Para que haya éxito en el amor
Muchos matrimonios se han roto en el noviazgo. Muchos noviazgos son una tormenta de emociones amasada con sexualidad que, cuando decaen, y todas lo hacen, se encuentra poco amor y mucha frustración
El amor y el enamoramiento son cosas que pueden sorprender al ser humano. Es tan intensa la sensación que, durante un tiempo, lo que pasa alrededor de uno es como un ruido de fondo: Todo está focalizado a esa sensación amorosa.
Muchas veces, en la vida y, por tanto, en el amor, solo queremos oír aquello que nos gusta. No queremos saber la verdad de las cosas, queremos argumentos que defiendan nuestra postura, nuestra forma de ver las cosas, nuestras sensaciones. La verdad exige coherencia de vida. Escuece más, cuanto menos se vive.
Decía Julián Marías que al que no se quiere convencer, no hay que intentar convencerlo. No sé si se puede tomar como norma de conducta, en general. Lo que sí sé, es que es una realidad en la toma de decisiones acerca de asuntos personales.
Muchas veces se da más importancia a lo que se siente que al sentido común, incluso que a la verdad.
A todo aquel que no está bien dispuesto, ningún argumento le convence.
Todo lo que he dicho viene a cuento acerca de la conversación que tuve con una chica acerca de su boda. Hacía 3 meses que conocía a su novio. Persona de otra cultura y bastante mayor que ella. Se van a casar. Razón: «Nunca he sentido con nadie lo que he sentido con él». Ya está. Ojalá se quieran mucho y envejezcan juntitos y queriéndose más.
Probablemente, sea así. Al menos, yo lo deseo. Pero, ¿por qué esa incapacidad para pensar, para razonar, para vivir la prudencia? ¿Por qué solo se quiere oír aquello que uno tiene en la cabeza? ¿Por qué ese miedo a que la verdad nos destroce unos planes que, en el futuro, me pueden traer sufrimiento de por vida? ¿Por qué se le da veracidad a un sentimiento y no se espera, al menos un tiempo, para ver cómo evoluciona el mismo y que me va diciendo la cabeza?
Ojalá le vaya muy bien, repito, pero hay que saber que va a cometer una imprudencia, motivada por un sentimiento.
El éxito del matrimonio está en cómo termina.
Una pregunta que se debería hacer con frecuencia en un noviazgo sería acerca de, si lo que se hace o se vive en el mismo, puede de alguna forma influir en el futuro matrimonio. Muchos matrimonios se han roto en el noviazgo. Muchos noviazgos son una tormenta de emociones amasada con sexualidad que, cuando decaen, todas lo hacen, se encuentra poco amor y mucha frustración.
El amor no es un golpe de emoción y si se vive de esa manera –solo emocionalmente– terminará fracasando. Todo lo que emocionalmente se crea, emocionalmente se destruye.
Para que un matrimonio tenga éxito, hay que estar dispuesto a aceptar la verdad en el noviazgo. Teniendo en cuenta, además, que la verdad no hay que aceptarla para saberla, sino para vivirla. Si no es así, cada vez se nubla más. Razón por la cual cada vez hay más confusión en el terreno de los amores.
El noviazgo está para conocerse como personas, para ver si yo puedo convivir con esa persona o no. Por tanto, un buen noviazgo puede terminar en sí puedo convivir con ella o en es mejor dejarlo.
Las decisiones, antes de pasar por el corazón, tienen que ser pensadas con la cabeza.
- José María Contreras Luzón es escritor, conferenciante y asesor personal y familiar. Su dirección de correo electrónico es conluz2000@gmail.com.