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Xi Jinping y Pedro Sánchez, el pasado mes de septiembre.

Xi Jinping y Pedro Sánchez, el pasado mes de septiembre.EP

Sánchez se juega en Pekín sus lazos con EE.UU.: «Hay que ver en qué nos conviene tener a China como socio»

El presidente llega al país asiático para diversificar mercados y atraer la inversión frente a los recelos de la Administración estadounidense

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visita este viernes China con el objetivo de diversificar mercados y reducir el desequilibrio comercial que mantenemos con el gigante asiático. Además, el dirigente español intentará acelerar las inversiones chinas en nuestro país, que han estado prácticamente estancadas desde la pandemia. Todo ello, sin comprometer las ya complicadas relaciones con Estados Unidos, que observa con recelo este acercamiento.

Sánchez lleva años cultivando su figura como enlace entre China y Europa, y la guerra comercial le ha colocado en una posición envidiable para situar a España como puente para abrir las puertas de la inversión china hacia la UE, Iberoamérica y el norte de África. Pese a los esfuerzos del dirigente, los flujos de inversión entre ambos países han sido prácticamente inexistentes.

La inversión china en España pasó desapercibida hasta después de la crisis financiera, cuando comenzó a llegar algo de capital a nuestro país. Sin embargo, estas inversiones nunca se han consolidado, y, salvo operaciones puntuales como la compra de Urbaser, han sido muy irregulares. En los últimos tres años, de hecho, han sido prácticamente anecdóticas, con apenas 327 millones de euros entre 2022 y 2024.

«La inversión china en Europa fue considerable hasta la pandemia, cuando se redujo de forma significativa, incluida en España», explica Amadeo Jensana, director de programas económicos de Casa Asia. «Ahora se está recuperando y hay muchos proyectos de inversión pendientes, especialmente en renovables y movilidad sostenible», añade.

Este experto se refiere a los 11.000 millones de euros que las empresas chinas anunciaron el año pasado en proyectos de inversión directa, que incluían una planta de producción de electrolizadores en Andalucía y otra de baterías en Zaragoza. Sin embargo, estos planes aún no se han concretado.

La situación ahora ha cambiado. Los fabricantes chinos de coches eléctricos ven en las inversiones en España una forma de evitar los aranceles que la UE ha impuesto a sus vehículos. Además, nuestro país ocupa el segundo lugar en capacidad instalada de energías renovables, lo que encaja bien con la estrategia energética del país asiático. «Las empresas en China dependen mucho del Estado, y el hecho de que haya una buena sintonía política puede incentivar que inviertan aquí», comenta un experto.

Según Enrique Cuadra, country manager de Solunion España, industrias como la alimentación y bebidas, el turismo, el textil y las infraestructuras e ingeniería ofrecen un interesante potencial para las empresas chinas, «dado el cambio en las necesidades globales y el interés de China por diversificarse».

«A pesar de la incertidumbre geopolítica, España sigue siendo una opción atractiva para las empresas chinas, aunque es necesario tener en cuenta limitaciones como el tamaño de nuestro mercado, las dificultades en la integración y las diferencias culturales e idiomáticas. No obstante, el papel de China en las cadenas de suministro y valor globales es clave, y sus inversiones internacionales seguirán su curso, aunque se ralenticen en el corto plazo», agrega Cuadra.

Acceso al mercado chino

Otra cuestión es el acceso de las empresas españolas al mercado chino, un reto particularmente complejo. En 2024, los flujos de inversión en China ascendieron a 21,8 millones de euros, la cifra más baja desde 2001, y estuvieron principalmente dirigidos a la industria cosmética y la producción de energía hidroeléctrica. No obstante, se trata de un mercado muy competitivo.

«En China, la competencia local es extremadamente alta, lo que dificulta el posicionamiento de las empresas españolas frente a las compañías chinas ya bien establecidas», señala el CEO en España de Solunion. Además, la burocracia y las normativas regulatorias en China también pueden ser complejas para las empresas extranjeras, «especialmente debido a las diferencias culturales y la dificultad para acceder a información sobre el mercado, lo que genera incertidumbre», explica Cuadra.

No todas las actividades empresariales en China están disponibles para el capital foráneo en igualdad de condiciones con respecto a los nacionales

Estas dificultades persisten, a pesar de la adhesión de China a la OMC en 2001, que teóricamente abrió muchos sectores a la inversión extranjera. En la práctica, como advierte el informe de Icex, no todas las actividades empresariales están disponibles para el capital foráneo en igualdad de condiciones con respecto a los nacionales.

En este contexto, Jensana resalta la importancia de la visita de Sánchez a Pekín: «Sánchez se ha convertido en un interlocutor clave para la Unión Europea allí, y ese impulso político puede facilitar un acceso más ágil al mercado».

Relación con Estados Unidos

Este acercamiento a China podría deteriorar la relación con Estados Unidos, uno de los principales socios comerciales de España. Desde la llegada de Sánchez a Moncloa, en junio de 2018, las inversiones estadounidenses en España han ascendido a 44.479,9 millones de euros, frente a los 1.527,6 millones de China, casi treinta veces más. Además, España es uno de los pocos países de la UE con los que Estados Unidos no mantiene un déficit comercial.

La administración estadounidense ha mostrado recelo ante los acercamientos europeos a Pekín. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, avisó recientemente que una aproximación a China sería «como cortarse el cuello». En este contexto, Sánchez deberá gestionar las necesidades de diversificación de España sin comprometer la estabilidad de sus alianzas con Estados Unidos. Como advierte Jensana, «hay que ver en qué ámbitos nos conviene tener a China como socio o como rival». El reto, desde luego, es mayúsculo.

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