La ministra de Educación, FP y Deportes y portavoz el Gobierno, Pilar Alegría
Alegría revienta la cultura del esfuerzo con nuevas medidas que priman la «autoestima» sobre los conocimientos
La última cruzada contra la exigencia orquestada por el Ministerio de Educación viene marcada por la publicación del Real Decreto 157/2022, del 1 de marzo, por el que se establecen la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Primaria
El Gobierno de Sánchez está poco a poco soslayando la cultura del esfuerzo en el ámbito educativo, abocando a los alumnos a un futuro sin capacidades suficientes para afrontar emociones como la frustración o la decepción, según han alertado los expertos en numerosas ocasiones. La última cruzada contra la exigencia orquestada por el Ministerio de Educación de la socialista Pilar Alegría viene marcada por la publicación del Real Decreto 157/2022, de 1 de marzo, por el que se establecen la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Primaria.
En este documento de más de 150 páginas el Ejecutivo central pretende «adaptar el sistema educativo a los retos y desafíos del siglo XXI, de acuerdo con los objetivos fijados por la Unión Europea y la UNESCO para la década 2020-2030», aunque su finalidad es centrar la educación española en las «emociones» de los alumnos y su autoestima, a la vez que fomenta la «diversidad» –palabra que aparece en 97 ocasiones en el documento– en todos los ámbitos imaginables, desde el sexual al religioso.
A la vez que ensalza estos aspectos, el nuevo Real Decreto aboga por castigar aún más la cultura del esfuerzo, con la imposición de una serie de medidas que pretenden abolir la repetición de curso, las evaluaciones rigurosas o los estándares de aprendizaje evaluables.
En el artículo 15 de la legislación consolidada, la cartera regida por Alegría estima la repetición de curso como una medida «de carácter excepcional» y restringe la permanencia durante un año más en el mismo curso a «una vez durante la etapa». El apartado 14 del RD, que hace alusión a la evaluación del alumnado, la define como «global, continua y formativa», pero omite cualquier información sobre la necesidad de superar estándares mínimos en todas las materias. Asimismo, tampoco se establece un sistema estricto de calificaciones, sino que se enfoca en la progresión del estudiante sin especificar si debe cumplir determinados requisitos académicos.
Sánchez y Alegría, en la reunión del Consejo Escolar del Estado
Por otro lado, la ley reformula, en primer lugar, la definición de currículo, orientado a facilitar el desarrollo educativo de los alumnos, «sin que en ningún caso pueda suponer una barrera que genere abandono escolar o impida el acceso y disfrute del derecho a la educación», reza el documento. Esta medida, enfocada en principio en evitar el abandono escolar, tiene un cara B, ya que estima que el currículo no debe suponer una barrera para el acceso o la permanencia en la educación, lo que podría interpretarse como una reducción de exigencias.
Además, se priorizan valores como la diversidad, la inclusión, la autoestima y el bienestar por encima de la exigencia académica para fomentar «procesos pedagógicos flexibles y accesibles que se ajusten a las necesidades, las características y los diferentes ritmos de aprendizaje del alumnado».
Fomento de la diversidad y la autoestima
En el Real Decreto, el Gobierno plantea, además, dedicar tiempo del horario lectivo «a la realización de proyectos significativos para el alumnado y a la resolución colaborativa de problemas, reforzando la autoestima, la autonomía, la reflexión y la responsabilidad» y cuela entre las competencias básicas el desarrollo de «la autoestima, la creatividad y el sentido del lugar que ocupa en la sociedad, con una actitud empática, abierta y colaborativa».
Además, insta a los docentes a tener en cuenta «la regulación de los procesos comunicativos, el desarrollo de las relaciones interpersonales y de la autoestima, la conversión de espacios y materiales en oportunidades de aprendizaje, y la transferencia del conocimiento adquirido a otros contextos sociales próximos que permitan comprobar el valor de lo aprendido, aspecto este último clave para una sociedad justa y equitativa».
En otro orden de asuntos, el Gobierno mete con calzador la diversidad religiosa y cultural, «como fuente de riqueza e interesándose por otras lenguas y culturas», así como el compromiso con «la igualdad de género, la cohesión social, el desarrollo sostenible y el logro de la ciudadanía mundial». Asimismo, el documento alude a la «diversidad lingüística y cultural de la sociedad» y exige a los alumnos «reconocer la diversidad de perfiles lingüísticos y experimentar estrategias que, de manera guiada, le permiten realizar transferencias sencillas entre distintas lenguas para comunicarse en contextos cotidianos y ampliar su repertorio lingüístico individual».
La nueva normativa defiende que «en el seno de la sociedad nos encontramos, además, con otros tipos de diversidad asociados a la etnicidad, el género, la edad, las creencias, la identidad, la orientación sexual o la situación funcional de las personas, que precisan de actitudes basadas en el respeto y la inclusión».
«En la Educación Primaria, la orientación y la acción tutorial acompañarán el proceso educativo individual y colectivo del alumnado. Asimismo, se fomentará en la etapa el respeto mutuo y la cooperación entre iguales, con especial atención a la igualdad de género», reza también el Real Decreto. Por último, mete en las competencias científicas «el impacto de la ciencia en nuestra sociedad desde una perspectiva de género».