Hombre con alzhéimer
Las 6 mejores estrategias para comunicarse con ancianos
«Dale un beso, que eso sí lo entiende»: cómo hablar con nuestros queridos mayores cuando pierden la cabeza
Cuando los mayores pierden facultades mentales, las familias no saben cómo reconducir ciertas situaciones: ¿les seguimos el juego o les llevamos la contraria? Hay 6 claves que ayudan a encauzarlo
Con la boca llena de migas por el bocadillo de media tarde, la pequeña, de unos 7 u 8 años, asiste atónita a la perorata inconexa que su abuelo está pronunciando, sentado en el banco del mismo parque en el que ella ha estado jugando. En un momento dado, después de una imprecación algo gruesa por parte del anciano, la niña se dirige a su madre y, con más ternura que sorpresa, le dice: «Mamá, el abuelo desbarra. ¿Qué hacemos?».
La escena –no sólo real, sino muy repetida en otras muchas situaciones y contextos– es común para muchas familias que conviven con mayores, y que constatan cómo a medida que las personas envejecen, muchas comienzan a desarrollar ciertos tipos de demencia que afectan a sus capacidades de comunicación y relación.
Confusiones, expresiones incoherentes o ideas inconexas pueden aparecer en el momento más insospechado, o incluso incorporarse a la rutina de la familia, a veces de forma dolorosa. Por eso, saber manejar estas situaciones con empatía y estrategias adecuadas puede ser esencial para mantener el bienestar emocional de los mayores, y del resto de familiares y cuidadores.
¿Corregir o seguir la corriente?
Una de las dudas más comunes es si es mejor intentar corregir constantemente a una persona con las capacidades mermadas, o seguirle la corriente.
Según una Guía editada por la Fundación Pasqual Maragall, la respuesta es, precisamente, seguirles el juego con amor, porque llevarles la contraria puede provocar reacciones negativas, incluso agresivas, y tensiones innecesarias con los cuidadores. Así, en lugar de corregir o contradecir, se recomienda validar los sentimientos por encima de las palabras concretas, y redirigir la conversación de manera amable hacia otros temas menos polémicas.
Los 6 pasos para comunicarse mejor
La frecuencia creciente de estas situaciones en una sociedad cada vez más envejecida hace que los estudios médicos se estén multiplicando en los últimos años.
Así, un informe del Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos ha encontrado algunas de las mejores estrategias para relacionarse con personas mayores que presentan dificultades de percepción, como el Alzheimer u otras alteraciones cognitivas. De entre todas, destacan seis:
1º) Establecer un ambiente tranquilo: Reducir distracciones como ruidos fuertes, la televisión demasiado alta o las interrupciones constantes facilita la concentración durante la conversación .
2º) Utilizar frases cortas y claras: Hablar despacio y con un tono calmado ayuda a la comprensión. Si no entienden a la primera, repetir la frase con las mismas palabras es más efectivo que reformularla.
3º) Aportar detalles concisos: En lugar de dar indicaciones o preguntas generales como «¿qué quieres cenar?», es mejor detallar al máximo la petición, por ejemplo con «Vamos a cenar: ¿prefieres pollo o pescado?».
4º) Validar emociones: Reconocer sus sentimientos, incluso si la información es incorrecta, les brinda seguridad y reduce la ansiedad. Si relata recuerdos imposibles o anécdotas repetitivas, es mejor mostrarles cariño y admiración, sin irritarles la memoria o añadir exageraciones, que negar lo que están sintiendo.
5º) Evitar confrontaciones: Si expresan ideas erróneas, es preferible cambiar de tema o distraer con otra actividad en lugar de discutir o menospreciar.
6º) Lenguaje corporal positivo: Mantener el contacto visual, sonreír, acariciar la mano o asentir con la cabeza transmite comprensión y apoyo.
«Eso sí que lo entiende»
En rigor, las recomendaciones más repetidas por la comunidad médica pueden variar según los contextos familiares o las enfermedades concretas, pero todos coinciden en lo mismo: de igual modo que los mayores tuvieron paciencia con sus hijos y nietos cuando estos eran pequeños, y no sabían expresarse o no eran capaces de valerse por sí mismos, ahora son ellos quienes necesitan del mismo cariño, paciencia, dedicación y mano izquierda ante sus «desbarres».
O, como respondió –en una escena que habría firmado cualquier guionista de televisión– la madre de la pequeña que arrancaba este reportaje, lo mejor que se puede hacer es «darle un besito, que eso sí que lo entiende».