos momentos en el Transporte (su ministerio) ferroviario. Eso casi que lo arregle otro.