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30 de abril de 2024

Pedro Sánchez, a su llegada a la Ejecutiva Federal del PSOE de este lunes

Pedro Sánchez, a su llegada a la Ejecutiva Federal del PSOE de este lunesEugenia Morago/ PSOE

Los estragos de las gallegas

Sánchez afronta la fase crítica de la amnistía débil y sin más plan que ceder tras la debacle gallega

De pronto, la bola de partido es para Sánchez y no para Feijóo. De pronto, la presión que el PSOE venía ejerciendo sobre Puigdemont se ha vuelto presión sobre Sánchez

La derrota del PSdeG en las elecciones del domingo ha dejado al descubierto la aluminosis que sufre el edificio socialista en toda España. Pedro Sánchez reunió este lunes a su Ejecutiva Federal para escenificar el enésimo cierre de filas en torno a sí mismo y poner paños calientes al resultado. La portavoz del PSOE, Esther Peña, achacó los nueve escaños del PSdeG a la falta de tiempo para que la candidatura de José Ramón Gómez Besteiro cuajara, a la movilización de última hora de la derecha y hasta al BNG, por no haber rentabilizado lo suficiente los votos prestados del socialismo. Pero en ningún caso lo vinculó a la amnistía ni al resto de pactos del presidente. Al contrario: negó toda relación.
El 18-F ha dejado a Sánchez debilitado. También a su socia, Yolanda Díaz, cuyos votantes gallegos caben en el estado del Celta de Vigo (literalmente). Y es esa posición de inferioridad el líder del Ejecutivo afrontará la fase definitiva de las negociaciones con Carles Puigdemont en torno a la ley de amnistía.
En Junts se frotan las manos. De pronto, toda la presión que el PSOE había puesto sobre los hombros de Puigdemont en las últimas semanas se ha convertido en presión sobre Sánchez. Hasta hace dos días, los socialistas asimilaban las elecciones gallegas a una bola de partido para Alberto Núñez Feijóo y su liderazgo. «Hemos ganado a los que querían que las elecciones fueran un plebiscito sobre nuestros liderazgos», se felicitó Feijóo durante su intervención en la Junta Directiva Regional del PP. De pronto es Sánchez el que se enfrenta a una bola de partido. O de legislatura.
Extrañamente, este lunes se produjo un alineamiento entre el discurso del PSOE y de Junts. Los portavoces de ambos partidos, Esther Peña y Josep Rius, convinieron en poner sordina a las negociaciones sobre la amnistía. Como también calma, después de que los socialistas solicitaran a la Mesa del Congreso una prórroga de 15 días para cerrar un acuerdo.
No es Sánchez un político que acostumbre a quedarse de brazos cruzados cuando sufre un revés. Y esta vez la ley de amnistía será su huida hacia adelante. La única posible. No hay plan B. No puede gobernar sin Junts, sin Presupuestos (por mucho que el Gobierno sostenga que puede prorrogar los de 2023 toda la legislatura), con solamente 148 escaños, sin decretos ley y con un partido arrasado territorialmente.

Las otras huidas hacia adelante

Cuando Sánchez y Pablo Iglesias perdieron su órdago contra Isabel Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas de mayo de 2021, la inmediata reacción del presidente fue conceder los indultos a nueve cabecillas del procés y operar a corazón abierto a su Consejo de Ministros, con la mayor remodelación que se le recuerda. Destituyó, entre otros, a su jefe de Gabinete y a su vicepresidenta primera, Iván Redondo y Carmen Calvo.
Cuando Juanma Moreno barrió al PSOE en las elecciones andaluzas de junio de 2022, Sánchez contraatacó convocando el primer Debate sobre el Estado de la Nación desde hacia siete años, en el que anunció los impuestos extraordinarios a las energéticas y a la banca. Y cuando los socialistas sufrieron una debacle histórica en las municipales y autonómicas de mayo de 2023, el presidente rompió la baraja al día siguiente y convocó elecciones generales.
En todos los casos, a la acción le siguió la reacción. Esta vez, también. «Suscribimos un acuerdo de investidura y dijimos que la legislatura avanzaría en función de lo que se cumplan los acuerdos», recordó este lunes el portavoz de Junts al presidente.
También ayer, el ministro de Transportes, Óscar Puente, viajó a Barcelona para poner en marcha el traspaso de Rodalies, uno de los compromisos que Sánchez adquirió con ERC a cambio de sus siete votos en la investidura. Y el PSC y ERC anunciaron un acuerdo en el Ayuntamiento de Barcelona sobre los Presupuestos de 2024, al que previsiblemente seguirá otro en la Generalitat (con las tornas cambiadas, porque en la Ciudad Condal gobiernan los socialistas y en Cataluña, Esquerra). Así que el flanco de ERC está controlado.
Óscar Puente y la consejera catalana del ramo, Ester Capella

Óscar Puente y la consejera catalana del ramo, Ester CapellaMinisterio de Transportes

Desde Ferraz señalan que en dos meses habrá revancha en el País Vasco y que ahí el PP no tendrá nada que celebrar porque es un partido «irrelevante». Ciertamente el PSE tiene mejores expectativas electorales que el PP en tierras vascas, pero el escenario puede complicársele si Bildu gana al PNV. Porque entonces Sánchez tendrá que elegir a cuál de sus dos socios entrega Ajuria Enea.
«Vamos a iniciar nuevo ciclo electoral en Euskadi, allí nos encontraremos de nuevo», resumió la portavoz del PSOE desde Ferraz. Ese ciclo continuará en Cataluña, a finales de este año o principios del que viene. Los socialistas sitúan el rotundo éxito cosechado por el PSC en las elecciones generales –19 escaños– como antesala de las catalanas. Pero en julio el PSC se benefició de un importante trasvase de votos de ERC, voto que volvería a la casa de Oriol Junqueras.
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