Margaret Qualley, con un modelo de Chanel, en la Alta Costura en París
Las estrellas de esta edición de la Alta Costura de París
Simone Rocha, Margaret Qualley, Valentino y Armani han protagonizado la semana parisina
Carlota de Mónaco, Kim Kardashian, Kylie Jenner y Jennifer López han estado entre las grandes estrellas invitadas a los desfiles de Alta Costura en París. Las número uno del ranking en cuanto a cobro por hora. Y es que París sigue liderando la industria de la moda y tocando todas las teclas del piano. Del surrealismo de Gaultier al colorismo más brutal en Valentino, las casas de moda se decantan por la Alta Costura para destacar a su manera en un mercado global ultracompetitivo.
Gaultier
Propuesta de Jean Paul Gaultier
El enfant terrible de la moda francesa, Jean-Paul Gaultier, que ya ni es enfant ni es terrible, sabe mantener con su marca un punto de interés que se traduce en desfiles de Alta Costura que validen y recuerden su presencia, principalmente existente en el sector de la perfumería. Cada temporada, Jean-Paul escoge a un creador con el que le une cierto feeling y le permite crear una sola colección a su gusto. En esta ocasión, la elegida ha sido la irlandesa Simone Rocha, hija del modisto John Rocha, aunque Simone y Jean-Paul han coincidido previamente en muchos lugares y aspectos.
Tanto Simone Rocha como Jean-Paul Gaultier comenzaron a esbozar diseños como adolescentes, casi niños; ambos escogen un modo de expresarse en su trabajo con obras sensuales, femeninas y muy provocadoras. A Simone, al igual que a Jean-Paul, les han gustado siempre los trabajos muy manuales, hechos con piezas provenientes de cuadros, lde distintas técnicas de fotografía o pintura, e incluso del crochet, el encaje y los bordados.
Jean Paul Gaultier
Simone ha retomado el vestuario creado por Jean-Paul en 1986 para la coreógrafa Régine Chopinot en el film Le Défilé, una colección realizada en crochet irlandés cubierto de planta. Otras piezas han recuperado la idea del vestuario de «La edad de la inocencia», obra de Edith Wharton y película de Scorsese, en la que la feminidad más absoluta mezcla lo pacato con lo totalmente atrevido, contrastando el personaje de la maquiavélica condesa Olenska con el de burguesas estadounidenses refinadas más prudentes.
Gaultier ya ha mostrado su generosidad previamente colaborando con creadores de gran talla en distintas colecciones de costura recientes. Tal fue el caso de su trabajo con Julien Dossena, Haider Ackermann, Olivier Rousteing o Chitose Abe, presentaciones con las que el mismo Jean-Paul confiesa que buscaba aire fresco para su marca (y probablemente los propietarios de su licencia de perfumes también). Gaultier confiesa: «les dejo hacer lo que les de la gana, la verdad», aunque es cierto que sus invitados suelen retomar los interesantes archivos de la casa, a los que Jean-Paul nunca daba importancia antes: «tuvo que ser un comercial de la marca el que me obligase a crear un archivo formal, porque no me interesaba en absoluto. Ahora me alegro enormemente de contar con ello».
Chanel
Diseño de Chanel
La actriz y modelo Margaret Qualley, más conocida por ser la hija de la bellísima actriz protagonista de los 90 y 2000, Andie McDowell, ha abierto el desfile de Chanel con esa delicada e inocente cara, una versión menos marcada que la de su madre, siguiendo con la estela de caperucitas que a Chanel le gusta escoger.
Margaret Qualley en realidad ya está casada, mide metro 67 de estatura, tiene 30 años y posee una carrera donde su máximo hito ha sido protagonizar un anuncio de Kenzo World. Margaret es hermana de la aún más guapa Rainey Qualley, e interpretó a Pussycat en Érase una vez Hollywood y a las increíbles gemelas Mama y Lockne en el videojuego Death Stranding, algo que para las nuevas generaciones tiene mucha importancia, aunque para otros no sea así.
Desfile de Chanel
Abrió Margaret el desfile de Alta Costura de Chanel, vestida de tweed blanco, con blancas medias en mate y siguieron sus pasos todas las modelos vestidas cual señoritas o enfermeras de la época victoriana. Comenzó así el que ha sido el mejor desfile de Virginie Viard desde que desapareció Karl Lagerfeld. Mientras un botón gigante de Chanel descendía del fabuloso techo del Grand Palais, las modelos circulaban con minifaldas, vestidos, cuellos con volantes y lazos negros en el pelo. Por primera vez desde 2019, cuando se vio obligada a tomar el testigo de Lagerfeld, Viard no se ha quedado sosa ni ramplona, ni ha pasado la barrera de lo deliciosamente atrevido que suele marca Chanel.
Atuendos a veces infantiles y esas medias blancas con zapatos destalonados en cuero negro prometen ser el no va más de las tendencias futuras. Un corto llamado «The Button» y protagonizado por la mismísima Margaret recordaba la importancia de los detalles en la indumentaria. El film acababa con la imagen de Qualley y entonces ella, como venida al mundo real, abrió un desfile que homenajea el trabajo de Coco Chanel entorno a los vestuarios de ballet, principalmente con las medias blancas, el tul y las faldas extra cortas. En el corto, la aparición de Naomi Campbell y la réplica de una Coco Chanel encarnada por la actriz Anna Mouglalis, que tanto ha colaborado con la casa parisina, son el contrapunto a un infantilismo poco creíble en la casa de modas que cambió la historia de la indumentaria femenina.
Valentino
Valentino
Pier Paolo Piccioli, que jamás deja indiferente con sus colecciones de Valentino, demostró de nuevo que aunque se salga del plato es capaz de brillar como ninguno. Combino excesivas cazadoras en limón flúor con faldas moradas, vestidos de ballet a base de plumas de avestruz sobre pantalones rojos y bajo gabardinas marrones e incluso enormes faldas de vuelo tableadas en corte midi combinadas con camisetas de colores y blazers básicos de corte masculino. Como dicen los franceses, era «n’importe quoi» (no se sabe el qué, cualquier cosa en español) y a la vez la Biblia en verso. Le da igual lo que vaya y lo que venga en la moda, porque ahora que no está el Káiser, él es la moda.
Armani
Una modelo con un diseño de Giorgio Armani Prive
Entre otros desfiles a subrayar, Armani, siempre tan discreto, apetecible e impecable, destacó por una colección de costura excesiva, arabizante y muy variada. Sin hilo conductor, en realidad. A veces más cerca de Etro o de Zuhair Murad en sus tonos, en ocasiones más cargada que las antiguas colecciones de Elie Saab, y sobre todo, algo menos favorecedora en general, su colección se mostró en el Palais de Tokyo contrastando enormemente con el «todo al negro» del público y la prensa, como fue el caso de una muy estricta Gwyneth Paltrow, acompañada en primera fila por Glenn Close y Juliette Binoche. Por aquello de «vips de distintas décadas», que no se me escape ni una posible clienta.
Los atuendos con bustiers en tonos rosas, verdes y azules, cargados de plisados y pedrería, recordaban más al Armani de otras épocas, aunque el genial creador, a punto de cumplir los 90, puede hacer lo que le venga en gana, pues no en vano sigue siendo una de las pocas casas de moda que aún permanece en manos de su fundador. Todo un reto en este siglo XXI de las compraventas, una hazaña de la que le gusta vanagloriarse con razón.
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