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Análisis económicoJosé Ramón Riera

Carta abierta a Mark Rutte: «Sánchez se está riendo de usted en su cara»

El gasto en Defensa apenas llega al 1,1 % del PIB a junio y la ejecución de inversiones reales está muy por debajo de lo comprometido.

Sr. Rutte:

Pedro Sánchez ha decidido reírse de usted en toda su cara. Le da lo mismo lo que firmó: 24 horas después, estaba negándolo y diciendo que con el 2,1 % era suficiente. Desde que volvió a España de esa desastrosa reunión, su objetivo no es otro que, como no le gusta lo que hay hoy, hundir a la OTAN mediante el sistema de 'desunir y no cumplir'.

Tiene claro que ha perdido toda posibilidad de ser secretario general de ese organismo, ya que cuando termine su mandato como presidente de los españoles, no tiene ninguna posibilidad de ocupar ese puesto ni ningún otro de relieve en la Unión Europea. Por eso hará todo lo que esté en sus manos para tratar de causar el mayor daño posible.

Es cierto que, en el mes de junio, llevó el gasto del Ministerio de Defensa a 18.476 millones, lo que supone un incremento de 5.650 millones. Pero de estos, solo 3.346 millones van a ir a inversiones reales y, seguro, a través de algunos de los militares que colaboran con la OTAN.

Lo que no es tan seguro es que le hayan dicho que este esfuerzo, apenas representa el 1,1 % del PIB, muy lejos del 2,1 % que anunció y a años luz del 3,5 % aprobado en junio para medidas orientadas al programa de «Rearme Europa».

No tengo ninguna duda de que todo lo que ha dicho Sánchez y se ha comprometido es falso

No tengo ninguna duda de que todo lo que ha dicho Sánchez y se ha comprometido es falso; él lo sabe. Pero me da que usted, Sr. Rutte, es un alma cándida que se cree que nuestro presidente será obligado, por la Unión Europea, a cumplir lo firmado en la cumbre de la OTAN. Ni usted, ni Von der Leyen, ni Donald Trump se dan cuenta de que él tiene descontado que no volverá a ser presidente, salvo que se produzca una catástrofe para España, pero buena para él.

Eso es a lo que juega: cabrearlos a todos para, cada vez que los medios anuncien que Trump o usted le presiona, presentarse como víctima ante los españoles. Se radicalizará, se volverá más extremista y tratará de que los españoles también se movilicen, para que en el momento oportuno convoque elecciones generales anticipadas como un plebiscito: «¡O yo o el caos!».

Solo se vería obligado a irse y convocar elecciones si los mercados, de forma natural o inducida, le dicen que no le prestan dinero para financiar su inmenso gasto público. Por ahora, le acaban de llegar a las arcas del Tesoro en el Banco de España 23.000 millones, que le vendrán como agua en el desierto: le darán vida para unos meses, en los que no necesitará endeudarse, solo salir a pedir prestado para amortizar deuda que vence.

Mientras tanto, seguirá tensando la cuerda, que es algo que se le da muy bien. Fíjense en cómo van las cuentas del Ministerio de Defensa:

El Presupuesto de Gasto, según la IGAE, a 30 de junio es de 18.476 millones de euros, y con el PIB estimado que España envió a Bruselas en abril, representa apenas el 1,1 %. De ese presupuesto, solo 9.215 millones van a inversiones reales en armamento, el 49,9 %.

El primer gran problema de haber aprobado esto tarde y sin prisa en ejecutarlo es que Defensa solo lleva ejecutado hasta junio el 31,2 %. En inversiones reales, solo se han adjudicado 1.321 millones, el 14,3 %, y faltan por ejecutar 7.894 millones en seis meses.

Las únicas partidas en línea con el presupuesto son los gastos de personal y las transferencias de capital, cuya partida presupuestada es pequeña y ya está al 92 %.

Si Sánchez quisiera cumplir su objetivo de que Defensa llegue al 2,1 %, debería ampliar el presupuesto hasta 35.249 millones, lo que supone aprobar 16.772 millones adicionales en Consejos de Ministros, algo que dudo que tenga intención de hacer porque sus socios de gobierno se lo pondrán difícil.

Pero, para cumplir lo firmado, a España le faltarían por aprobar 40.272 millones, y aunque los aprobase, nadie sabe de dónde saldría el dinero para pagarlos. Esa es una razón adicional por la que no quiere cumplir este compromiso: implicaría reducir en muchos miles de millones el gasto político, que sigue siendo el cáncer de nuestro sistema.

Sánchez no llegará al 2,1 %, entre otros motivos porque ya va tarde y solo le quedan cuatro meses para ejecutarlo. Mientras se aprueba y se pone en marcha, no da tiempo a pasar pedidos a proveedores y que entreguen el armamento.

Peor aún: no presentará proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2026, porque la partida del Ministerio de Defensa debería acercarse a los 40.000 millones, lo que generaría un conflicto con sus socios de gobierno y los partidos que le sostienen, que no quieren ni oír hablar de rearme.

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