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María Jesús Montero, Francisco Salazar y Pedro Sánchez

María Jesús Montero, Francisco Salazar y Pedro SánchezMontaje de Ángel Ruiz

El escándalo Salazar abre una honda crisis en las filas socialistas: cinco meses de silencio en Ferraz

El fin de año ya se le avecinaba complicado a Pedro Sánchez, y ahora suma un nuevo frente que implica al que fuera un hombre de su confianza

Cuando el PSOE confiaba en que se calmaran las aguas después de la imagen de su exsecretario de Organización José Luis Ábalos y el que fuera su asesor en Transportes Koldo García entrando en prisión, se ha visto sacudido por un nuevo escándalo que no preveía y que vuelve a dejar su bandera del feminismo en tela de juicio como poco. El caso Salazar ha provocado la indignación no solo entre la oposición, que reclama a Pedro Sánchez explicaciones y la asunción de responsabilidades, sino también entre sus propias filas, desde donde, según ha trascendido en las últimas horas, el malestar es creciente y las voces críticas con la gestión cada vez son más y más altas. Según adelantó anoche elDiario.es el Gobierno cesará en el Consejo de Ministros de este martes al que fuera mano derecha de Francisco Salazar en Moncloa, Antonio Hernández, como director del departamento de Coordinación Política en el Gabinete de la Presidencia.

Un diputado socialista señalaba ayer a Europa Press que los chats que comparten cargos y militantes socialistas «están ardiendo», y que las críticas proceden también de los más sanchistas. Nadie se explica cómo es posible que se hayan gestionado como se ha hecho las denuncias de acoso sexual contra el que fuera un alto cargo en Moncloa, miembro de la Ejecutiva del PSOE y hombre de confianza de Sánchez, Salazar, que salieron a la luz en julio y al parecer allí quedaron.

Mujeres del partido han manifestado su malestar al respecto, reclamando explicaciones «convincentes» a Ferraz. Como es el caso de Andrea Fernández, portavoz en la Comisión de Igualdad del Congreso, que dijo sentirse «disgustada y muy dolida» y exigió que se aclare muy bien qué ha ocurrido. O de Soledad Murillo, exsecretaria de Estado de Igualdad, que criticó, en declaraciones a la citada agencia de noticias, que «nadie se ha puesto en contacto con las víctimas» y recalcó que no es suficiente con pedir perdón, sino que «hay que garantizar que no volverá a ocurrir y cuestionar todo el proceso que se ha creado para habilitar que el partido tenga conocimiento de abusos o de acoso».

Salazar era uno de los nombres que se barajaba en la formación socialista para coger el relevo de Santos Cerdán como número dos cuanto este entró en prisión en junio. Muy cercano a Sánchez, era, no en vano, uno de los tres que sabían el número de avales con los que se hizo el hoy presidente del Gobierno en las primarias de 2017, él, Cerdán y el propio Sánchez, como él mismo cuenta en su Manual de Resistencia. Se decidió que tras la salida de Cerdán la Secretaría de Organización -que al frente tendría a Rebeca Toró- contara con tres adjuntos. Salazar iba a ser el segundo, y, al mismo tiempo, secretario de Análisis y Acción Electoral.

No obstante, apenas había trascendido el nombramiento saltó la polémica al revelar elDiario.es las denuncias de varias trabajadoras del PSOE contra él por «acoso sexual y abuso de poder». Entre ellas, la de una trabajadora de Moncloa, que sostuvo que Salazar le habría realizado comentarios de carácter obsceno sobre su aspecto físico y su vestimenta, entre otras cosas, y que rechazar invitaciones que le hacía, por ejemplo, a pasar la noche en su casa, le suponía perder oportunidades de promoción en el trabajo. O la de otra mujer, que manifestó que el entonces dirigente socialista tenía comportamientos «babosos».

Tras salir todo ello a la luz, el partido informó de que Salazar había pedido de forma voluntaria ser apartado de sus cargos en la Ejecutiva socialista. En aquel momento Ferraz indicó que, si bien no constaban «denuncias al respecto en ninguno de los canales habilitados» dentro del PSOE, abrirían las diligencias previas de información. Aquello fue hace cinco meses. Antes de su dimisión, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, le había calificado como «compañero íntegro»; al poco, puntualizó que su renuncia era «absolutamente» necesaria. Alegría es en estos momentos señalada por los críticos por la comida que mantuvo con él en noviembre, que circunscribió al ámbito personal.

El lunes, el citado diario publicó el contenido de varias denuncias presentadas a través de los canales internos del PSOE, que habían desaparecido de la plataforma hasta que el partido -que lo atribuye a un error-, a raíz de estas informaciones, las reactivó. Recoge el periódico, por ejemplo, que, de acuerdo con dichas denuncias, Salazar utilizaba un lenguaje «hipersexualizado», que «él sabía cuándo te incomodaba y lo disfrutaba manifiestamente», que «si le ponías límites, pagabas las consecuencias», así como «comportamientos explícitos, bromas humillantes y comentarios sobre la vida sexual, la vestimenta o el aspecto físico».

La portavoz del PSOE, Montse Mínguez, señaló en rueda de prensa que el proceso de investigación a nivel interno no había concluido aunque Salazar se hubiera dado de baja como militante. Alegría calificó las expresiones que habían trascendido como «vomitivas», incidiendo en que al denunciado se le había cesado de forma «fulminante» tras conocerse las acusaciones. Pero ya en el seno del PSOE iba aumentando la indignación por cómo se había gestionado este caso. La noche del miércoles la Secretaría de Igualdad, con Pilar Bernabé a la cabeza, convocó una reunión de urgencia vía telemática con las federaciones socialistas.

Voces como la de Adriana Lastra pidieron que se elevaran estas denuncias a la Fiscalía de forma inmediata. No obstante, el partido ha descartado esa opción por el momento. «Vamos a esperar, tal y como pone en el protocolo», indicó Bernabé, que reivindicó el protocolo del PSOE a pesar del «fallo» que detectaron en el sistema. También Pedro Sánchez descartó hacerlo, porque, según señaló, el partido como tal no puede ir ante la Fiscalía; pero ofreció su ayuda a las víctimas si decidían hacerlo. Este sábado, como contó El Debate, el presidente se limitó a reconocer que ha habido un «pequeño error» porque no fueron todo lo rápidos que debieron a la hora de tramitar las denuncias y dijo asumir ese error «en primera persona». Según sostuvo, no tiene trato con Salazar.

El foco también en Torremolinos

Por si todo esto no había abierto una crisis lo suficientemente profunda en el PSOE, a ello se ha sumado otro escándalo de esta índole en Torremolinos, con denuncias también por presunto acoso sexual contra el que hasta esta semana era el secretario general del partido en esta localidad malagueña y diputado provincial, Antonio Navarro -que ha sido suspendido de militancia-. No obstante, en este caso, una de las denuncias sí ha llegado hasta la Fiscalía. De hecho, como ha informado El Debate, una de las denunciantes, socialista, viendo que después de presentar denuncia por el canal interno en junio no obtenía respuesta, decidió acudir al Ministerio Fiscal.

Una dirigente socialista muy señalada estos días es María Jesús Montero. La vicepresidenta, ministra, vicesecretaria general del PSOE y candidata en Andalucía se limitó a indicar que se debían «mejorar esos procedimientos para que sean más ágiles y sobre todo para que permitan que la víctima se sienta acompañada durante todo este proceso». «Tomamos nota», expresó. La Junta la ha instado a explicar si «paró» las denuncias contra Salazar. Y Santiago Abascal ha pedido su dimisión después de trascender que se vio esta semana con la militante socialista que denunció a Navarro.

Toda esta situación ha generado indignación también entre feministas socialistas. La Asociación de Feministas Socialistas ha criticado que el ambiente de trabajo dentro del PSOE «sea violento para las mujeres y que los acosadores campen con libertad», aludiendo no solo a los casos de Salazar y Navarro, sino también a Koldo y a Ábalos. «Todos tienen el mismo denominador, machismo y ejercicio de violencia contra las mujeres». Cree insuficiente la respuesta del partido a las denuncias y considera que el comunicado de Ferraz «pone en evidencia la inacción y la desatención a las mujeres denunciantes».

En plena campaña en Extremadura

Este nuevo escándalo ha estallado en el arranque de la campaña en Extremadura para unas elecciones en las que los sondeos no auguran un buen resultado para los socialistas. Su candidato, Miguel Ángel Gallardo, procesado en el caso del hermano de Pedro Sánchez, pierde, de acuerdo con la media de sondeos publicada por El Debate este fin de semana, casi ocho puntos de intención de voto, pasando de 28 escaños en 2023 a 22-23, y queda sin poder sumar más escaños -con Podemos- que la popular María Guardiola.

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