BBVA-Sabadell: la politización de una OPA muy poco horizontal, inclusiva y feminista
Somos muchos los que pensamos que esta operación sería un error, pero los obscenos tejemanejes del Gobierno para impedir que prospere resultan intolerables
Han pasado casi 20 años pero siempre resulta de utilidad volver la vista atrás para interpretar mejor lo que sucede en el presente. Y para darse cuenta muchas veces de que todo puede ser peor. He releído recientemente OPA a Endesa (Ed. La Esfera de los libros, 2006), de mi amiga Carmen Tomás. «La OPA de Gas Natural quedó tocada de muerte en manos del Gobierno que apadrinó la operación y se empeñó en sacarla adelante. Del mismo Gobierno que no dudó en presionar a Europa, en cambiar normas, en torcer voluntades», avanza la autora ya en el prólogo. «Todo valía si de una tacada se quitaba del camino a Manuel Pizarro, se cumplía el deseo del tripartito catalán de contar con un grupo energético potente dirigido desde Barcelona y se facilitaba la negociación del nuevo Estatut». No me negarán que cambiando el nombre de las empresas y la postura del Gobierno, se hallan unas cuantas similitudes entre aquella operación, que Zapatero llegó a calificar de cuestión de Estado, y la OPA hostil del BBVA sobre el Sabadell en la actualidad.
Sobre todo por la intolerable politización de un asunto en el que deberían primar los intereses de los accionistas. El pleno del Parlament aprobaba la semana pasada una moción de ERC por la que se insta a Illa a poner en marcha «todas las acciones políticas, institucionales y legales necesarias ante el Gobierno para expresar de forma contundente e inequívoca el rechazo a la OPA». Así, sin pudor. Como tampoco lo tiene Carlos Cuerpo a la hora de trasladar su oposición a la oferta cada vez que se le pregunta. O peor aún, cuando decidió lanzar desde su ministerio una vergonzante consulta pública para que los ciudadanos, sin ningún criterio técnico, dijeran lo que le convenía a Moncloa dejando a la CNMC a los pies de los caballos. Todo vale con tal de no contrariar a Puigdemont ni al resto de independentistas que sujetan a Pedro Sánchez en este momento de debilidad extrema.
No hace falta ser Josep Sánchez Llibre, facilitador del regreso del Sabadell a la región, para ver todos los inconvenientes que la OPA plantea
El 75 % de los españoles se declaran en contra de la operación, según el barómetro elaborado por Zinklar a partir de más de un millar de encuestas. El porcentaje alcanza el 82 % en el caso de los clientes de Banco Sabadell y el 70 % en los del BBVA. En Cataluña la rechazan ocho de cada diez. Porque no hace falta ser Josep Sánchez Llibre, facilitador del regreso del Sabadell a la región —y mediador con otras muchas empresas del éxodo—, para ver todos los inconvenientes que plantea.
Si la OPA saliera adelante, la restricción de la competencia se notaría especialmente en el segmento de las pymes y los autónomos, que no pueden acceder a otras fuentes de financiación así como así. Afectaría al crédito muy seriamente, cuando las empresas pequeñas y medianas necesitan contar con líneas ágiles de tesorería, ya que muchas veces se ven obligadas a pagar a los proveedores antes de que hayan cobrado de los clientes. Más allá, en fin, de que la operación pueda ser poco atractiva para los accionistas del Sabadell —donde la ecuación de canje se le ha complicado al BBVA—, el posible perjuicio para quienes suponen el 95 % del tejido productivo patrio, pesa como una losa sobre las aspiraciones de Carlos Torres.
Somos muchos los que pensamos que esta OPA sería un error. Ahora, que los obscenos tejemanejes del Gobierno para impedir que prospere resultan intolerables. En Bruselas lo ven igual y Sánchez volvió el otro día a casa con el rabo entre las piernas después de intentar convencer a Von der Leyen de que la operación supondría un desastre para España y para Europa.
A ver cómo se las apañan para imponer al BBVA tales condiciones que le obliguen a tirar la toalla y al mismo tiempo no cabrear a la Comisión Europe
Una vez elevada al Consejo de Ministros, el plazo expira el 27 de junio. Ahora sí que sí. A ver cómo se las apañan para imponer al BBVA tales condiciones que le obliguen a tirar la toalla y al mismo tiempo no cabrear a la Comisión Europea. Preparemos palomitas porque viene lo mejor. ¿Le pedirá Cuerpo consejo a su amiga Nadia Calviño? Ella se achicharró intentando impedir que Ferrovial trasladara su sede a Países Bajos. Han pasado dos años, pero todavía se recuerda con bochorno la carta que la vicepresidenta ordenó enviar a la compañía intentando imponer la voluntad del Gobierno de cara a la celebración de la Junta de Accionistas. Bueno, eso y todo lo demás. Son asuntos bien distintos pero, más allá de lo estrictamente burocrático, la implicación del Ejecutivo para que esta OPA descarrile retrotrae a aquel episodio inadmisible. Aunque luego llegaran Telefónica, Indra y tantas otras injerencias.
Sólo les falta sacar a Yolanda Díaz a declamar que la Oferta Pública de Adquisición de Acciones del BBVA debe fracasar porque no es ni horizontal ni inclusiva ni cooperativa ni feminista. Y tampoco abraza, para colmo de males.
Susana Burgos es periodista especializada en economía y empresas y formadora de portavoces