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Análisis económicoJosé Ramón Riera

El INE y su varita mágica: lo que debería ser transparencia se convierte en ilusionismo institucional

Entre el cuarto trimestre de 2023 y el segundo de 2025, la FBC nominal crece un 4,5 %, pero la real, la que debería descontar la inflación y reflejar el crecimiento neto, sube un 6,5 %. ¿Sube más que la nominal en un contexto de inflación acumulada del 5 %?

Dice el manual de economía básica, ese que algunos parecen haber perdido entre los sofás del relato oficial, que para calcular el crecimiento real de una variable económica basta con restarle la inflación al crecimiento nominal. No es magia, no es alquimia, no es prestidigitación estadística. Es aritmética.

Sin embargo, cuando uno se sienta con el Excel en la mano y los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y Eurostat sobre la Formación Bruta de Capital (FBC), lo que encuentra no es una tabla, sino una novela al estilo de J.K. Rowling y su serie de Harry Potter. Porque lo que debería ser un ejercicio de transparencia contable se convierte en una exhibición de ilusionismo institucional.

Los datos cantan, y no precisamente en do mayor, ni de una ópera bufa, más bien de un tremendo dramatismo, donde muere hasta el apuntador.

Entre el cuarto trimestre de 2023 y el segundo de 2025, la Formación Bruta de Capital nominal crece un 4,5 %. Hasta ahí, todo correcto. Pero la FBC real, la que debería descontar la inflación y reflejar el crecimiento neto, sube un 6,5 %. ¿Cómo? ¿Sube más que la nominal en un contexto de inflación acumulada del 5 %?

Según la lógica económica, el crecimiento real debería ser inferior al nominal si hay inflación. Pero aquí sucede lo contrario. De hecho, si aplicamos la fórmula básica (nominal menos inflación), el crecimiento teórico sería del -0,5 %. Y, sin embargo, el INE nos presenta un crecimiento del 6,5 %. Un desfase de siete puntos. Como si alguien hubiera confundido el Excel con una varita mágica, del joven mago.

Para que veamos los datos con claridad y transparencia, la información es de Eurostat y he preparado siete columnas diferentes: la primera es la FCB nominal que envía el INE a Eurostat, la segunda el incremento inter trimestral en la tercera y la cuarta son los datos de la FCB Real y sus crecimientos, la quinta es la inflación trimestral, la sexta es el crecimiento teórico, calculado entre el crecimiento nominal, restando la inflación y la última es el exceso de crecimiento publicado por el INE, vamos la varita de Potter.

Así tenemos que en el primer trimestre de 2024, con una inflación del 1,3 % y una caída nominal del -0,36 %, el crecimiento real publicado es del 0,61 %. El teórico sería del 1,66 % negativo, por lo tanto, se produce una diferencia de los 2,28 puntos, a favor del Gobierno.

En el T2 2024, la inflación sube al 1,4 % y la FBC nominal cae un 2,18 %. El crecimiento real publicado es del 0,52 %. Es decir, con un decrecimiento en el nominal de un 2,18 % y una inflación del 1,4 %, la magia de «Manzanera Potter» da un crecimiento del 0,52 %, cuando debería haber sido un decrecimiento del 3,58 % y, por lo tanto, bate el récord a favor del Gobierno con un 4,1 % la variable de la inversión.

¿Estadística o prestidigitación? Lo que vemos aquí no es un error puntual, ni una discrepancia técnica. Es una tendencia sistemática a inflar el crecimiento real por encima de lo que los datos permiten. Como si la FBC se hubiera convertido en el nuevo campo de batalla del relato económico. Donde los datos dicen una cosa y el INE otra. Donde la aritmética se somete al relato y la lógica económica se sacrifica en el altar de la narrativa gubernamental.

Porque claro, cuando los datos no cuadran, siempre queda el recurso de la reinterpretación creativa. Ya no se trata de sumar o restar, sino de «contextualizar», «revisar metodologías» o «ajustar por efectos estacionales». Es el nuevo arte de la estadística narrativa: convertir una caída en una curva ascendente con solo cambiar el ángulo del gráfico… o el tono del comunicado.

Así, mientras mis datos dicen que algo no encaja, el relato oficial se pasea por los pasillos institucionales como si nada. La FBC crece más de lo que debería, la inflación se convierte en un dato decorativo y el crecimiento real se infla como si fuera un globo en la cabalgata de Reyes.

Pero no nos engañemos: esto no es economía, es escenografía. No es análisis, es maquillaje. Y no es política económica, es marketing con cifras. Porque cuando el rigor se sacrifica en nombre de una ideología y de un gobierno, lo que queda no es un país que avanza, sino un relato que flota… hasta que alguien algún día lo pinche.

Y ese alguien, debe de provenir de la Sociedad Civil, porque el INE está colonizado. Y para esto hay que tomar la decisión de ser fríos, pero a la vez implacables con la corrupción estadística sin ideología ni relato.

Porque si los números se prostituyen, la verdad se convierte en rehén. Cuando la verdad es rehén, la democracia es solo decorado. No se trata de ajustar cifras, sino de recuperar el pulso ético de un país que merece saber dónde está. No hay neutralidad posible frente al falseamiento sistemático: o se combate, o se consiente. Y ya es tarde para consentir.

Porque cuando la estadística se convierte en propaganda y la mentira se institucionaliza, la verdad no se debate, se exhuma.

La Sociedad Civil no puede limitarse a observar. Tiene que fiscalizar, denunciar, incomodar. Porque si no lo hace, no es civil: es cómplice.

Hoy el «relato» ha dejado de ser una narrativa política para convertirse en una ficción contable. Y esa ficción, como toda mentira sostenida en cifras, tiene fecha de caducidad.

La pregunta ya no debe de ser si este gobierno y sus falsedades caerán, sino quienes estarán ahí para verlos desfilar camino de Soto del Real.

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