Pedro Sánchez, durante su comparecencia de fin de año
Su realidad paralela
El presidente despacha la mayor crisis del sanchismo con un abono transporte y una reunión con Junqueras
Ni adelanto electoral, ni dimisión, ni cuestión de confianza, ni crisis de Gobierno, ni explicaciones en un Congreso cerrado hasta febrero. Hace como si nada en su comparecencia de fin de curso
Su socia de Gobierno, Yolanda Díaz, le ha pedido una remodelación del Consejo de Ministros en profundidad y que comparezca de forma extraordinaria en el Congreso. El presidente del PNV, «cerrar la hemorragia o elecciones». Hasta Arnaldo Otegi le ha instado a un «programa de cambios». Sin embargo, Pedro Sánchez no se da por aludido. Ni adelanto electoral, ni dimisión, ni cuestión de confianza, ni crisis de Gobierno, ni explicaciones en un Congreso cerrado hasta la segunda semana de febrero.
De momento, todo lo que ha accedido a hacer el presidente es a mantener una reunión con el líder de ERC, Oriol Junqueras, y porque éste tomó la iniciativa de llamarle por teléfono este lunes para pedírsela y Sánchez no se pudo negar. No puede permitirse más pérdidas en la mayoría de investidura después de la de Junts.
El presidente compareció este lunes en la Moncloa para su tradicional balance de fin de año, y todo lo que ofreció a la ciudadanía fue un nuevo abono transporte de entre 60 y 30 euros para viajar en Media Distancia, Cercanías y autobuses de la red nacional que el Consejo de Ministros aprobará en su última reunión del año, vía real decreto ley.
El presidente, este lunes en la Moncloa
Cuando la prensa le preguntó si piensa hacer algo nuevo tras el encarcelamiento de José Luis Ábalos, la detención de Leire Díez, del expresidente de la SEPI y del socio de Santos Cerdán en Servinabar y los registros en los ministerios de Hacienda y Transición Ecológica y en varias empresas públicas, Sánchez se hizo el sorprendido y respondió, como informó El Debate: «¿Qué hacemos?, ¿bostezamos cuando decimos lo del abono único de transporte?, ¿de verdad?, ¿cuando se sube el sueldo a los funcionarios un 11 % hasta 2028? Ohh qué aburrido. Permítanme que lo lleve al extremo, creo que es importante saber dónde está la sustancia de las cosas».
El presidente comenzó su larga exposición ante los periodistas sacando él mismo los temas de corrupción y acoso sexual, sin esperar a las preguntas. Pero básicamente para intentar -en vano- desactivarlos. Únicamente reiteró el «compromiso absoluto» de su Gobierno y su partido con el feminismo, se remitió a una próxima ley de abolición de la prostitución que nunca llega (ni llegará, porque no tiene el apoyo de Sumar) y rechazó las lecciones de los «torquemadas» de la derecha y la ultraderecha, en materia de corrupción.
Sánchez aparentó que España es hoy un país normal, con un Gobierno que gobierna y una actualidad política que no pasa por los tribunales día sí, día también. «Este Gobierno le sienta bien a España. A los españoles les renta este Gobierno. Aunque viendo las tertulias o navegando por las páginas cuesta verlo, la derecha política y mediática pretende que la gente se harte», señaló.
El líder del Ejecutivo dejó muy claro que piensa resistir. «Nos sentimos cargados de determinación, convicción y energía y vamos a dar lo mejor de nosotros en esta segunda parte de la legislatura», prometió. Ante un contexto que, según reconoció, «no es fácil». Pero Sánchez no se refería a la corrupción que cerca a los socialistas, sino a la situación internacional, a la oposición «estéril y ultra» y a las dificultades de manejar «un Parlamento muy plural, diverso que nosotros respetamos».
El presidente tiró al monte y no desaprovechó la ocasión de hacer campaña contra los presidentes regionales del PP, a los que acusó de no haber gastado bien los 300.000 millones de euros más que su Gobierno ha transferido a las comunidades, con respecto al de Mariano Rajoy. Habló de la «privatización y mercantilización». «Se recorta, desmantela y privatiza lo público», continuó. También criticó que no acepten la quita de la deuda autonómica ni la senda de estabilidad del Ejecutivo, que el PP, Junts y Vox tumbaron en el Congreso por segunda vez, y definitiva, el pasado jueves.
Sánchez dijo sentirse muy satisfecho del trabajo de todo el Consejo de Ministros, precisamente cuando arrecia la tormenta sobre su vicepresidenta María Jesús Montero por su responsabilidad política en el nombramiento del expresidente de la SEPI Vicente Fernández; a quien se trajo de la Junta de Andalucía al Gobierno de España, puesto que allí era interventor general con el PSOE. «Tenemos un muy buen equipo y dos años más para hacerlo realidad el futuro que soñamos», aseguró, al tiempo que descartó más cambios en su Ejecutivo en este punto que el obligado, el de Pilar Alegría, candidata del PSOE en las recién convocadas elecciones del 8 de febrero en Aragón.
El presidente es dado a defenderse atacando, y esta vez utilizó un argumento nuevo para eludir su responsabilidad en la elección de Ábalos, hoy en prisión provisional: «Yo creo que se conoce más a una persona yendo de vacaciones y subiéndose a un yate que compartiendo mesa en el Consejo de Ministros», sostuvo, en referencia a la vieja foto de Alberto Núñez Feijóo con Marcial Dorado.
«¿Hemos cometido errores? Como todos. Pero el mayor error sería un Gobierno de la derecha y la ultraderecha», zanjó Sánchez, que sigue en la estrategia de agitar el miedo a Vox. O como suele resumirlo el ministro Félix Bolaños: «Socialdemocracia o barbarie».