Crónica negra
Son las 10.12 de la mañana. La Policía recibe una llamada en la que les informan de que en la calle Víctor Andrés Belaunde de Madrid han encontrado una mujer fallecida. Dos agentes van corriendo al lugar y tres minutos después entran en la vivienda. Se encuentran fallecida en la cama a Amelia Calatayud, de 92 años. En el interior de la casa hay varias personas más: Laura y Roberto, hijos de la víctima, Elsa Denis, la cuidadora de la mujer y miembros del Summa que habían ido a ayudar de urgencia. «A nosotros esto no nos parece una muerte natural», le explica el medico a uno de los agentes.
El doctor les ofrece otro argumento más: «En la habitación de la finada había una cámara de seguridad. Roberto, el hijo, nada más llegar ha mirado la grabación de las últimas horas. La ha visto y nos la ha enseñado. Se ve cómo la cuidadora entra con un cojín a la habitación de Amelia y no vamos a certificar la muerte natural. Debe hacerse una autopsia». Los agentes hablan con Roberto: «Déjanos ver la grabación», le piden. El hombre, completamente abatido, pero solícito, les hace caso y les muestra las imágenes. Los agentes escriben en el atestado al que El Debate ha tenido acceso: «En las imágenes se ve a la cuidadora acceder a la habitación de la víctima a las 3.23 de la madrugada. Lleva un cojín en la mano. Se acerca a la cama donde duerme Amelia por el lado izquierdo. Acto seguido se escuchan (el vídeo tiene sonido) quejidos de la víctima. Poco a poco dejan de oírse y observamos como pasados unos diez minutos, la cuidadora sale de la habitación».
Tras ver la grabación los agentes decidieron entrevistarse con Elsa Denis, la cuidadora. «A eso de las 3.05 me desperté para ponerle a Amelia una crema llamada Vicks VapoRub en la nariz. Lo hago para que respire mejor. También la estuve moviendo. En esas maniobras tardo unos 5 o diez minutos». Elsa no cuenta en ningún momento que llevase un cojín en la mano cuando entró en la habitación. La detienen, le leen sus derechos y le dicen que es sospechosa de asesinato.
La investigación descubre un segundo vídeo. Se ve, a las 8.30 de la mañana, cómo la cuidadora entra en la habitación de la fallecida y después sale para avisar a Laura, la hija de Amelia que esa noche dormía en la vivienda. Entran las dos, Laura toca a su madre y se da cuenta de que «está fría». Se pone muy nerviosa y llama a su hermano. Él le dice que avise inmediatamente al 112. Es por eso que finalmente se presentan en el domicilio los investigadores de homicidios de la Jefatura Superior de la Policía y la comisión judicial. El forense hace un primer examen del cadáver y observa un hematoma en la nariz que pudiera haberse producido por una muerte por sofocación con un objeto blando.
Otra prueba acorrala a la cuidadora, además de las imágenes. «El bote de Vicks VapoRub estaba en la mesilla de la izquierda y, sin embargo, Elsa se acercó por la derecha con el cojín», explica Roberto a los responsables de las pesquisas. «La cuidadora sabía que había una cámara en la habitación, donde se podían ver las imágenes en tiempo real, pero lo que desconocía era que la cámara grababa».
La cámara no llega a esa habitación por casualidad, explicó Roberto. En el atestado los agentes escriben: «Durante los primeros años no tuvieron ninguna queja en relación a Elsa, si bien desde hace unos meses, aproximadamente desde el pasado verano, ambos hijos detectaron que les faltaban enseres en el domicilio de su madre, aunque, si bien sospechaban de Elsa, no pudieron demostrarlo. A ello se sumó que una de las fisioterapeutas que iba a casa de Amelia a tratarla, había mencionado a Roberto que en varias ocasiones notó que le faltaba dinero en el bolso siempre que visitaba ese domicilio y que la única que allí estaba era Elsa, por lo que sospechaba que fuera ella. Por todo ello, Roberto decidió poner una cámara de videovigilancia en el domicilio de su madre, concretamente en su habitación, enfocando la puerta de entrada a la vivienda, aunque enfocaba la puerta de entrada de la habitación de Amelia, parte de la estancia y la cama donde dormía la ahora fallecida».
A pesar de que existe un vídeo definitivo que demuestra la implicación directa de la cuidadora en la muerte de Amelia, ella rechaza la acusación: «Yo no la asfixié, no lo hice de ninguna de las maneras». El vídeo y la autopsia demuestran lo contrario.
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