Más ventas, menos empresas, más coste salarial y beneficios congelados: ¿A dónde vamos?
La pregunta es si lo que está sucediendo es sostenible, justo y compatible con una economía plural y competitiva
En el primer semestre de 2025, el Observatorio de Márgenes Empresariales, creado por Nadia Calviño para controlar a los empresarios y sus márgenes, vuelve a ofrecer una radiografía precisa del comportamiento económico de las empresas españolas. Este instrumento, diseñado para arrojar luz sobre la evolución de los beneficios empresariales y su relación con los salarios, se ha convertido en una herramienta clave para entender cómo se distribuye la riqueza generada en el tejido productivo.
Hay una confusión general en el mercado, sobre todo por muchos medios, que viven de trasladar las notas de prensa a noticias y que, probablemente por falta de recursos en la redacción de dichos medios –o por desidia en los jefes de sección o porque es más fácil y sencillo convertir en noticia y titulares la nota de prensa del Gobierno– nos lleva a titulares y a informaciones que, siendo verdaderas, a la vez son sólo verdades a medias.
Si les digo que las ventas de las empresas españolas en el primer semestre de 2025 han crecido un 4,6 % y que estos datos proceden de un informe que acaba de publicar la Agencia Tributaria de las declaraciones de enero a junio de todas las empresas que lo presentan, tanto mensual como trimestralmente, la primera conclusión es que la economía española va bien y tal como dice el Gobierno somos una economía en crecimiento.
Ahora bien, si a esa información le añado que esto se ha producido con una pérdida de empresas que declaran a Hacienda de un 5,9 %, que equivale a que hayan dejado de declarar 56.000 empresas, ya la cosa no pinta tan bien, porque significa que nuestro tejido empresarial y probablemente el de las micro y pequeñas empresas, no están siendo capaces de aguantar la presión fiscal de impuestos a las que están sometidas y empiezan caer como moscas en verano.
Pero si a esta información le añado que las ventas se están incrementando por consumo interno más que por exportaciones, les estoy diciendo ya que algo está pasando en nuestras relaciones exteriores y que, o bien los aranceles de Donald Trump nos están afectando más de lo esperado, o bien que estamos perdiendo competitividad.
Pero si a continuación les añado que la masa salarial ha crecido un 6,4 %, es decir 1,8 puntos porcentuales más que las ventas, ya parece que lo dicho de que estamos perdiendo competitividad parece ser mucho más cierto, porque al añadir que los salarios crecen un 4,6 %, nos damos cuenta de que las ventas crecen lo mismo que los salarios medios, pero menos que la masa salarial, lo que nos lleva a que para vender más tenemos que contratar más empleados.
Si por último les digo que, además, los beneficios empresariales crecen un 0,0 %, esto demuestra que, si vendemos más es por el incremento de precios, pero que ese incremento solo es para cubrir costes, no para generar beneficios. Esto nos lleva a un círculo viciosos de que no por vender más, ganamos más y generamos más inversión sino probablemente lo contrario
En definitiva, los datos del Observatorio muestran una transformación silenciosa pero profunda. La caída del número de empresas medias en un 5,8 % no es un dato menor. Supone la desaparición o absorción de más de 56.000 unidades productivas en solo un año y, como decía, las ventas totales han crecido, lo que indica que las empresas supervivientes han ganado cuota de mercado o han mejorado su productividad. El crecimiento de las ventas interiores de un 5,4 % frente al tímido avance de las exportaciones de un 1,3 % sugiere que el consumo interno ha sido el motor principal.
En conjunto, parece que los trabajadores han salido ganando en este semestre. Pero esto no significa un éxito, sino un riesgo muy alto a futuro
La masa salarial ha aumentado más que las ventas, lo que implica que una mayor parte del ingreso generado se ha destinado a remunerar a los trabajadores. Esto se confirma con el incremento del salario medio de un 4,6 % y del número de perceptores en un 1,7 %. En conjunto, parece que los trabajadores han salido ganando en este semestre. Pero esto no significa un éxito, sino un riesgo muy alto a futuro.
El aumento de salarios es positivo. Pero, si no va acompañado de un aumento de productividad y de beneficios, lo que se está haciendo es redistribuir sin generar. Eso, a medio plazo, es como regar una planta con vino, puede parecer generoso, pero la planta se muere igual.
Pero el dato más revelador es el estancamiento del Resultado Bruto de Explotación. A pesar de vender más y pagar más salarios, los beneficios empresariales no han crecido. Esto puede deberse, a una reducción de márgenes para mantener precios competitivos.
En cualquier caso, el Observatorio cumple su función: mostrar que detrás del crecimiento macroeconómico hay tensiones y ajustes que afectan a la rentabilidad empresarial y al reparto de la riqueza y que los empresarios, lejos de enriquecerse sin freno, están navegando un entorno complejo y exigente.
Desde una perspectiva política, el Observatorio parece validar la tesis de que es posible mejorar los salarios sin disparar los beneficios empresariales. Pero también muestra que esa mejora tiene un coste muy importante: menos empresas, más concentración y márgenes más estrechos. Si el objetivo era controlar los beneficios excesivos, los datos indican que se ha logrado. Pero si el objetivo era fortalecer el tejido empresarial, el balance es justo lo contrario.
El Observatorio no solo mide márgenes, mide tensiones, decisiones estratégicas y el pulso real de la economía. Y lo que nos dice este semestre es que el reparto del valor añadido está cambiando.
Posiblemente, lo que el Observatorio está obteniendo, no es lo que esperaba. No hay codicia desatada. Hay tensión, concentración y una economía que se ha vuelto un juego de supervivencia. Si alguien pensaba que vigilar los márgenes iba a revelar una orgía de beneficios, lo que ha encontrado es una sala de espera donde todos miran el reloj y se preguntan cuánto más podrán aguantar.
La pregunta es si lo que está sucediendo es sostenible, justo y compatible con una economía plural y competitiva. Y si esto lo entiende un gobierno escorado a la izquierda y cada día con más tintes bolivarianos.