De izquierda a derecha, las ministras Redondo, Rodríguez, Alegría y García
La nueva prioridad
El Consejo de Ministros se convierte en un monográfico sobre el aborto
El PSOE y Sumar se han dado mucha prisa para consensuar un nuevo apartado del artículo 43 de la Constitución. El Ejecutivo sostiene la ficción de que la reforma puede salir, cuando no tiene los votos
No era fácil hablar de la inclusión del aborto en la Constitución y de Francisco Franco en la misma frase, pero la ministra de Igualdad rizó el rizo y lo logró en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Ana Redondo señaló que, dado en este 2025 se celebran «50 años de España en libertad», qué mejor momento para reformar la Carta Magna y blindar «esa victoria de las mujeres».
El Consejo de Ministros fue prácticamente un monográfico sobre la nueva vieja bandera que ha decidido volver a ondear Pedro Sánchez. Parecía que el acuerdo entre el PSOE y Sumar para pactar un anteproyecto de reforma del artículo 43 no iba a llegar a tiempo para este martes, pero al presidente le interesaba forzar la máquina, en vísperas de las declaraciones de José Luis Ábalos y de Koldo García en el Tribunal Supremo. Y vaya si llegó. Este mismo martes por la mañana, sobre la bocina, según reconocen fuentes de la Moncloa, pero llegó.
La reforma que quiere el Gobierno pasa por añadir un nuevo apartado, el cuarto, al artículo 43. Con este enunciado: «Se reconoce el derecho de las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo. El ejercicio de este derecho será garantizado por los poderes públicos, asegurando su prestación en condiciones de igualdad efectiva, así como la protección de los derechos fundamentales de las mujeres».
En paralelo, el Consejo de Ministros aprobó enviar a la Comunidad de Madrid, a Aragón y a Baleares un requerimiento para que elaboren el registro de objetores al aborto al que la ley de 2023 obliga a las comunidades. A partir de ahora, los gobiernos de Isabel Díaz Ayuso, Jorge Azcón y Marga Prohens tienen un mes para responder. Si no, Sánchez la llevará a los tribunales.
Si el Consejo de Ministros fue casi un monográfico, ya no digamos la comparecencia posterior. La Secretaría de Estado de Comunicación sacó a escena a las ministras de Igualdad y de Sanidad, Ana Redondo y Mónica García, que compitieron por ver cuál de las dos lanzaba el mensaje más tremendista.
La primera llegó a afirmar que la derecha quiere «devolvernos a las mujeres a casa con la pata quebrada». La segunda se centró en Ayuso, emulando sus tiempos de líder de la oposición en la Comunidad de Madrid. «Parece, a tenor de las declaraciones de la señora Ayuso, que está mandando a las mujeres a abortar a otro sitio. Las mujeres no nos vamos a ningún sitio, nos quedamos (…). La señora Ayuso se ha creído que está por encima de la ley y de los derechos de las mujeres, que recoja cable», señaló.
García sostuvo: «Queremos blindar el aborto en la Constitución y vamos a blindarlo». Cuando, en realidad, lo que está haciendo el Gobierno es alimentar un enorme globo que sabe que antes o después estallará: porque el PSOE no tiene los 210 votos que necesita para llevar a cabo esta reforma.
Aun así, las ministras optaron por mantener la ficción de que tal vez el PP se avenga a negociar. Cuando los populares cerraron esa puerta desde el primer momento. «En el PP hay dos almas, un alma que probablemente se uniría a la mayoría para la reforma de la Constitución y otra que se une a la ultraderecha. No vamos a dar un paso atrás. Apelo al sentido de Estado del PP, nos merecemos ese reconocimiento constitucional, espero que el PP esté a la altura de ese reto», insistió la titular de Igualdad, sabiendo que sus palabras caen en saco roto.
Pero, como viene contando El Debate, con este movimiento Sánchez no busca efectividad, sino efectismo. El texto aprobado este martes por el Consejo de Ministros será enviado al Consejo de Estado para que elabore un dictamen. El Gobierno podía solicitar al órgano consultivo el procedimiento de urgencia, pero no tiene tanta prisa. Prefiere que el debate se vaya a cocinando a fuego lento en la opinión pública; y sobre todo, que el PP se vaya cociendo ahí.