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28 de marzo de 2024

La mujer asesinada en Oviedo tenía una amplia colección de pelucas

Este es el establecimiento en el que la prostituta asesinada compraba pelucasEl Debate

 Violan y asesinan a una prostituta de lujo en Oviedo

Se trata de una mujer de 44 años: su madre, tras días de no tener noticias suyas pidió ayuda a la Policía que la encontró muerta dentro de la bañera

La madre de la joven no paró de llamarla durante todo el fin de semana. El teléfono sonaba, pero su dueña, una mujer de 44 años, no lo atendía. Pasaron 48 horas y el desasosiego no paraba de crecer. Con toda la lógica: aunque vivían a mucha distancia, una en Oviedo y la otra en Benicarló, Castellón, la relación era muy estrecha: de hablar un par de veces diarias. Entendió que a su hija le había pasado algo y que no le quedaba otra que pedir ayuda a la Policía. Llamó varias veces a la comisaría de Oviedo y después de insistir mucho le tomaron el nombre, la dirección de la casa de su hija en la calle Amsterdam. Iban a ir a comprobar si le había pasado algo.
A pesar de los insistentes timbrazos, nadie respondió a la puerta. Bajaron al garaje para comprobar si el vehículo de la mujer estaba allí, y dieron con su coche. Su presencia les convenció de que debían entrar en el domicilio: pidieron ayuda a los bomberos y así franquearon la puerta. Encontraron a la joven: estaba muerta, desnuda, en la bañera del servicio. Le habían dado una paliza: tenía siete costillas rotas y un golpe mortal en la nuca. Llamaron inmediatamente a los compañeros de homicidios y al juzgado de guardia para el levantamiento del cadáver. El forense examinó el cuerpo y estableció que la causa de la muerte era violenta homicida: no era una caída accidental sino que la habían asesinado. El examen forense también determinó que la habían agredido sexualmente.
Las pelucas que almacenaba la mujer asesinada en Oviedo

Las pelucas que compraba la mujer asesinada en OviedoEl Debate

Compraba pelucas compulsivamente

La víctima se dedicaba a la prostitución de lujo. Sus vecinos apenas la conocían, porque era muy reservada y discreta. Algunas noches la veían con su gato paseando, pero poco más. No había establecido relaciones de afectividad o confianza en el vecindario, salvo por una peluquería cercana. Allí les contó que vivía en Oviedo desde hacía más de una década, que a veces en su casa se instalaban durante unos meses su madre y el novio de ella y que no buscaba pareja: los hombres siempre le habían dado mala vida. Según explicaba, trabajaba atendiendo a ancianos en una residencia y había logrado ahorrar lo suficiente como para comprarse el piso de la calle Amsterdam.
Pero lo más llamativo es que la mujer no paraba de comprarles pelucas, se entiende que para esconder su verdadero cabello delante de los clientes. Las coleccionaba. Casi tenía una veintena, todas rubias, de un rubio discreto y todas del mismo estilo. Las mismas que encontraron los agentes de criminalística cuando inspeccionaron el lugar. El caso aparenta reservado, aunque en la casa se han localizado los móviles de la víctima (personal y profesional) que se podrán rastrear. Todas las hipótesis están abiertas: un cliente habitual que se hubiese enamorado o alguno con el que ella hubiese intimado algo más, porque no solía prestar servicios en su propio domicilio.

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