Fundado en 1910
Miradoiro

Bodegas Miradorio, en el municipio cántabro de RuilobaJavier Rosendo

El pueblo cántabro en el que se produce un vino excelente

Bodega Miradorio, situada en Ruiloba, atesora unos fabulosos viñedos junto al mar, que aporta a sus vinos acidez y salinidad

Ruiloba es un pueblo marinero con costas salvajes, anclado entre las más turísticas villas de Comillas, San Vicente de la Barquera o Santillana del Mar. Ubicada al oeste del litoral de Cantabria, entre el encanto de su paisaje marítimo destaca la ermita de la venerada imagen de la Virgen de los Remedios. Ruiloba también cuenta con uno de los pocos proyectos vinícolas que se enfrentan a la brava e imponente, pero también cautivadora, influencia del mar Cantábrico. Hablamos de Bodegas Miradorio, el sueño familiar del matrimonio formado por el tolano Gabriel Bueno y la donostiarra Esther Olaizola.

La idea del proyecto nació en 2013 alrededor de una mesa con una botella de txakoli recién descorchada. Poniendo la vista en los espectaculares viñedos de Getaria, se propusieron replicar ese concepto de vinos atlánticos en Cantabria, donde no existen bodegas con sus viñedos mirando al mar. «Miradorio es el proyecto de cinco amantes del vino que quisieron rescatar una tradición perdida en Cantabria desde el siglo XIX», explica Olaizola.

Viñedos de bodegas Miradorio

Viñedos de bodegas MiradorioJavier Rosendo

El proyecto se inició con dos variedades de vid que recogen la esencia de la costa cantábrica, desde Galicia hasta el País Vasco: la reconocida Albariño, de moda en medio mundo, y la más discreta Hondarrabi Zuri, base del txakoli vasco. Ambas uvas se adaptan perfectamente a la fuerte influencia del viento del norte y a la bravura que viene del mar, que aportan a sus vinos mayor acidez y salinidad y los dotan de esa peculiar y casi desconocida personalidad cántabra. A ellas se sumaron dos variedades menos obvias y más personales como la Godello y la Riesling, que combinadas con las anteriores aportan matices de sabores y aromas probablemente únicos.

«El clima atlántico nos permite hacer vinos con una acidez difícil de conseguir en cualquier otra parte del mundo, aportándonos matices diferentes dentro del complicado y competitivo mercado enológico. Nuestra esencia, en la costa occidental de Cantabria, no puede ser otra que llevar el mar a nuestros vinos», asegura Esther Olaizola.

Mar de Fondo y Tussío

Mar de Fondo y Tussío

Esta añada 2022 no llega tan marcada por su acidez debido a la temprana maduración de la Hondarribi Zuri provocada por un verano realmente cálido.

Mar de Fondo, elaborado con la mejor selección de las cuatro variedades de uva cultivadas en sus viñedos desde la primera vendimia en 2015, Mar de Fondo combina el arraigo vinícola de la costa cántabra gracias a la Hondarrabi Zuri y a la Albariño, con la intención de obtener un vino único, más complejo y aromático, que se consigue con la Godello y la Riesling. Una singular combinación con la influencia del mar como protagonista de la que se producen únicamente 8.000 botellas anuales.

Tussío nace de la combinación de las variedades Hondarrabi Zuri (70%) y Albariño (30%) provenientes de 3.200 cepas de los viñedos Tussío y El Castillo. Esta referencia se presenta como la propuesta más desenfadada, con una fuerte influencia del Cantábrico que lo convierte en un vino fresco y aromático, con marcada personalidad y un color amarillo limón brillante. En boca desvela esencia de fruta combinada con una acidez controlada que inmediatamente te hace salivar y te proporciona una agradable frescura.

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