Ya desde las botas de siete leguas del pobre Pulgarcito, que si no es por ellas nunca hubiera llegado a ninguna parte, el calzado es un elemento del folclore europeo más antiguo que liga el poder y la personalidad a estos accesorios clave del guardarropa. Hoy nos ocupan el día los recientes y ridículos modelos de zapatos carísimos recién puestos en el mercado en webs y desfiles varios. Absurdos e incómodos en muchos casos, influyen no obstante en el tipo calzado a la moda. Veamos.
1. Comme des Garçons. Los zapatos dobles del desfile para hombre de esta pasada semana. Marca de espíritu irreverente, nacionalidad japonesa y nombre francés, Comme des Garçons ha presentado en su último desfile un elenco de zapatos dobles para hombre, tanto con «división mitocondrial» a la derecha o izquierda como arriba o abajo. Los engendros en cuestión, pueden dificultar bastante el andar, pegar patada en la espinilla ajena o poner la zancadilla involuntaria al vecino.
Estas sandeces que gustan a las marcas actuales, puesto que si no sería difícil que diesen que hablar. ¿Tendrían algunas ventajas? Bueno, relax, algo hay: con uno de los modelos podemos frenar y acelerar sin mover casi el pie (no sé si esto es bueno o letal); con el otro modelo, podemos enseñar a bailar el waltz a una sobrina pequeña…Pero, si nuestros pies fuesen así en realidad y hubiésemos vivido Chernobyl de cerca ¿tendríamos los bemoles de salir con ellos a la calle? Tomaduras de pelo de la moda sin recursos. Dan grima.
Double shoes. Desfile de la colección de hombre de hace unos días
2. Los zapatos calcetines de Balenciaga. Son el modelo más discretito, aunque no se sabe cual sería la postura más indicada para ponérselos y durarían blancos lo que un caramelo en la puerta de un colegio. Cuestan 1.100 euros y la casa Balenciaga los ha hecho para Adidas: no dejan de ser otro reclamo de B, como la bolsa de basura de 1900 euros del año pasado o la bolsa de los chinos de 950 euros del anterior. Cosas de Demna Gvasalia, el creativo de la casa de origen español que Don Cristóbal liquidaría –si pudiese– de un manotazo.
Bota calcetín. Farfetch
3. Los crocs de Balenciaga con tacón. 8 Centímetros bajo estos aparentemente cómodos zapatos de médico y enfermera, una joint venture de Crocs con la casa francesa. «Baratuh, baratuh, baratuh» a 385 euros en Farfetch.
Croc con tacón de Balenciaga
4. Mocasines infantiles para mayores. Acne Studios, la marca sueca, ha creado o más bien dimensionado estos mocasines de colegio de los años 70 para mayores. De un atractivo que irradia belleza y delicadeza, se pueden comprar por 450 euros en su web. Solo para aquellos valientes y nostálgicos.
Mocasín infantil para mayores. Acne Studio
5. Botín con pantalón añadido. De la marca italiana Identitá, modelo Diane en verde, por unos «módicos» 343 euros. O bien en su modelo original de Givenchy en negro, por 1850 euros. Muy útiles.
Botín con bajo de pantalón añadido
6. Plataformas con pecera. De marca desconocida, el invento encontrado en Pinterest desconcierta. ¿Por dónde se le cambia el agua a los peces? ¿Hay que echarles sales minerales? Estelares, no dejan indiferente a nadie.
Plataformas pecera
7. Babuchas de pez. En Amazon, y por 21 euritos, se puede conseguir esta monada. De imaginar mis dedos saliendo por la boca del «merluzo» me da un síncope.
Babuchas de pez
8. Sandalias romanas de pescada o lubina. Amazon. Solo vistas en foto ya desprenden olor. El colmo del atractivo, tanto para ellos como para ellas.
Sandalias de pescado
9. Un perrito en el tacón. «Irregular Choice» vende estos zapatos tipo salón con bordados infantiles y perritos de dibujo animado en el tacón. Para inmaduras que quieran dar la nota son un regalo ideal. 152 euritos y a correr.
Zapatos con bordados y tacón de perrito
10. Botines perforados. Aunque Chanel ha desfilado con zapatos tipo botín con rejilla muy similares, la versión de Zamkova, por 130 euros, aúna todo el estilo europeo, de norte a sur y de este a oeste: la rejilla de pescador griego, el corte de gladiador romano, el botín de Doctor Martens, los dedos al descubierto de la sandalia española, la cremallera lateral afrancesada y los cordones del calzado británico más clásico. Anímese, no sea sosa.
