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España, el país donde crece el PIB pero se enquista la pobreza

Según Eurostat, en España, 6,7 millones de personas viven en precariedad persistente. Están atrapadas en un ciclo de pobreza que ni el empleo ni las ayudas logran romper

Act. 02 nov. 2025 - 14:18

Persona sin hogar en el aeropuerto de Barajas

Persona sin hogar en el aeropuerto de BarajasGTRES

España se ha convertido en una paradoja social: crece el PIB, pero se enquista la pobreza. Según Eurostat, en España, 6,7 millones de personas viven en precariedad persistente. Están atrapadas en un ciclo de pobreza que ni el empleo ni las ayudas logran romper. Los últimos datos de Eurostat sitúan la pobreza persistente —personas pobres durante tres de los últimos cuatro años— en 2024 en el 13,6 % de la población, dos puntos más que en 2023. Y los más afectados son los niños: los más frágiles, los que menos culpa tienen y los que más pagan el precio de la desigualdad.

Un informe, Estudios de la Fundación Funcas (octubre de 2025), revela que España tiene una de las tasas de pobreza infantil más elevadas de Europa, 29,2 % frente al 19,3 % de la media europea. Pero nos podemos fijar en otro indicador, el AROPE (At Risk of Poverty or Social Exclusion). Esta variable contiene la falta de ingresos, la carencia material y la baja intensidad laboral en los hogares. Con el AROPE, la situación es todavía peor: el 34,6 % de los niños y adolescentes españoles se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, diez puntos más que los adultos.

En otras palabras: uno de cada tres niños españoles vive por debajo del umbral del bienestar mínimo. Son vidas que comienzan con menos oportunidades, menos horizontes, menos esperanza. Y esta desigualdad es una injusticia moral y un lastre económico. La OCDE estima que la pobreza infantil cuesta al país más de 63.000 millones de euros al año en menor productividad, gasto sanitario y pérdida de capital humano.

Con recursos similares a los de otros países europeos, las políticas sociales españolas apenas logran reducir la pobreza infantil. La explicación es clara: España no cuenta con una ayuda universal por hijo a cargo. A ello se une el grave problema habitacional, por ejemplo, el escaso parque de vivienda social en España. Nuestro país tiene un parque de unas 290.000 viviendas públicas de alquiler, que dan cobertura al 1,6 % de los hogares, frente al 9,3 % de media en la UE.

Familias atrapadas

Los hogares más expuestos son los monoparentales, los hogares con inmigrantes y las familias numerosas por la dificultad para conciliar trabajo y crianza.

La pobreza infantil no solo refleja el presente: predice el futuro. Los niños criados en hogares con bajos recursos tienen una probabilidad mayor de ser pobres de adultos. Funcas advierte que la pobreza puede heredarse: cuando los padres carecen de recursos económicos y educativos, sus hijos suelen tener menos posibilidades de estudiar en la universidad, gozar de buena salud o acceder a empleos de calidad.

Incluso entre los hijos de padres con estudios universitarios, la tasa de pobreza infantil alcanza el 19 %, frente al 11 % de media europea. Es una señal clara de que el nivel de educación, por sí solo, no basta.

A este problema se suma otro: España tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, 1,12 hijos por mujer. Baja natalidad y alta pobreza infantil conforman un doble desafío demográfico y social: menos niños y más pobres. Es decir, menos futuro.

En las familias jóvenes, el riesgo de pobreza aumenta: entre los 25 y los 49 años la carencia persistente ha crecido con fuerza, coincidiendo con la etapa de crianza.

La recesión silenciosa de los hogares

Los indicadores macroeconómicos mejoran. El PIB aumentó un 2,9 % en 2025, según el INE. Pero el PIB per cápita español sigue un 12 % por debajo de la media europea, y la capacidad de compra de los hogares es 5,6 % inferior a la de 2008. Los salarios reales se han estancado y la compra de alimentos ha subido el 40 % desde 2020. Es una recesión silenciosa: la economía avanza, pero la vida se encarece, y cada día más familias sienten que el progreso las deja atrás.

Qué se puede hacer

Los expertos coinciden en que no basta con crecer, hay que redistribuir. Funcas propone varias reformas:

Ampliar las prestaciones por hijo a cargo y hacerlas universales.

• Fortalecer las políticas activas de empleo con incentivos a trabajos estables y mejor remunerados.

Garantizar vivienda asequible para familias con menores, con criterios de prioridad social.

• Mejorar la conciliación laboral y los servicios de cuidado infantil.

Una cuestión moral y de futuro

La pobreza infantil, recuerda el informe, «no es solo una anomalía social, sino un fallo moral y político». En un país que envejece, permitir que un tercio de los niños crezca en pobreza es hipotecar el futuro.

España puede seguir midiendo su éxito por el crecimiento del PIB. Pero como dice Núñez Feijóo, «con el PIB no se come». El verdadero termómetro de un país está en cómo viven sus niños. Y hoy, los pocos que hay, lo hacen en la cuerda floja.

Rafael Pampillón Olmedo es catedrático en la Universidad CEU San Pablo y de la Universidad Villanueva

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