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20 de abril de 2024

Amador Sánchez, presidente del Colegio Oficial de Docentes

Amador Sánchez, decano del Colegio Oficial de DocentesCedida

Entrevista con Amador Sánchez (Colegio Oficial de Docentes)

«A la profesión de docente deben llegar los mejores, por eso hace falta un MIR educativo»

«La falta de consenso con la que ha salido adelante la LOMLOE puede acrecentar el desánimo del profesorado»

Hablar de Amador Sánchez es hacerlo de educación. Maestro de Educación Primaria y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense, acumula varias décadas de carrera docente en diversos destinos.
Sánchez ha compaginado su actividad educativa con varios puestos de responsabilidad política en varias áreas de gobierno de la Comunidad de Madrid, que le nombró en 2018 viceconsejero de Organización Educativa.
En la actualidad, es decano del Colegio Oficial de Docentes en Madrid. En esta entrevista con El Debate, aborda cuestiones clave para entender y analizar la situación de la educación en nuestro país.
–El Colegio de Docentes es una institución que nació al servicio de los profesores. ¿Para qué sirve colegiarse?
–Efectivamente, se creó en 1899, y se llama desde su creación Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias. Bajo esa denominación, en aquella época se incluían todas las carreras existentes con acceso a la docencia. Por tanto, siempre ha sido el colegio específico de los profesores.
La colegiación de los docentes en España ha servido históricamente para obtener, entre otros, algunos logros: promoción de la excelencia educativa, regulación de las profesiones, protección de las profesiones y de los profesionales, control de la calidad de las actuaciones profesionales y de los centros docentes, y promoción de la formación continua. Los colegios oficiales han establecido códigos de ética profesional que han ayudado a guiar el comportamiento de los profesionales y a promover los valores fundamentales de la profesión. También actúan como representantes de los profesionales ante las autoridades educativas y han trabajado para influir en las políticas y prácticas educativas.
Tengo la clara convicción de que los colegios profesionales son organizaciones de gran valía, tanto desde la perspectiva profesional, como desde la perspectiva social. Desde su dimensión profesional, contribuimos a mejorar la forma de ser y de hacer de los profesionales, y convierten esta tarea en su verdadera esencia. Desde la dimensión social, son sinónimo de dedicación y de empeño por la calidad de los servicios que prestan a sus colegiados, y sitúan cada actuación profesional en los parámetros de un código deontológico que garantiza el buen hacer y la calidad profesional.
–¿Cuál es la situación, a vuelapluma, del docente en España y del profesional de la Educación?
–Me resulta muy difícil entrar a vuelapluma en un tema tan complejo, al que, de una forma u otra, he dedicado más de cincuenta años de mi vida; pero lo voy a intentar.
Creo que ser docente es una de las profesiones más bonitas e importantes que se pueden ejercer. Conviene recordar que los docentes son los profesionales específicos de la educación formal de nuestros niños y jóvenes; es decir, los responsables de la formación y de la educación de las generaciones futuras; y, por lo tanto, su trabajo es fundamental para el desarrollo y progreso de sus alumnos, para las familias y para el país. No obstante, no es menos cierto que la responsabilidad última de la educación de sus hijos es de las familias. De ahí dimana especialmente la importancia de que siempre exista una relación de colaboración y confianza entre los docentes y las familias.
La situación del docente en España ha sido objeto de debate en los últimos años. Aunque se reconoce la importancia de su trabajo, se enfrentan a varios desafíos, incluyendo la falta de recursos (especialmente falta de profesionales) y de financiación, la sobrecarga de trabajo, el escaso reconocimiento social, la burocratización excesiva del sistema educativo, la falta de apoyo profesional, un salario no promocional a las responsabilidades que se les exige...

Los profesores mayores pueden compartir su experiencia y conocimientos con los nuevos profesores ejerciendo de mentores

A todo ello hay que añadir frecuentes cambios normativos en España y en sus comunidades autónomas, que les obligan a estar permanentemente aplicando cambios curriculares y cambios de protocolos de todo tipo. Hay que añadir, también, el incremento de los problemas de convivencia en los centros docentes, así como la mayor heterogeneidad del alumnado y de sus necesidades educativas. La conveniencia de un pacto educativo en lo esencial, que dé estabilidad normativa, se ha repetido hasta la saciedad, y sigue siendo una necesidad acuciante. Además, hay que cambiar el paradigma de la elaboración de la normativa que ha de aplicarse en la escuela. Hay que hacer leyes pensadas desde el punto de vista de quien las tiene que aplicar: menos normas y más sencillas.
Amador Sánchez es maestro de Educación Primaria y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la UCM

Amador Sánchez es maestro de Educación Primaria y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la UCMCedida

–¿Qué me dice de esos otros profesionales que sin ser docentes también están en el sistema educativo y educan? Porque educar «es tarea de toda la tribu», tal y como diría el filósofo José Antonio Marina.
–Al hablar del sistema educativo, con frecuencia predominan las imágenes del docente y la de las aulas, pero el sistema es mucho más complejo. Debemos tener en cuenta que en España existen, y deben existir –diría yo–, otros profesionales en el sistema educativo que no ejercen la docencia, pero sí intervienen en la educación en general. En el diseño del sistema educativo actual, existen dos redes de apoyo a los centros educativos: la red de formación permanente y la red de orientación, integradas por docentes que, temporal o permanentemente, realizan funciones no docentes. Existe también una red de supervisión y control integrada por la inspección técnica docente.
Pero, además, en los centros docentes hay otros profesionales que desempeñan diferentes roles relacionados con la educación. Estos incluyen a los orientadores educativos, a los pedagogos, a los psicólogos, a los enfermeros, a los auxiliares de comedor, entre otros. La situación de estos profesionales también presenta desafíos similares a los de los docentes, como la falta de claridad en su cometido y la sobrecarga de trabajo. Y, sobre todo, la falta de efectivos suficientes. Es fácil deducir que la organización y dirección de los centros docentes entraña ahora una mayor dificultad que nunca.
–También la educación se recibe fuera de las aulas…
–Debemos repensar la educación desde las necesidades educativas reales, teniendo en cuenta que, en estos momentos, la influencia en la educación trasciende al ámbito de los centros docentes y del hogar. Los educadores de calle se crearon para influir con medidas educativas en las interacciones propias de los barrios; pero, en la actualidad, al barrio se ha unido la influencia de internet, especialmente la de las redes sociales. Hace falta destinar profesionales especializados para actuar preventivamente en ese ámbito, y no solo cuando los problemas ya son muy graves. Por tanto, hablar de los profesionales que faltan dentro y fuera de los centros docentes, para conseguir una educación a la altura de los tiempos, requiere un planteamiento de esta tarea mucho más ambicioso y compartido; y, sobre todo, a primera vista, con muchos más recursos y profesionales diversos. Y digo con más recursos, «a primera vista», porque estoy convencido de que, si se invirtiera más en prevención y se asumiera esa tarea con más profesionales, disminuirían sensiblemente las necesidades de recursos que empleamos en medidas correctivas; y ello con la ventaja añadida de haber evitado daños que, a veces, ya son irreparables.

El problema de la edad del profesorado

El profesorado en España se hace mayor. Casi la mitad de los docentes tiene más de 50 años. ¿Qué acciones hay que impulsar?
–Efectivamente, el tiempo pasa para todos, y los profesores no somos una excepción. La elevada edad del profesorado en España puede dar lugar a varios problemas como la falta de renovación generacional; la falta de adaptación a los nuevos métodos de enseñanza; el incremento en el absentismo laboral, ya que el envejecimiento puede coadyuvar a una mayor cantidad de bajas laborales debido a problemas de salud; las dificultades en la docencia, si no están suficientemente actualizados en las nuevas tendencias metodológicas y tecnologías al uso. Este es un problema, que afecta a toda Europa, y muy difícil de solucionar, especialmente cuando la tendencia es el retraso de la edad de jubilación. La normativa comunitaria ya lo aborda, como una prioridad, en Resolución del Consejo «Marco estratégico para la cooperación europea en el ámbito de la educación y formación con miras al Espacio Europeo de Educación y más allá (2021-2030)».
Dicho lo anterior, es importante señalar que no todos los profesores mayores experimentarán estos problemas, y que la edad no necesariamente indica una falta de habilidades o capacidad para adaptarse, aunque reconozco que estos son algunos de los desafíos que podrían surgir en el sector educativo debido a la elevada edad del profesorado en España.

En países que destacan por la calidad de sus sistemas educativos, son habituales experiencias de codocencia, en las que dos docentes desarrollan a la vez su labor

Por otro lado, nosotros estamos trabajando con las nuevas generaciones de docentes, para colaborar y ayudarles a que se incorporan a la profesión. Hemos intensificado los acuerdos con los decanos de las facultades que imparten las titulaciones que integramos, pero, sobre todo, nos dirigimos a los alumnos que finalizan el Máster en Formación del Profesorado, de donde saldrán los profesores de las aulas del siglo XXI. Los premios Trabajo Fin de Máster que organizamos desde hace siete años son una muestra de ello. El Jurado de este certamen está integrado por los coordinadores del Máster de las principales universidades madrileñas y los premios se conceden tras la aplicación de una exhaustiva rúbrica y un debate intenso. Es nuestro particular reconocimiento a las nuevas generaciones de profesores y una forma de ayudarles a pasar de la formación universitaria al día a día de las aulas.
–¿Qué acciones hay que impulsar?
–En estos momentos, es una buena ocasión para repensar cómo debería considerarse el factor de la edad a la hora de definir la función docente y la plantilla de cada centro en el futuro; variable que ya se tiene en cuenta con medidas estructurales en otras profesiones, mediante el paso a segunda actividad.
Si asumimos la figura de la segunda actividad para los docentes y, sin ánimo de agotar este tema, se me ocurren algunas sugerencias para paliar los efectos del envejecimiento del profesorado: por de pronto, es importante que los profesores reciban formación continua para mantenerse actualizados con el paso de los años. Es necesario que las instituciones educativas fomenten la contratación de nuevos profesores y con ideas innovadoras para renovar la plantilla docente y así fomentar la renovación educativa.
Los profesores mayores pueden compartir su experiencia y conocimientos con los nuevos profesores ejerciendo de mentores. La colaboración y el trabajo en equipo son fundamentales para fomentar la innovación y la creatividad en el aula. Se pueden organizar grupos de trabajo intergeneracionales en los que participen profesores de distintas edades para impulsar la colaboración y el intercambio de ideas. Esto es frecuente en países que destacan por la calidad de sus sistemas educativos, son habituales experiencias de co-docencia, en las que dos docentes desarrollan a la vez su labor en el aula y observan al compañero, siendo prácticas de aprendizaje mutuo y mentoría que favorecerían el traslado de los saberes que de la experiencia a los nuevos docentes.
Conviene considerar también la flexibilización de la edad de jubilación, que no es lo mismo que adelantarla, ya que, en algunos casos, es posible que los profesores mayores deseen continuar trabajando en su profesión después de la edad de jubilación. Se puede flexibilizar la edad de jubilación y ofrecer incentivos para que los docentes sigan trabajando en la educación. Esto no debe plantearse para evitar el acceso a nuevos profesionales más jóvenes, sino para aprovechar el talento adquirido con la experiencia y para realizar proyectos y tareas que, probablemente, no se están haciendo.
–¿Qué me diría de la formación inicial del profesorado?
–La función docente ha sido la gran olvidada en la enseñanza, secundaria y universitaria, en cuanto que se ha considerado suficiente el dominio de la materia que se va a enseñar para ejercer la docencia, sin abordar específicamente la preparación de estos profesores para enfrentarse a la práctica docente. Afortunadamente, desde hace unos años, los graduados en cualquier disciplina deben cursar un máster de formación del profesorado. El gran reto está en conseguir un modelo de formación del profesorado que mime la formación en la práctica y una primera experiencia docente tutorizada en los mejores centros y por profesores motivados y con rica y valiosa experiencia.
En este sentido, el Colegio inició hace más de 15 años una propuesta tendente a modificar el modelo de acceder a la profesión, en la línea de lo que hoy se conoce como DIR o MIR educativo, –que en Comunidad de Madrid se ha iniciado con la denominación de Capacitación Integral Docente (CID)–. Lo hicimos desde el planteamiento de que a la profesión deben acceder sólo los mejores, los más cualificados y los más vocacionales. El docente tiene la enorme responsabilidad de formar a los ciudadanos; de ellos depende el futuro de un país. Quiero resaltar que dos investigadores relevantes en esta materia, los doctores Manso y Valle, publicaron en nuestra colección –Profesión docente–, un libro que recomiendo a quienes se preocupen de este tema. El título traducido es: Ser docente a lo largo de la vida. En el texto queda muy bien reflejado lo que deben ser los profesores del siglo XXI y los retos que deben afrontar.

A vueltas con una nueva ley educativa

–Usted conoce bien la función pública. La situación laboral del sector parece estribar entre una voz cantante llevada por los sindicatos con un desconocimiento por parte de la política. ¿Cómo solucionarlo?
–La influencia de los sindicatos en la situación laboral de los docentes es innegable, como representantes en las negociaciones colectivas con los empleadores, ya sean del sector público o del privado. A través de las negociaciones colectivas, los sindicatos pactan salarios, beneficios y condiciones de trabajo para los docentes. También se suelen encargar de que se garantice la seguridad laboral y la protección contra el despido injusto. En definitiva, los sindicatos de docentes pueden tener un impacto significativo en su situación laboral a través de negociaciones colectivas y de la promoción de políticas favorables a los trabajadores de la educación. Pero los logros sindicales no siempre están redundando en la mejora de la calidad de la educación, bien por falta de efectivos o por falta de agilidad de la gestión de recursos humanos. Y pongo un ejemplo; el profesorado, desde hace unos años, dispone de varios días de libre disposición al año, lo que, sin recursos humanos alternativos y de disposición inmediata para los centros, redunda en una cuantiosa pérdida de clases que no se pueden recuperar.
Además, en algunos casos, su influencia y el gran peso de las reivindicaciones laborales pueden dejar en segundo plano el ejercicio especifico de la función docente, su preparación y actualización científica y didáctica, que es lo que más influye en la calidad de la educación, y que es, precisamente, lo que, unido al desarrollo de un código ético, asume el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados (Colegio Profesional de los Docentes).
–¿Arreglará la LOMLOE los problemas estructurales de la educación en España?
–Aunque la LOMLOE ha sido promovida por algunos sectores como una ley que busca mejorar el sistema educativo español, también ha sido criticada por otros sectores por considerar que presenta problemas estructurales que pueden afectar negativamente al sistema educativo.
De hecho, uno de los principales problemas de la LOMLOE es el de la falta de consenso político y social. La ley ha sido aprobada con los votos a favor del Partido Socialista y de otros partidos con intereses afines, pero ha sido criticada por otros partidos y sectores de la sociedad. Esta falta de consenso puede dificultar la implementación efectiva de la ley y su aceptación por parte de la sociedad, y puede acrecentar el desánimo del profesorado, que asiste en las últimas décadas a promesas incumplidas de un pacto escolar que garantice la estabilidad del sistema educativo.
Otro problema que se ha señalado es el de la ideologización de la educación que se puede producir a través de la LOMLOE. Algunos sectores consideran que la Ley incluye medidas que pueden sesgar la educación en función de determinadas ideologías o posturas políticas, y que esto puede afectar negativamente a la formación de los estudiantes. Por ejemplo, la desconsideración del idioma español en el currículo escolar, sin atender prioritariamente el derecho de los niños y jóvenes a ser educados en su idioma materno.
La ley pone bastante peso en la educación emocional, que es muy positivo, pero articular su puesta en práctica para que se convierta en una realidad en los centros requiere el desarrollo de una estructura vertical y mucha formación a los docentes.
Aunque la ley incluye algunas medidas para mejorar la inclusión educativa o la atención a la diversidad, no se abordan de forma realista los recursos necesarios y las medidas estructurales necesarias. Igualmente quedan desdibujadas las soluciones a problemas como la formación del profesorado, la innovación pedagógica o la reducción de la brecha educativa entre diferentes comunidades autónomas, así como la unidad y coherencia de un sistema nacional de educación, como desde muchos sectores se indica respecto a la prueba de acceso a la universidad.
Además, se señala que algunas de las medidas incluidas en la ley, pueden tener como consecuencia una reducción de los contenidos y del nivel de exigencia académica.
Todo apunta a que nos encontramos, una vez más, con una ley con visos de provisionalidad y que surge con lagunas importantes.
–Otro de nuestros problemas es la alta tasa de abandono escolar, aunque haya bajado muchos puntos en la última década; y otras variables, el 28 % de los jóvenes españoles solo tiene estudios básicos, el doble de la media de la OCDE. ¿Esto qué le sugiere?
–El abandono escolar temprano en España es un problema que tiene diversas causas y consecuencias. Las familias con bajos ingresos pueden encontrarse con dificultades para cubrir los gastos relacionados con la educación. La falta de motivación de algunos estudiantes puede hacerles perder el interés en la escuela, debido a la desconexión con sus intereses personales, a las dificultades en el aprendizaje o a la irrelevancia que para ellos tienen los contenidos académicos. La ausencia de apoyo, la presión de los padres sobre el rendimiento académico y la inestabilidad emocional, entre otras situaciones, pueden afectar también a la capacidad del estudiante para mantenerse en la escuela. Sin olvidar que las diferencias culturales pueden dificultar la adaptación de algunos estudiantes y su éxito en la escuela. Pero el abandono escolar también tiene sus consecuencias, que suelen ir directamente relacionadas con el aumento del desempleo, con limitaciones en el desarrollo personal y profesional, con los costos sociales y económicos y, por supuesto, con un menor acceso a la educación superior.
–¿Y cómo podemos prevenir un problema tan serio?
–Como ya hemos apuntado, el fracaso escolar, y, por tanto, el abandono temprano de la escuela, es un problema muy complejo que puede tener múltiples causas y que requiere soluciones diversas. A continuación, presento algunas medidas generales que podrían ayudar a paliarlo.
Es importante detectar a los estudiantes en riesgo lo antes posible, para poder intervenir de forma temprana y evitar que su situación empeore, Una vez identificados los estudiantes en riesgo, es fundamental diseñar planes de intervención personalizados que aborden sus necesidades específicas, lo que puede incluir clases de refuerzo, tutorías, programas de enriquecimiento, etc.
Con frecuencia se nos olvida mencionar aquí la importancia de la organización escolar y de la configuración de los espacios en los centros escolares, para hacer posibles desdobles de aulas y grupos de alumnado, que permitan implementar metodologías y contenidos adecuados a sus diferentes niveles académicos; y también contar con otros espacios, huertos escolares, salas especiales para usos múltiples, salones de actos, laboratorios, etc.
Hay, además, otros aspectos que conviene tener en cuenta. Es importante que las escuelas proporcionen servicios de orientación y apoyo emocional a los estudiantes. La participación de las familias es fundamental para el éxito académico de los estudiantes. La tecnología educativa puede ser una herramienta útil, aunque no exenta de polémicas. Y en cuanto a la formación de docentes, estos deben estar bien capacitados para identificar las necesidades de los estudiantes y diseñar planes de intervención efectivos. Por lo demás, con frecuencia los estudiantes con escaso rendimiento académico muestran un mayor interés cuando se utilizan metodologías basadas en proyectos y trabajos en equipo, como aulas taller, aprendizajes basados en experiencias... Pero también es necesario aumentar los profesionales especializados en los centros para las nuevas necesidades del alumnado. Me refiero a pedagogos, psicólogos, maestros de compensación educativa y audición y lenguaje, educadores sociales. Y también recursos especializados como aulas de enlace, aulas TEA, etc.
Un problema como el del abandono escolar debe ser abordado con recursos de personal especializado, reducción de ratios como los introducidos en Madrid desde Primaria y en curso próximo ya en Secundaria. No se resuelve maquillando las estadísticas mediante la laxitud de los criterios de promoción o titulación, que lo único que logran es engañar a alumnado y familias.
–Por cierto, usted es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación de la UCM, que acaba de celebrar las elecciones para el puesto de rector. ¿Cómo ve la situación de esta Universidad, la más grande a nivel presencial de España?
Si se refiere concretamente a las elecciones que han servido para consolidar en su cargo al anterior rector, lo cierto es que, fuera de lo que concierna a nuestro ámbito jurídico, desde el Colegio Oficial no tomamos partido en las campañas electorales de ninguna otra institución o ámbito territorial. Considero que la universidad debe dedicar sus esfuerzos y sus recursos a proporcionar a los estudiantes una educación de alta calidad y rigor académico, promocionar la investigación y, desde luego, la colaboración con la sociedad, con otras instituciones y con las empresas. Es decir, la universidad también debe participar en diversos sectores de la vida en el presente, ya que es una institución que tiene como misión contribuir al desarrollo de la sociedad y de la ciencia a través de la investigación y de la innovación, trabajando aquí y ahora, en colaboración con otros niveles de la educación, con empresas, con organizaciones sin ánimo de lucro y con otros sectores. Además, a la universidad le compete, a mi juicio, formar ciudadanos responsables, críticos, creativos y comprometidos con el desarrollo social, económico, cultural y científico del mundo en el que vivimos. Ciudadanos libres y críticos, que plantean alternativas a los problemas existentes en el mundo actual e incluso a los programas de actuación política.
Lamentablemente, en ocasiones, estamos asistiendo, en la universidad y en otros muchos ámbitos sociolaborales, al espectáculo nada constructivo de que algunas personas, en lugar de asumir su papel, lo modifican impunemente y hacen de su trabajo una oportunidad para la discrepancia y la lucha partidaria, sin plantear siquiera alternativas ni reivindicaciones creíbles, y utilizando métodos que se alejan mucho de la tolerancia a la diversidad de pensamiento y del diálogo. Estas reglas de tolerancia, diálogo y respeto por el diferente deben presidir la actuación del profesorado y gobierno de cualquier universidad; aunque con frecuencia nos encontremos con lo que se ha dado en llamar «politización de las instituciones», que consiste en propiciar el descrédito y en silenciar al adversario. Estas actuaciones de la peor política, basadas en el enfrentamiento, son estériles para la ciencia y perjudiciales para mantener en el funcionamiento de las instituciones un estándar democrático.
Por otro lado, la Complutense es una universidad que nos queda muy cerca emocionalmente. Una gran mayoría de nuestros colegiados son «complutenses», y la vinculación del Colegio con esta universidad viene de lejos. Además, desde hace décadas, esa colaboración se materializa en los encuentros formativos de la Universidad de Otoño, que realizamos anualmente en varias de sus facultades. En algunas de las últimas ediciones, el profesor Goyache, ahora reelegido como rector, ha tenido el detalle de presidir los actos centrales de esta cita. No puedo si no desearle suerte y agradecer la predisposición que hasta ahora ha tenido con nuestro Colegio y con los colegios profesionales que integran la Unión Interprofesional de Colegios (UIPM) con la que se firmó un convenio de colaboración en el año 2022, que nos permite estrechar aún más esos lazos.
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