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26 de abril de 2024

Asesinos en serie españoles

Asesinos en serie españoles

Asesinatos

Asesinos en serie en España: «Al no sentir nada, seguí matando»

El Debate repasa los asesinos en serie más mediáticos y sanguinarios de la historia reciente de España

Tras conocerse los hechos acontecidos en Bilbao recientemente, se podría hablar de un supuesto asesino en serie cuyas víctimas son varones homosexuales. Este hecho, común en las películas y documentales americanos, no es tan usual en España, donde no se estila que los asesinos sigan un modus operandi premeditado para acabar con la vida de sus víctimas. La tétrica historia del presunto asesino en serie de Bilbao nos lleva a repasar la lista de otros criminales que disfrutaban arrancándoles la vida a sus víctimas.

El Asesino de la Baraja

Asesino de la baraja

Asesino de la Baraja

Alfredo Galán fue bautizado por la prensa como «El Asesino de la Baraja», quién mató a seis personas con una pistola Tokarev TT-33 porque pensó que podía hacerlo. Todos los asesinatos fueron a quemarropa con mucha precisión. Fue militar profesional en una misión de la ONU en Bosnia, donde adquirió el arma, y las cosas que vio le provocaron sufrimientos mentales para los que debía medicarse. Sin embargo, pronto dejo el medicamento y se convenció a sí mismo de que podía ser un gran asesino en serie. En las escenas del crimen dejaba una carta de baraja española a modo de firma.
Para su primer asesinato, Alfredo había aumentado considerablemente su consumo de alcohol que, sumado al hecho de que había dejado de tomar su medicación, lo hacían muy inestable. No gozaba de ningún título como asesino, solo era un sujeto sentado frente a su televisor que de repente pensó que podría simplemente salir a la calle y matar a alguien.

Quería experimentar la sensación que causa acabar con la vida de un ser humano. Comencé con el portero y al no sentir nada seguí matandoAlfredo Galán, Asesino de la baraja

La víctima fue elegida completamente al azar. Ese fatídico 24 de enero, Juan Francisco Ledesma era portero de una finca, la número 89 de la calle Alonso Cano, en Madrid. Estaba en su domicilio junto a su hijo cuando Galán entró, lo hizo ponerse de rodillas y le disparó en la cabeza. Su segundo crimen tuvo el mismo modus operandi, con una única diferencia: al lado del cadáver se encontró una carta, el as de copas de una baraja española. Tras este crimen, llegaron otros cinco más con estas mismas características, apodándolo como el «Asesino de la Baraja».
Alfredo Galán Sotillo fue condenado en 2005 a 142 años de prisión por el asesinato de seis personas y tentativa de homicidio. No obstante, dada la legislación española, solo cumplirá 25 años.

El Matamendigos: «Las voces quieren sangre»

Matamendigos

Matamendigos

«Las voces siguen. Se ríen de mí. Me dicen que quieren sangre», este relato incoherente lo pronunciaba Francisco García Escalero, por entonces de 39 años, y reconocido como el mayor asesino en serie de la historia de Madrid cuando finalmente se entregó tras el asesinato de la que fue su última víctima, la única que no se dedicaba a la mendicidad, un compañero que padecía esquizofrenia en un hospital psiquiátrico.
Todo comienza el 11 de noviembre de 1987, se encuentra el primer cuerpo decapitado de una mujer en un descampado. Sus víctimas siempre pertenecen a su círculo de indigentes. Pero nadie le relaciona con el asesinato. Le seguirá una espeluznante y delirante espiral sangrienta.

En el cementerio sentí las fuerzas, me daban impulsos, cogí una piedra y le di en la cabeza, le quemé con periódicos y me fui a dormir al cocheFrancisco García Escalero, el Matamendigos

Siempre seguía un mismo patrón que consistía en elegir a otro mendigo con el que compartía el alcohol comprado previamente con el dinero de las limosnas. La bebida le hacía entrar en un estadio de ira irrefrenable que explosionaba en ataques violentos. Entonces, con cualquier objeto punzante los apuñalaba por la espalda, según confesó. Una vez muertos efectuaba toda clase de mutilaciones y los quemaba con cartones y colchones viejos. Solo en el caso de que fuesen mujeres, además profanaba sus cuerpos y practicaba la necrofilia.
En sus paseos profanaba tumbas del cementero de la Almudena. La ingesta de alcohol y pastillas le provocaban alucinaciones que le conminaban a profanar tumbas y a matar.
Tumba de una de las víctimas del Matamendigos

Tumba de una de las víctimas del Matamendigos

Cuando finalmente fue detenido, comenzó a desgranar detalladamente, uno por uno, los asesinatos y barbaridades que había cometido ante la estupefacción de los agentes. Durante años mató y quemó de forma cruel a varios indigentes, afirmando que había cometido catorce asesinatos en total. Finalmente, fue condenado a 30 años acusado de cometer 11 crímenes que sí se pudieron demostrar.

Joaquín Ferrándiz, el asesino en serie de Castellón

Joaquín Ferrándiz, asesino en serie de Castellón

Joaquín Ferrándiz, asesino en serie de Castellón

De apariencia tranquila, nada agresivo, serio, inteligente, educado y trabajador (siempre muy bien vestido e impecable en las formas), Joaquín tenía una mente enferma. Vivía obsesionado con las mujeres, por lo que contrataba prostitutas para matarlas. Su forma de actuar era muy curiosa: provocaba accidentes de tráfico, y tras prestarse a ayudar y llevar a la accidentada al hospital, luego las llevaba a un descampado donde abusaba sexualmente de ellas. Un día paso de las violaciones a matar. Cometió los crímenes entre 1995 y 1996 mientras disfrutaba de libertad condicional.
Su primera víctima fue Sonia Rubio, una joven que conocía de vista. Tras «coincidir» con ella en una discoteca, se prestó a llevarla a su casa. Esa noche Sonia desaparecía; cuatro meses después su cadáver era encontrado en un acantilado de Oropesa de Mar, dentro de un saco de cemento. Ferrándiz confesó, años después, que ató a Sonia, la amordazó y la llevó a un sendero cerca de la urbanización Les Platgetes, donde la mató. Colocó un saco de cemento sobre su cara y la ropa interior de la chica anudando su cuello. Joaquín Ferrándiz Ventura cumple una condena de 69 años de prisión por violar y estrangular a cinco mujeres, tres de ellas prostitutas, en Castellón.

El Mataviejas

Mataviejas

José Antonio Rodríguez Vega, el Mataviejas

Todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madreJosé Antonio Rodríguez Vega, el Mataviejas

José Antonio Rodríguez Vega violaba y asesinaba a mujeres que le recordaban a su madre. Asesinó a 16 ancianas entre 1987 y 1988 por venganza: «Recordar a mi madre me excitaba».
Su proceder era sencillo pero meticuloso. Aprovechando que era obrero de la construcción y que se dedicaba a hacer chapuzas y arreglos, elegía a una anciana que vivía sola y estudiaba sus horarios, sus costumbres, para posteriormente entrar en su casa con la excusa de hacerles una ñapa. A veces se hacía pasar por un técnico de televisión y otras por revisor de gas.
Mataviejas

José Antonio Rodríguez Vega, el Mataviejas

Una vez dentro de sus casas, se ganaba su confianza gracias a unos encantos y a un carisma del que no dejó de alardear hasta su muerte. Cuando las mujeres, que vivían solas, empezaban a confiar en él, las agredía sexualmente y posteriormente las mataba.

Miguel Delgado Villegas, el Arropiero

El Arropiero

El Arropiero

El mayor asesino en serie español con casi medio centenar de víctimas es Manuel Delgado Villegas. Conocido como 'el Arropiero', Manuel tenía por ADN todas las condiciones para ser un asesino: poseía el cromosoma XYY o el síndrome 47, lo que para el padre de la criminología Cesare Lombroso le predisponía para ser un criminal nato.
Este preadolescente sevillano se prostituía y mató a varios de sus clientes entre 1964 y 1971, para después mantener relaciones necrófilas con sus cadáveres. Sus víctimas fueron también personas con las que no tenía ninguna relación, como una turista francesa o un poeta de Chinchón al que asesinó a las orillas del río Tajuña. Se desconoce el número exacto de víctimas, pero se calcula que oscilan entre siete y medio centenar, y se sabe el método que utilizaba: un golpe mortal en la laringe.
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