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19 de abril de 2024

Manada Castelldefels

Manada Castelldefels

La manada de Castelldefels: «Ella se acostará con quien yo diga»


Los Mossos han localizado a tres víctimas más: dos se niegan a denunciar y la tercera asegura que no es ella la que aparece en las fotos del chat de la manada

Alicia (nombre ficticio para proteger su identidad) se echó novio, pero algo no iba bien. Cada vez que él le daba la mano o se acercaba a besarla, la joven se encogía y le rechazaba. Al principio, no quiso contarte cuál era el origen de esa reacción de rechazo, pero, finalmente, a base de amor y comprensión, logró que le confesase su trauma. Este es el relato que le hizo: «Fue en mayo o en junio de 2021. Un chico llamado Alejandro me invitó a una fiesta en su domicilio. Al llegar a la casa había más chicos y una joven brasileña. Estuvimos bebiendo, charlando y escuchando música. Me tomé más de diez cubatas».
En un momento dado, Alicia, de forma libre y voluntaria decidió mantener relaciones sexuales con Alejandro. «Cuando estaba en la habitación escuché gritos. Era Alejandro chillando a la chica brasileña. Durante toda la fiesta le había insistido en liarse con ella, pero ella le rechazó. Al final le oí gritar: '¡Eres una guarra, has venido aquí para no hacer nada!'. Escuché como la echaba de la casa».
Después de aquello, mientras que intimaba con el joven, escuchó como se abría la puerta. Era Alejandro. «Se sumó a la relación. Yo tenía una fantasía y lo permití. Alejandro sacó el teléfono y se puso a grabar. Le dije que parara, que no quería. Hizo caso omiso: «Tú cállate (sic), que la noche la vamos a disfrutar», me dijo. No sólo eso se puso a llamar a sus amigos. Cuando llegaron les dijo: «Mirad como está aprovechad a hacer lo que queráis». Me negué. Paré la relación y me fui al salón. Entonces el tal Alejandro, que venía con un amigo, se dirigió a mí y me dijo: «'Ahora le vas a hacer lo que yo diga'. Cerré la boca y me negué».
Sin embargo, esta negativa debió enfadar a Alejandro que acabó agrediéndola sexualmente en contra de su voluntad: «Y además lo grabó. Yo estaba paralizada por el miedo. Empecé a llorar y a decirles que me dejaran en paz. Que lo que estaban haciendo estaba mal. Alejandro no paraba de reírse. Me enseñó el vídeo y me dijo: «'Esta eres tú con todos encima'. Era horroroso». Alicia, desconsolada, sin parar de llorar, recogió su ropa, se vistió y se fue de la casa.

«Siento lo que ha pasado»

Horas después, el primer chico con el que había mantenido relaciones consentidas comenzó a mandarle mensajes: «Él se disculpaba por lo sucedido. Con el tiempo este hombre me acabó confesando que había un video mío y que lo estaban compartiendo en grupos de WhatsApp. Desde entonces tengo diagnosticada depresión y ansiedad. Estoy en tratamiento psicológico y psiquiátrico porque todo lo que ocurrió me genera una sensación de culpabilidad».
El novio de Alicia se indignó. En su opinión una mujer puede mantener las relaciones sexuales que quiera siempre que se haga en libertad y lo que su pareja le estaba contando comenzó con consentimiento, pero acabó en agresión sexual y en la grabación de un vídeo sin permiso. Con su apoyo, y la compresión de su propia familia de Alicia, seis meses después se acercó a una comisaría de los Mossos y presentó denuncia. Tenía todos los datos: nombre de participantes, dirección de la casa, perfiles de redes sociales de todos… Los investigadores les detuvieron e intervinieron sus teléfonos.
Lo que descubrieron les asustó. El grupo era una manada que presuntamente cazaba a mujeres y les tendía trampas para mantener con ellas relaciones sexuales grupales. Había varias víctimas. Localizaron a cinco más. Dos de ellas se sumaron a las denuncias. Si no habían dicho nada era porque se sentían avergonzadas, culpables y tenían pánico. Lograron vencer esos miedos y le contaron a los investigadores sus experiencias. Otras dos se han negado a presentar denuncia. Han visto sus fotos desnudas en los chats, las conversaciones, lo que decían de ellas, pero, según fuentes policiales, no han logrado vencer el terror que les produce ser juzgadas socialmente y que las señalen por la calle. La última le ha dicho a los investigadores que la de las fotos del chat no es ella y niega haber estado en la casa nunca. Los responsables de las pesquisas creen que les miente porque las imágenes son evidentes, pero entienden que hay que respetar las decisiones de estas tres mujeres y acompañarlas con ayuda, denuncien o no.

«Un día va a caer una denuncia»

En los chats de la vergüenza han encontrado comentarios como estos: «Es que cuando les pides una fotito, no desnuda sino sensual, van pillando confianza y es cuando envían fotos guarras. Te las envían porque piensan que eres diferente y no vas a rular sus fotos… jajaja»; «Ella se acostará con quién yo diga». «Esta queda bautizada como la discapacitada viciosa»; «Un día de estos al cubano le va a caer una denuncia por algo de esto. Estoy convencido»; «va a pasar que una se sienta utilizada y caiga una denuncia»; «Tened cuidado de que esto no salga a la luz y sobre todo no os jactéis e intentad hacerlo cada vez menos (…) Y más después de lo que pasó la manada».
Cuando comenzaron a llamarles a prestar declaración, la voz se corrió en el grupo. Uno de ellos le comentó a uno de los implicados: «Reza un padre nuestro (…). Desgraciadamente este grupo tendrá que ser eliminado totalmente». Así ha sido, ha sido desmantelado por los Mossos que en las conclusiones de informe que le han presentado a la jueza dicen. «No entramos a valorar la diversidad de prácticas sexuales de las víctimas, pero sí aquellas que vulneren su libertad sexual e individual y que comporten una vulneración flagrante del Código Penal».

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