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28 de marzo de 2024

parentalidad positiva

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Educación y crianza

Cariño, apoyo y autoridad: ¿qué es la parentalidad positiva?

Hablamos con Sonia Rivas y Carlos Beltramo, autores de su recién publicada obra Parentalidad positiva: una mirada a una nueva época

Hablar de parentalidad positiva es hacerlo de fomentar las fortalezas de los más pequeños de la familia, de creer en ellas y convertirlas en herramientas que puedan servirles a lo largo de su vida.
Sonia Rivas y Carlos Beltramo, investigadores de la Facultad de Educación y Psicología y del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, son los autores de Parentalidad positiva: una mirada a una nueva época, una recopilación de la evidencia sobre esta forma de abordar la crianza y la educación de los hijos en los últimos años.
Portada del libro de Sonia Rivas y Carlos Beltramo, Parentalidad positiva, una mirada a una nueva época

Portada del libro de Sonia Rivas y Carlos Beltramo, Parentalidad positiva, una mirada a una nueva época

–¿Qué nuevos retos tienen los padres de hoy en día? ¿ha cambiado la forma de afrontar la parentalidad?
–Antes de nada, conviene aclarar qué es la parentalidad: «Son las funciones propias de los padres y madres relacionados con el cuidado y la educación de sus hijos». Y decimos que es positiva porque trata de evitar un enfoque negativo o punitivo de esta función. Parentalidad positiva significa que los padres conocemos las fortalezas de nuestros hijos y confiamos en ellas, las alimentamos para que les sirvan de herramientas para vivir mejor.
A la hora de hablar de retos cabe distinguir, grosso modo, dos niveles. El primero es el particular, el que vive cada familia con sus circunstancias. Nuevas estructuras familiares, cada vez más separaciones y divorcios, menos miembros en cada unidad familiar, emancipación tardía de los hijos, retraso de la maternidad y la paternidad, desigual distribución de las labores domésticas o del cuidado de los menores, entre otros, son desafíos concretos que pueden tensionar a cada familia.
El segundo nivel es el macro, el que tiene que ver con la sociedad y con circunstancias comunes. Por ejemplo, haber vivido una pandemia de manera global. Pero también la sociedad de consumo, los adelantos tecnológicos, las grandes crisis económicas, etc.
Todos estos retos hacen que el ejercicio positivo de la parentalidad se presente como un objetivo desafiante y necesario: hoy más que nunca.

La parentalidad positiva no implica no poner límites

–¿Se demanda hoy socialmente una forma de criar a los hijos que no se practicaba a principios de este siglo?
–La parentalidad siempre va a estar ligada a las circunstancias concretas de la familia. Es una forma de actuar como padres que se construye en la esfera de las relaciones más íntimas ligadas a la historia personal de la madre o del padre. Empieza en las familias de origen, pero se despliega en el marco de las relaciones conyugales, del trabajo, de las amistades, del vecindario y de la comunidad que rodea a esa familia.
Quizás antiguamente, en algunos entornos, se contaba con un tejido familiar y social que ayudaba a asumir los retos de educar y criar a los hijos. Esta situación ha cambiado. Por lo tanto, hoy se hace imprescindible identificar las necesidades de apoyo que tiene la familia y, trabajando con ella, reforzar sus capacidades internas, sus fortalezas.
–¿Qué caracteriza a unos padres que practican la parentalidad positiva?
–La columna vertebral del ejercicio de una parentalidad positiva y responsable se encuentra perfectamente reflejada en la página de Familias en Positivo. Algunos principios que componen este eje, y que han sido estudiados por diversos grupos de investigadores expertos, son:
  • Vínculos afectivos cálidos, protectores y estables para que los menores se sientan aceptados y queridos.
  • Un entorno estructurado, que proporcione modelaje, guía y supervisión para que los menores incorporen valores y fortalezas de su carácter.
  • Estímulo y apoyo al aprendizaje cotidiano y escolar mediante el fomento de la motivación y de las capacidades de cada hijo.
  • Reconocimiento del valor de los hijos, mostrar interés por su mundo, validar sus experiencias, implicarse en sus preocupaciones, responder a sus necesidades.
  • Aportar capacitación de los hijos e hijas, potenciando su percepción de que son agentes activos, competentes y capaces de cambiar las cosas e influir sobre los demás.
  • Fomentar una educación sin violencia, excluyendo toda forma de castigo físico o psicológico degradante, por considerar que el castigo corporal constituye una violación del derecho del menor al respeto de su integridad física y de su dignidad humana.
Esto no implica no poner límites. Precisamente la originalidad de la propuesta de la parentalidad positiva es encontrar vías imaginativas para lograr estos dos objetivos, que no están reñidos uno con el otro.

No por ser positiva deja de ser parentalidad

–¿La parentalidad positiva se asocia a un estilo concreto de educar? ¿Es una propuesta única y uniforme?
–No se trata tanto de hablar de estilos educativos en concreto, aunque cabe detectar señas propias algunos estilos que ayudan más y mejor para ejercer la parentalidad de manera positiva. En otras palabras, importa el cómo educamos –el afecto, la comunicación, el control–, pero también el en qué educamos, hacia dónde orientamos la educación de los hijos.
Se trata de destacar el cariño y el apoyo sin olvidarnos de la autoridad parental. Ambos elementos son fundamentales en la parentalidad positiva, que no por ser positiva deja de ser parentalidad. El concepto de responsabilidad parental plantea la necesidad de establecer canales para ejercer un control parental autorizado basado en el afecto, la comunicación, el acompañamiento y la implicación en la vida cotidiana de los hijos e hijas. Esta es la forma de lograr una autoridad legitimada ante ellos, basada en el respeto, en la tolerancia, la comprensión mutua y la búsqueda de acuerdos que contribuyan al desarrollo de sus capacidades.
–¿No ha sido la parentalidad siempre positiva? ¿o es este un concepto nuevo?
–Es verdad que a lo largo de la historia la tónica mayoritaria es que el ser padre o madre suele sacar lo mejor de una persona. Pero siempre cabe la posibilidad de mejorar, de reemplazar algunas prácticas un poco negativas por otras que reflejen mejor el cariño o que impliquen ventajas reales para un hijo.
Si nos ponemos a pensar, en nuestro entorno cercano, diariamente, es posible que detectemos actuaciones de padres y de madres que intuimos que requieren de orientación y de ayuda. O incluso si hacemos un autoexamen valiente, puede que en nuestro propio actuar podamos tener dudas sobre lo conveniente de una u otra forma de encarar la parentalidad.
Probablemente las familias definan sus propios intereses en función del bien de sus hijos, intentando fomentar sus habilidades y fortalezas. Pero la realidad es que quizás hayan buscado inconscientemente conservar ciertos valores sin cuidar con el mismo afán el modo de hacerlo ni preocuparse de la misma forma de la personalidad de cada uno de los hijos. Este ha sido un modelo imperante durante años.
–En el libro se habla de prevención de situaciones de riesgo psicosocial, violencia de género o la reunificación familiar, ¿de qué manera influye en ellas la parentalidad positiva?
–Así es. Todas las familias, en algún momento de sus vidas, pueden experimentar situaciones estresantes y pueden necesitar ayuda. Los retos que deben afrontar son variados: transiciones o crisis vitales, presiones económicas, cambios en las condiciones sociales, deterioro social y de los lazos con la comunidad, dificultades para afrontar el rol parental en solitario...
En el libro se incluye una variedad de capítulos tratando de abarcar un amplio espectro ante esos retos frente a los que se puede encontrar un padre y una madre hoy. Hablamos de pantallas, de atención a la discapacidad, de riesgo de abandono escolar o de violencia. Asimismo, se aborda, por ejemplo, la parentalidad ejercida en el contexto penitenciario o en riesgo de exclusión social. Incluimos capítulos sobre el ejercicio de la parentalidad positiva con la educación escolar en diferentes etapas y edades, así como la formación del carácter en el hogar... Intervenciones, basadas en la evidencia, que se han llevado a cabo con familias para fortalecer sus capacidades.
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